Dulce Villana - El Retorno De La Mariposa.

Dentro de la ciudad Esmeralda, en una gran mansión llena de lujos se encontraba una mujer hermosa, era innegable su belleza. También estaba dotada de habilidades para las artes, baile, canto e incluso tocaba varios instrumentos musicales hermosamente. Una dama de belleza exquisita y habilidades sobresalientes. Su nombre es Layla, segunda hija del primer ministro, era mimada y amada por su padre quién siempre se sentía orgulloso de ella. En ese momento, en esa inmensa mansión llena de lujos, se estaba festejando el compromiso recién acordado con el tercer príncipe. A nadie le importaba la ausencia de la hija mayor de la mansión.

El primer ministro tenía dos hijas, la mayor Elyana es la hija de la primera esposa de éste. Nació con una marca en el rostro, y a raíz de esto, fue marginada por su propio padre y familia. Su madre quién la amó verdaderamente, murió cuando Elyana tenía 7 años y desde entonces esa pequeña niña jamás volvió a ser la misma. A los 2 meses de la muerte de su esposa, el primer ministro trajo a su mansión a la que ahora es la esposa y madre de Layla. Se casó con esa mujer cuyo nombre es Marian, y a los 9 meses nació Layla que ocupó toda la atención.

Elyana fue confinada a una pequeña casa en el fondo de la mansión, sin nadie que la pudiera ayudar o servir. Recibía comida una vez al día, y eran sobras que quedaban en la mansión principal. Así creció sola, prácticamente nadie sabía de su existencia en el exterior, hasta que un día, cuando tenía 13 años, conoció al tercer príncipe Sebastián. Quién pareció interesada en ella, y la visitaba a escondidas para charlar, siempre llevando comida para ella. Elyana, que nunca tuvo la atención de nadie, se sintió profundamente conmovida y deslumbrada por ese hombre y se prometió a sí misma seguir a Sebastián y ayudarlo siempre.

Así surgió la relación entre Sebastián y Elyana, pero él le pedía mantener todo en secreto, que para poder sacarla de ahí, y poder amarse libremente, su posición de tercer príncipe no era suficiente por no tener el favor de su padre. Ingenuamente Elyana se ofreció a ayudarle.. fue así que Sebastián le propuso entrenarla para que sea fuerte, a los 15 años Elyana había abandonado la casita donde vivía, pero nadie se percató o le importó eso ya que para los miembros de esa familia y la mansión Elyana solo era basura que el primer ministro abandonó porque no le servía.

El príncipe Sebastián había llevado a Elyana fuera de la ciudad, en una montaña dónde él tenía gente que le servía en secreto, todos eran asesinos entrenados.. Y ahí estaba ella ahora, Elyana que se propuso ser la mejor para ayudar a su amado. Ya habían pasado varios años, Elyana tenía 18 años y estaba lista para las misiones que el príncipe Sebastián pudiera encargarle. Elyana estaba feliz, tenía que hacer todo bien, así podrían estar juntos pronto.

En ese momento ella no sabía cuán equivocada estaba. Solo fue engañada, utilizada y desechada. Con el primer ministro de su lado al comprometerse con la hija de éste, para Sebastián Elyana pasó a ser un estorbo que debía ser eliminado para evitar problemas en el futuro. Y así fue que planeó eliminarla.

Todo estaba claro ahora, aquella mariposa nacida de la sangre de Elyana volaba sin rumbo fijo bajo la intensa lluvia que había caído. Siguió su camino entre las nubes, hasta que tomó una dirección donde parecía que había algo llamándola. Entró en una habitación lujosa, dónde yacía una joven inconsciente, se posó en el pecho de ésta, y desapareció. Ésta joven en sus sueños veía imágenes de aquella chica marginada, eran como recuerdos.

De repente se vio a sí misma frente a aquella mujer. La dama que yacía inconsciente en la cama había sido envenenada por su prima, a la cuál consideraba y trataba como una hermana. Sólo después de beber aquella taza de té es que pudo ver los verdaderos colores de su prima, porque antes de caer inconsciente su prima le dijo; yo merezco todo lo que tienes, incluso el príncipe Nicolás. Contigo muerta, yo seré quién tome ese lugar de prometida. Lo último que vio fue la sonrisa burlona de aquella mujer que ella consideraba hermana.

Ambas mujeres estaban frente a frente mirándose hasta que Elyana preguntó; ¿quién eres tú? La hermosa dama le sonrió y dijo; soy la hija del gran general del imperio, mi nombre es Elizabeth. Estoy muerta, ya no puedo regresar. Pero tú sí puedes, por eso, quiero darte la oportunidad de que tomes mi lugar. Tendrás mis recuerdos y sabrás cómo terminé así. Solo te pido dos cosas, una es venganza y la otra, que cuides de mi padre. Así, aquella hermosa mujer desapareció y en ese mismo instante Elyana, ahora Elizabeth abrió los ojos.

Un poco aturdida, mirando el techo de aquella habitación, todas las imágenes de vida de la antigua Elizabeth pasaba por su cabeza, hasta que finalmente dijo;

- Así que fuiste tú, te trató como a su amada hermana y la traicionaste. Traición, algo que tenemos en común Elizabeth, quizás por eso el destino nos dió ésta oportunidad, para tener nuestra venganza. No te preocupes, tendrás tu venganza para que puedas descansar en paz. Y gracias por darme la oportunidad de buscar mi venganza también.

Dicho esto, se tocó el rostro, y miró alrededor. Una hermosa habitación. En ese momento escuchó ruidos afuera, abriéndose la puerta vio a un hombre de aspecto elegante, pero lucía poderoso. Tenía sus años pero se veía bien, muy bien para la edad que tenía porque gracias a los recuerdos de Elizabeth, pudo darse cuenta que aquel hombre majestuoso era su ahora padre.

Los que estaban con él parecían asustados al verla despierta, claro, ya me habían dado por muerta.. pensó ella. Aquel hombre corriendo llegó donde ella estaba.

- Hija mía, estás bien .. estás despierta .. cuando me dijeron que estabas muriendo mi corazón casi deja de latir. Por favor no asustes a papá así de nuevo.. le dijo, acariciando la cabeza y rostro de su amada hija, para luego dirigirse a los que estaban presente.

- ¡¡Todos son unos ineptos!! Gritó. Que alguien vaya a buscar un médico y no quiero al que dijo que mi hija estaba muerta, busquen otro. Porque de ese, que le deseo la muerte a mi hija con su diagnóstico, me ocuparé personalmente.