Esposa Abandonada

Capitulo 14

Conociendo mas de Klaus.

—Es curioso, generalmente, personas como tú, con una familia sólida, tienden a buscar a alguien del mismo estatus. Quiero decir, dijiste que no te importaba si yo era la que hacía copias o la asistente de alguien. ¿De verdad no les importa eso?

Klaus me mira con una expresión que parece desafiar mi suposición, y la pregunta que hace a continuación me sorprende.

—¿Y a ti sí? Si yo fuera taxista y te gustara, ¿me darías una oportunidad?

No tengo que pensarlo mucho. Mi vida ha sido un viaje de humildad y autosuficiencia durante años, y estar con alguien en una posición diferente no sería un problema para mí. Tampoco me casé con Derek por su dinero; aunque nuestras circunstancias eran distintas, en su momento ambos teníamos lo que necesitábamos.

—Por supuesto que sí. No soy esa clase de persona. De hecho, conozco muy bien lo despreciables que pueden ser los elitistas que no saben hablar de otra cosa que no sea su asquerosa alta alcurnia y su dinero. Me dan asco.

Klaus parece impresionado por mi respuesta, su mirada se vuelve más contemplativa. La conversación ha revelado un poco más sobre mi perspectiva y mis valores, y parece que, en este momento, ambos estamos descubriendo facetas inesperadas el uno del otro.

—Interesante. La familia de tu ex esposo no solo parecen ser caza fortunas, sino que también te hicieron pasar un mal momento. Se nota el resentimiento en tu voz cuando hablas de ellos.

Asiento, sintiendo el peso de esos años difíciles.

—Así es, por eso quiero mantener a mi hijo lejos de ellos. No son buenas personas. Derek no era exactamente así, pero me ha mostrado la misma cara que todos ellos al abandonarme.

Mi voz lleva consigo una mezcla de dolor y determinación. A veces, el pasado parece más cercano de lo que quisiera, y hablar de ello me recuerda lo importante que es proteger a mi hijo de las influencias negativas que marcaron mi vida.

Klaus escucha atentamente, sus ojos reflejan una mezcla de comprensión y empatía. Me doy cuenta de que, a pesar de la distancia que trato de mantener, compartir estos detalles me está llevando a una forma inesperada de conexión con él.

—Criar a un hijo sola no es ninguna desgracia —dice Klaus con un tono sorprendentemente reflexivo. —Mi madre pasó por algo similar. De joven, conoció a un oportunista que solo la buscaba por su dinero. La enamoró, la dejó embarazada y después desapareció.

Klaus hace una pausa, como si reviviera el dolor de esos recuerdos. Sus ojos, aunque serenos, reflejan una tristeza que no se puede ignorar.

—Mi madre lo buscó, pero mi abuelo casi enloquece. Cuando finalmente dieron con él, supieron que tenía una familia, una esposa e hijos. Por eso mi madre decidió no decirle nada. Y estoy bien con eso. Tiempo después, supe que seguía engañando a su esposa con otras mujeres adineradas para financiar sus vicios en el casino. Un ser humano despreciable. Agradezco la sabia decisión de mi madre de alejarme de él. Si tu elijes este destino, no está mal, mas a tu favor sabiendo que a pocos meses de tu divorcio te enteras que está a punto de casarse otra vez.

Klaus se encoge de hombros, como si al soltar ese peso hubiera aliviado una carga. Me sorprende la apertura con la que comparte una historia tan personal, y me hace sentir una conexión más profunda con él.

—Es verdad, y ahora entiendo un poco más de ti y por qué reaccionaste de manera tan inesperada cuando te dije que estaba embarazada, en lugar de salir corriendo como supuse que harías. Es por tu madre.

Klaus asiente lentamente, su sonrisa libre de melancolía o tristeza, mostrando un atisbo de calidez.

—Sí, por mi madre y por el hombre al que tengo el honor de llamar padre. Él me ha amado como si fuera su hijo biológico, y su amor ha sido una constante en mi vida. Cuando yo tenía tres años, mi madre conoció a Octavio, se casó con él enseguida, y desde entonces su amor ha sido un ejemplo para mí. No puedo estar más agradecido.

—¿Quieres decir que por eso no te importa que esté embarazada, porque valoras más...? —me interrumpe sacudiendo la cabeza .

—Me gustas, Samantha. No me importa que lleves un bebé de otra persona en el vientre. Si me das la oportunidad de conocerte y si funciona entre nosotros, amaré a ese niño como si fuera mío, igual que Octavio me amó a mí desde el primer momento en que me vio.

—Eres muy dulce. Creí que solo buscabas divertirte conmigo y nada más

—No soy esa clase de hombre. Mi madre me hubiera hecho pedazos si saltara de cama en cama. Fui bien educado, puedes imaginarlo: mi madre, mis dos hermanas y mi abuela. Tengo una educación forjada por mujeres.

Klaus sonríe con orgullo, pero antes de que pueda seguir, su móvil empieza a sonar insistentemente. No lo saca de su bolsillo, pero la insistencia con la que llaman me hace pensar que es algo importante.

—Responde, puede ser importante —le digo, intentando no reír ante la situación.

—Es mi madre o alguna de mis hermanas. Llevamos cuatro horas aquí, y hasta ahora no han recibido ninguna novedad mía —explica Klaus, sonriendo con cierto aire de resignación.

Suelto una risita, encontrando graciosa la situación.

—Entonces atiende, yo aprovecharé para calmar a mi mejor amiga, que debe estar al borde de la locura. Seguro quiere saber qué está pasando aquí y en cualquier momento va a irrumpir en nuestra conversación.

Me levanto cuando Klaus saca su móvil, y paso por al lado de él. Justo cuando estoy a punto de salir, me agarra de la mano para evitar que me vaya y contesta.

—Madre, tu futura nuera es más difícil de lo que imaginaba. Creo que por el momento deberías dejarme entrar a casa hasta que Samantha descubra que soy un buen hombre y tengo bonitas intenciones con ella. —Me mira a los ojos con una sonrisa, mientras se escucha a la mujer del otro lado casi histérica. — Quiere hablar contigo, Sam.

Klaus me pasa el móvil, y de inmediato me comienzan a sudar las manos. Me tiemblan las piernas y el estómago se me revuelca, haciendo que la comida que acabamos de almorzar parezca querer salir disparada. Niego con la cabeza, sintiéndome abrumada por la idea de hablar con la madre de Klaus. Me muero de vergüenza, y lo último que quiero es hacer una mala impresión.

— ¿Qué le voy a decir a tu mamá Klaus? —murmuro, intentando recuperar un poco de compostura.

—No lo sé, solo me dijo que quiere hablar contigo y me dejó claro que no entraré a casa si al menos no aceptas una cita. ¿Vas a dejarme dormir en un hotel lejos del calor de mi hogar, Sam?

Klaus me mira con una mezcla de preocupación y diversión. Está claro que se divierte con la situación, pero para mí, está lejos de serlo.

Ya veo, es una familia bastante peculiar. Tomo el móvil al notar que la madre de Klaus sigue esperando al otro lado de la línea.

—Buenas tardes, señora, le habla Samantha Moore. ¿En qué puedo ayudarla? —trato de ser cordial. No entiendo una palabra de griego, así que es una suerte que Klaus haya contestado en perfecto inglés. Sin embargo, el chillido que escucho del otro lado me obliga a alejar el móvil de mi oreja. Supongo que esas voces agudas deben ser las hermanas de Klaus.

—Espera, pon el altavoz, también quiero escuchar —dice Klaus, sonriendo por la extraña situación. Para él, esto parece más una comedia que una crisis.

—Madre, si gritan, se asustará y con mayor razón no querrá salir conmigo. Ahora silencia a los loros que tienes como hijas y habla calmadamente para que Sam también pueda entenderte —añade Klaus, mientras yo intento no reír por lo absurdo de la situación.

Escucho el murmullo calmado de la voz de la madre de Klaus, mezclado con los ocasionales murmullos de las hermanas en el fondo. Finalmente, el tono se vuelve más tranquilo, y puedo escuchar mejor.

—Hola, Samantha. —La voz de la madre es firme pero amable—. Klaus me ha hablado mucho de ti, y me alegra finalmente conocerte, aunque sea por teléfono. Espero que no te moleste esta intrusión. Me gustaría saber más de ti y asegurarme de que estés bien.

Trato de controlar mi risa nerviosa mientras respondo.

—No, para nada. Es un placer hablar con usted, y estoy muy bien, gracias por preguntar, aunque debo admitir que no esperaba una bienvenida tan... entusiasta.

—¡Entusiasta es una palabra suave para describir a mi familia! —dice Klaus con una sonrisa—. Pero en serio, Samantha, si estás dispuesta a darme una oportunidad, estoy seguro de que te llevarás bien con todos ellos. Y si no, al menos te asegurará una buena historia para contar.

Me río suavemente, aliviada por el tono más relajado de la conversación y por la disposición de Klaus para hacer que todo esto sea un poco más llevadero.

Entonces, la madre de Klaus dice al otro lado de la línea algo que me deja más que sorprendida.

—Mi hijo me ha negado el placer de presentarme una novia, nunca ha tenido una y hemos fracasado totalmente como casamenteras. Cuando me contó que conoció a la mujer más bella que habitaba esta tierra, me entusiasmé porque al fin mi hijo puso sus ojos en una mujer. —Hago silencio mientras escucho, pensando qué respuesta le daré después. El sudor es poca cosa comparado con lo que siento en mi cuerpo ahora. —Es un buen chico, por eso espero que le des una oportunidad de conocerte, claro, si es que ves a mi hijo atractivo, simpático, educado y sobre todo lo atento que es a los detalles que para nosotras las mujeres son importantes. —El hijo de esta mujer lo tiene todo, pero de fondo se escucha la voz de una anciana diciendo “No lo dejaremos entrar hasta que la traiga.” — Disculpa la advertencia de mi madre, es que ella quiere conocer a su biznieto antes de que muera.

—Madre, Samantha esta embarazada, si todo sale bien, la abuela va a conocer a un bebe después de todo.

SE ESCUCHA UN SILENCIO MUY INCOMODO.

—¿Señora, sigue ahí? —miro la pantalla y sí, sigue ahí.

—Samantha, no quiero ser indiscreta y mucho menos quiero hacerte sentir incómoda, pero dime. ¿Tienes una pareja y mi hijo está insistiendo contigo? Porque te aseguro que yo… —La mujer cambia su voz a una triste que me encoje el corazón.

—Señora, soy una mujer libre, solo que me embaracé antes del divorcio. Larga historia. Pero por favor, no se ponga así, que su hijo me ha demostrado ser un buen hombre.

—Gracias a los dioses, por un momento creí que mi hijo perdería la oportunidad de estar con la mujer que le gusta. Entonces dime, pequeña, ¿te gustaría venir este fin de semana a un pequeño almuerzo? Mi madre está cumpliendo ochenta años y queremos conocerte.

—¿Quiere decir que no le molesta que su hijo se haya fijado en una mujer divorciada y que encima está embarazada? —Pregunto, ya que Klaus me dejó claro lo que pensaba, pero no está de más asegurarme—. Porque si es así, estaré encantada de conocerlas.

¿Qué más da? A Klaus me le agrada, y parece que su familia es todo lo contrario a lo que vi en los Johnson. El chillido de fondo me aleja del móvil una vez más.

—Por supuesto que no me molesta. ¡Tú niño es una bendición que merece ser celebrada, y mi madre llora de emoción en estos momentos! Te veremos el sábado, pequeña, gracias por aceptar, y por favor, cuida mucho a mi hijo, suele ser un poco torpe.

No puedo evitar reírme al ver el rostro de Klaus.

—¿Torpe? ¿Es en serio, madre? —Klaus parece ofendido—. Te veré el sábado. Y dile a la abuela que se tranquilice, y que la amo.

Se despiden y no puedo creer dos cosas: la primera, que me haya sentido cómoda hablando con la familia del hombre que apenas conocí ayer; y la segunda, que haya aceptado la invitación de su madre al almuerzo de cumpleaños de la abuela de Klaus.

—Recuérdame besar los pies de mi santa madre cuando lleguemos a Santorini el sábado. Mi madre logró lo que yo no pude en menos de cinco minutos.

—No iba a rechazar la invitación de tu madre, Klaus. Además, parecen ser muy agradables.

—No sabes cuánto, pero puede que te perturben. Son tan intensas que querrás nadar a la  isla vecina para huir de ellas.

—Creo que exageras, pero tranquilo, no es fácil asustarme. ¿Vendrás por mí para viajar juntos o tengo que llegar sola?

Sonrió al preguntar, que aparente tranquilidad no quiere decir que realmente lo este.

—¿Qué cla de hombre seria si dejo que viajes sola? A demás, no quiero perder ni un momento que pueda pasar contigo. Vendré el viernes a buscarte y llegaremos juntos a la fiesta de mi abuela.

—Tu madre dijo que sería un pequeño almuerzo. — Abro muy grandes los ojos.

Klaus se ríe suavemente.

—¿Crees que mi madre hará solo un almuerzo después de que hayas aceptado conocer a mi familia? Que lleve a una mujer por primera vez a casa es motivo de celebración.