Francisco Ramirez hijo del prestigioso medico genetista Franco Ramirez dueño de una importante clinica de fertilidad, guardo su esperma para tener un hijo por inseminacion artificial en un vientre alquilado, pero por un error la mujer equivocada termina embarazada.
Emily Dudamel una hermosa venezolana oriunda del estado Merida, emigra para tener un mejor futuro, dejando a su amado hijo de 5 años, fue por un chequeo medico por presentar un descontrol en su ciclo mestrual y termino embarazada sin saber el porque, pues tiene años sin pareja.
La vida del medico y la modesta chica dara un giro de 180 grados... Acompañenme en esta historia y veremos que pasara.
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cap 2: Como me volvi un amargado
⚕⚕ Francisco Ramírez ⚕⚕
Muchos se preguntarán como es que yo Francisco Ramírez, proveniente de una familia tan unida y amorosa, rodeado de grandes personas como los Smith, los Miller y los Robles, familias de tanto renombre en el país, puedo ser un hombre frío, sin corazón un amargado de lo peor, un egocéntrico con un carácter del demonio.
Pues les voy a contar un poco de mi triste y fatídica historia y ustedes me juzgaran después.
Si bien compartí el vientre de mi madre Anahi Fernández, hija de Lupita y Juan, al que nunca conocí, pero sé que fue un mal hombre y mi madre nunca lo quiso, lo único del que tenía hasta el día de hoy es su apellido, pues mi abuela Lupita se negó a quitárselo.
Mama era una diseñadora fabulosa, dirigía la empresa de mi tía Amanda Smith, hasta que ella se la vendió y feliz mi madre la adquirió, también ayudaba a mi tío Juan con la empresa de calzado, diseñaba algunos y era excelente.
Mi padre el gran medicó genetista Franco Ramírez hijo del prestigioso abogado Adrián Ramírez, de él herede el amor a la ciencia, él era mi superhéroe, pero ni él pudo protegerme del infierno que se avecinaba a mi vida.
Mis hermanas desde pequeñas eran el centro de atención de mi hogar, eran lindas y extrovertidas con una sonrisa en sus labios y una alegría contagiosa, todo lo contrario a mi era tímida, retraído, penoso y no muy social, demasiado tranquilo en comparación con cualquier otro niño.
Mis padres jamás hicieron distinciones entre nosotros, nos trataban a todos por igual, nos daban su amor y atención por igual.
Aunque mis hermanas hacían berrinches por todo, mi madre le creaba hermosos vestidos y la llevaba a su empresa.
Mi padre me llevaba a la clínica con el cuándo la niñera no podía o se enfermaba, amaba estar entre tubos de ensayo o mirando por el microscopio, aprendí a leer antes que mis hermanas y no leía cuentos de niños, sino libros de ciencia, medicina o todo lo referido al espacio.
Deje de compartir habitación con ellas a los 5 años y mi habitación era con temática del espacio, mi cama era una nave espacial.
Mis hermanas se pusieron feliz de sacarme de la habitación y pidieron cambiar el color verde a uno rosa y convertirlo en un cuarto de princesas, lejos de molestarme me sentí feliz.
Mis hermanas por competir conmigo tambien aprendieron a leer, no querian que yo fuera mejor y a mi no me importaba.
Ibamos en el mismo grado, pero eramos superiores a otros niños asi que nos saltaron de grado, cuando deberiamos ir en segundo de primaria estabamos en cuarto grado.
Yo pensaba que la competencia que existia entre mis hermanas y yo por ser el mejor era algo sano entre hermanos, nada mas lejos de la realidad.
Mis hermanas tomaban clase de ballet y yo prefería leer y jugar ajedrez.
La más tremenda era Adriana quien hacia cuanta maldad o tremendura para hacerse notar, todo escalo al extremo de fastidiarme la existencia.
Tenía 8 años y en su afán por molestarme, tomo un envase con atomizador que contenía hipoclorito puro que una empleada utilizaba para limpiar las ventanas, me rocío con toda su mala intención sobre mi rostro y salió corriendo mientras yo gritaba pues el fuerte químico entro en mis ojos y me ardían muchísimo.
Mi padre llegó corriendo mis ojos sangraban, veía todo borroso, pero distinguía la voz angustiada de mi padre y el llanto desperado de mi madre mientras lavaban mi carita, camino a la clínica, por la travesura de mi hermana por poco pierdo la vista.
Los daños en mis ojos fueron severos y permanecí hospitalizado por varios días, papa no se despegó de mi lado ni un segundo.
Adriana recibió su castigo, pero lejos de arrepentirse se enojó más conmigo, me culpaba de la molestia de mis padres con ella y de no poder asistir a sus clases de ballet.
Mientras ella se quejaba a más no poder yo permanecía con una venda que cubría mis ojos, para que la luz no los dañara más, que injusto verdad, no creo que haya castigo para algo así, pero que se podía hacer el daño estaba hecho.
Me dieron de alta y al llegar a casa mis padres la obligaron a pedirme perdón, acepte sus disculpas pues la amaba era mi hermanita, aun sin ver la abrace pensando que era sincera.
Las semanas pasaron entre consultas médicas donde los médicos me aplicaban muchos medicamentos, tenía dos enfermeras a mi cuidado, por lo que nunca estaba solo, lo que fue de gran ayuda porque mis hermanas no me molestaban.
No podía hacer nada de lo que tanto amaba, leer y jugar ajedrez como era imposible con esos parches que cubrían mis ojos.
Mi padre me compro unos audífonos para que pudiera escuchar música.
Me aprendí muchas canciones en ese tiempo.
Casi pierdo el año escolar, pero gracias a que soy muy bueno en matemáticas y en la lectura, pude ser promovido de grado e ir a la par con mis hermanas que claramente no estaban nada contentas con ello.
En quinto grado tenía un amigo él era un poco como yo y le gustaba el espacio, me visitaba y jugábamos en mi habitación, pero con el tiempo cambio conmigo ya no quería jugar, me evitaba como a la peste, me dolió su indiferencia y me aferre a mis mejores amigos mis libros.
Mis hermanas seguían igual, llamando la atención de mama quien la llevaba a su empresa, donde ellas hasta modelaban con las modelos de las campañas.
Yo iba de vez en cuando con mi padre a la clínica, donde todos me trataban con tanto respeto y amor, incluso me decían el pequeño doctor, mi papá me mando a hacer una bata médica con mi nombre y yo me sentía tan feliz de ser como mi padre.
Terminamos la primaria y en el acto de grado Adriana y Ana Lucia no podían dejar de hacer de las suyas para arruinar mi momento.
Ana Lucia jalaba a papa para que bailara con ella y Adriana bailaba con mama, cuando mi mamá me invito a bailar, ella tomó una bebida y me la arrojo encima, corrí llorando mientras todos se reían de mí, me encerré en el auto y le pedí al chofer que me llevara a casa.
Mi madre corrió tras el auto, pero Adriana y Ana Lucia lloraron y la convencieron de quedarse en la fiesta de graduación.
Si esto les parece malo, no se imaginan el infierno que me sobrevendria despues.