Valeria y Alejandro, unidos por su amor al arte, la música, y las historias, vivieron un intenso romance en el bachillerato. Sin embargo, un malentendido los separó, dejando heridas sin sanar. Ahora, en la universidad, sus caminos se cruzan de nuevo. Aunque intentan ignorarse, Alejandro sigue luchando por reavivar lo que tuvieron, mientras Valeria se resiste a revivir el dolor del pasado. ¿Podrá el amor superar el tiempo y el rencor?
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Intento #1
El día siguiente comienza con la misma rutina monótona. Camino hacia mi siguiente clase, mi mente fija en la imagen de Valeria. Cada encuentro con ella es como una herida abierta que nunca cicatriza. Hoy he decidido que no puedo seguir esperando. Necesito hacer algo, cualquier cosa, para acercarme a ella. La clase de Anatomía comienza y durante toda esta mi cabeza estuvo componiendo melodías y letras pensando en ella. Después de la clase saco mi guitarra de su estuche. Mientras toco algunas notas, me doy cuenta de que la música es mi refugio en medio de todo esto. Cada acorde que toco me ayuda a ordenar mis pensamientos y a despejar mi mente. Sé que no puedo esperar mucho más; necesito actuar.
Después de la clase, me dirijo a la cafetería, esperando encontrar a Valeria allí. Al llegar, me acerco a la barra para pedir un café. Mientras espero, escaneo el lugar en busca de ella. Mi corazón da un vuelco cuando la veo, sentada cerca de la ventana con su cuaderno abierto frente a ella. La escena es tan familiar que me hace detenerme, recordando aquellos días en los que compartíamos momentos similares.
Me detengo a pensar si debo acercarme. El miedo de enfrentarla me paraliza. Estoy a punto de dar el paso cuando la voz de Fernando, uno de mis amigos, me saca de mis pensamientos.
—¡Alejandro! ¿Qué tal? —pregunta Fernando con una sonrisa.
—Hola, Fer. Todo bien —respondo, intentando mantener una expresión relajada mientras mi mente sigue enfocada en Valeria.
Fernando sigue mi mirada y ve a Valeria.
—¿Ella es…? —pregunta con curiosidad.
—Sí, es Valeria —digo, notando que mi voz revela más de lo que quisiera—. Solíamos estar muy cerca antes.
Fer me mira con comprensión y añade:
—Si quieres hablar con ella, ¿por qué no lo haces? No pierdes nada intentándolo.
Sus palabras me hacen reflexionar. Quiero acercarme, hablarle, pero el miedo sigue bloqueando mi camino. No es solo una cuestión de saludarla. Hay un malentendido sin resolver, un dolor persistente. Finalmente, decido hacer algo diferente. Me dirijo a un rincón tranquilo fuera de la cafetería, saco mi guitarra y comienzo a tocar una melodía que solíamos disfrutar juntos. Es una canción simple, pero significativa. La letra expresa amor y arrepentimiento, sentimientos que no han desaparecido con el tiempo.
Cada acorde es una pequeña declaración de mis emociones. Aunque sé que no puedo hacer mucho por ahora, al menos puedo expresar lo que siento a través de la música. La canción se convierte en un susurro de mis sentimientos, esperando que Valeria la escuche algún día, ya sea directamente de mí o de otra manera.
Cuando termino de tocar, siento una mezcla de alivio y tristeza. He hecho algo, aunque sea pequeño, para acercarme a Valeria. Me pregunto si ella alguna vez escuchará esta canción, si algún día entenderá el mensaje detrás de ella. Recojo mi guitarra y me dirijo a mi siguiente clase, Histología, echando una última mirada hacia la cafetería. Valeria sigue allí, pero no puedo hacer nada más hoy. Todo lo que puedo hacer es esperar y ver si mi pequeño intento tiene algún efecto.
Espero que, quizás, mañana sea el día en que finalmente pueda hablar con ella y aclarar el malentendido que ha marcado nuestras vidas.