Selig pensó que Marisol lo abandonó cuando dejó de responder sus mensajes y llamadas. Se preguntaba qué habría hecho mal para que ella se alejara.
Marisol, por su parte, creía que Selig la había olvidado al no buscarla durante tantos años. Sentía un profundo dolor por haber perdido a quien consideraba el amor de su vida.
Sin embargo, el destino tenía preparada una sorpresa para ambos. Un encuentro inesperado los enfrentó y descubrieron la verdad detrás de su separación: un malentendido que los mantuvo alejados injustamente.
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vives en mi mente.
Marisol.
Caminaba sin rumbo alguno ya que las clases de la última hora fueron suspendidas y la verdad es que no tenía mucho por hacer.
Si regresaba a mi apartamento tenía que volver a escuchar los reclamos de mi casera por el pago atrasado. Por lo tanto preferí quedarme un poco más de tiempo fuera de su alcance y regresar cuando sea hora de ir a mi trabajo, pues solo tendría que entrar a cambiarme y salir rápidamente.
—¡Hey tú! —Oí decir, más no tomé importancia a quien quiera que fuera —¡Te hablo a ti, chica de la libreta!
Detuve mis pasos al oir esas palabras y rapidamente giré en esa dirección notando a Selig cuddyer, sentado en uno de los tantos bancos que había en la pequeña plaza.
—¿Qué? —pregunté cortante.
Desde que nos cruzamos por primera vez jamás preguntó mí nombre, mientras que yo el suyo me lo sabía de memoria.
—Ven, toma una cerveza conmigo —propuso y negué.
—No puedo, estoy a unas horas de entrar a mi trabajo —contesté, girandome dispuesta a seguir con mi camino.
—Te pierdes un poco de diversión solo por un trabajo donde te desprecian y no valoran para nada lo que haces, que gran estupidez —añadió y volví a detenerme.
¿como sabia?
—Gran estupidez será para ti, que tienes un hogar al cual regresar todos los días sin preocupaciones —dije nuevamente —en cambio para mí es el único sustento que tengo para pagar la renta y poder subsistir con un miserable vuelto.
—No seas tonta, yo puedo encargarme de tu renta —agregó y abrí mis ojos con sorpresa —. solo... Necesito hablar con alguien y tú pareces razonable y sincera.
—Soy sólo una desconocida con la cual te encontraste una vez ¿Que caso tiene..?
—Dos veces en sí, si sumas la de hoy —dijo con una sonrisa y frunci mis labios con molestias.
—Deberias llamar a tu novia, no a mí.
—No es mi novia, solo es una fastidiosa que se cree con ese derecho —contestó y reí falsamente.
—Claro y a ti te molesta tanto que ni siquiera intentas alejarla.
—¿Qué pasa? ¿Estás celosa? —preguntó con una sonrisa y bufé molesta.
—Creo que te consideras mas especial de lo que puedes llegar a ser.
—Ven, solo una cerveza —pidió una vez más, extendiendo dicho objeto en mi dirección.
Resignada ante su tonta insistencia, me senté junto a él y comencé a escuchar los pesares por los cuales estaba pasando.
Resulta ser que su familia y la de Rebeca, tienen una asociación desde hace años, por lo cual sus padres le exigieron comportarse caballerosamente con ella y de ser posible llevar su relación mucho más lejos.
Lo que me sorprendió totalmente es que él ni siquiera la quería, solo estaba cumpliendo con lo pedido por sus padres y... Sin darme cuenta, las horas fueron aumentando al igual que la bebida, pero ya no me importaba si llegaba o no al trabajo, solo quería estar un poco más con él.
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Narradora.
El ambiente se había vuelto más tolerable para Mar, quien luego de unas cuantas cervezas más había adoptado su verdadera naturaleza.
Una mujer a la cual no le importaba más que el momento y gozaba como nunca antes, parándose sobre el banco y gritando como loca cosas que ni ella entendía, pero lo cual provocaban ternura en el caballero a su lado.
Selig la admiraba, tanto su belleza fisica como la interna, por lo cual decide acallarla como lo venía deseando desde aquella vez que la vió en el restaurante.
Sin pensar en nada más que el deseo creciente en su interior por degustar sus dulces labios, la toma de su mano hasta inclinarla a él y se apodera con ternura y locura de sus deliciosos labios.
Cabe aclarar que la muchacha ya ebria intento resistirse a ello, pero para fortuna de ambos sus fuerzas flaquearon y cedieron ante el ardiente y alocado beso.
Coratando con éste una vez la falta de aire se hizo presente, Selig, quien yacía con su respiración a mil por horas, decide tomarla de su mano y conducirla de esa manera hasta su vehículo.
Mientras ella gritaba como loca mientras sacaba la cabeza por la ventanilla, él reía y disfrutaba de ese grato momento junto a la chica.
Su recorrido terminó en un complejo de apartamentos los cuales solo eran para personas de gran estatus, pues eso decía la elegancia del lugar.
—¿Que hacemos aquí? —preguntó Mar, dirigiendo su achicada mirada a Selig.
—Aquí es donde vivirás a partir de ahora —respondió mientras tomaba suavemente su mano y la oía reir a carcajadas.
—Si claro —dijo la linda joven entre risas —. Ni siquiera puedo terminar de pagar la renta de mi actual departamento ¿Cómo voy a pagar por algo como esto?
—Ya te dije que no tienes de que preocuparte, yo me haré responsable de ti a partir de ahora —explicó el joven, bajando del carro y rodeándolo para luego abrir su puerta.
Cabe aclarar que al solo poner los pies fuera del vehículo y debido a la borrachera que se pegó, sus piernas se tambalearon llevándola a terminar en los brazos del guapo hombre.
Mientras ella lo miraba sin una chispa de preocupación o vergüenza, él suspira y la toma entre sus brazos para luego llevarla en dirección a su apartamento.
Una vez entraron en éste, Marisol habló con exclamación indicando cuanto le encantaba el lugar.
—Quedate aquí, iré por un poco de agua para ti y luego te daras un baño para bajar esa borrachera.
—No quiero, ahora me siento con más ganas de seguir bebiendo y disfrutando de todo lo que nunca antes pude —respondió en negación, viendo a Selig acercarse a su rostro hasta dejarlo a escasos pasos del suyo.
—¿Y qué es eso que no te atrevias a hacer antes? —preguntó, dejándola en total silencio.
Luego de que sus miradas chocaran por un segundo, sus labios se unieron en un ferviente beso, el cual poco a poco los llevó a mucho más.