Con un gran y doloroso problema sobre sus hombros, Flavia es acorralada de nuevo, sin embargo, la gran confusión la sumergirá en un mar de sensaciones y dolor. El amor no siempre es claro, el amor es solo amor.
Como toda madre, su principal deseo es velar por el bienestar de su hijo, aun si tiene que hacer cosas que la degradarían a más no poder. Como aquel contrato que firmó, donde a cambio de salvar a su hijo, tendría que darse como pago. Volviéndose así en la amante de su benefactor.
Una vez acabado aquel acuerdo, ya no tendría nada que hacer como aquel hombre que devoró sin piedad todo su ser; sin embargo, la vida caprichosa tenía preparado otros planes.
¿Podrá su herido corazón tener espacio para volver a creer en el amor?
¿Podrá el destino apiadarse de aquella madre abnegada?
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Cap. 18 Aleida, eso no es así
Katty estaba que botaba fuego por la boca, había traído dinero para arrojarlo a la cara de Flavia, ella estaba segura de que podría llegar a un acuerdo, esa mujer siempre había sido una muerta de hambre, chantajearla con el buen estado de Saúl y el de ella le parecía coherente, pero jamás se imaginó que las cosas sean si, y si lo que dice Santiago es verdad, Saúl ya no es un Gonsalves, ellos tendrían que esperar a que el niño cumpla la mayoría de edad para cambiar el apellido.
Sin que puedan evitarlo, se acercó nuevamente el rubio alto que los insto a que se retiren, ya habían sido atendidos por la jefa, así que no tenían nada más que hacer.
Aunque esa gente se fue a regañadientes, cuando salían, veían como Santiago cargaba a una nena preciosa y rubia, y tenía de la mano a Saúl que parecía hablar a velocidad de la luz, con él, era Saúl, el niño que podría conseguirles una buena vida, pero ahora estaba más lejos que nunca.
Gerardo veía la situación desde el balcón, esa gente de verdad que era miserable. Flavia lo había puesto en conocimiento de todo, y la recomendación del abogado, era que los Flabel estén sobre esta situación, Flavia es muy ruda, pero lo único que no se debe mancillar ahora es la reputación de la madre, aún se piensa que si la madre no tiene los antecedentes morales correctos o la economía adecuada puede darles a los niños al padre, o dejar que la familia paterna intervenga. Flavia quería a toda esa gente lejos de Saúl, aunque ahora tiene un problema llamado Santiago Flabel, que esté más grupo que antes, como si eso fuera posible, ella quería odiarlo, pero ese tipo se lo hacía difícil definitivamente, y una idea de lo más loca rondaba por la cabeza de Flavia, algo que parecía podría calmar el resentimiento.
Aleida fue a la habitación para ayudar a Flavia, ella debía volver, quería dejar en claro que esa familia no podía acercarse a su hijo de ninguna manera, pero la charla con su amiga se puso más interesante de lo que ella quisiera admitir.
—Flavia, acabo de ver que tengo unos documentos que debo firmar, te alcanzo en una semana, hay cosas aquí que quiero ver, aunque no sé si quieres que vaya para interrumpir tu luna de miel, picarona, recién casada —dijo Aleida con una sonrisa socarrona sobresaltando a su amiga.
—Aleida, eso no es así, de ninguna manera, solos será un año, él quiere estar con los niños, en cuanto pueda me los traigo, si él quiere, que los venga a ver a la hacienda —dijo Flavia mientras Aleida sonríe.
—Bien, ya que solo lo usas para que Saúl está a salvo, quiero que sepas que tu nene está fascinado con Santiago, no creo que sea bueno que rompas ese nexo, es el padre de sus hermanitos, ten cuidado y toca las cosas entre ellos con pinzas, ellos no tienen la culpa de nada de lo que ha pasado, así que solo saca las uñas si sientes que tus hijos están en riesgo —dijo Aleida mientras que Flavia asiente. Se ha dado cuenta de que Saúl es un fan de Santiago, aunque no sabe en qué momento pasó eso, y no entiende cómo es que Santiago, que tiene fobias peculiares, es tan relajado con Saúl, sus pequeños es un terremoto, pero a Santiago no parece importarle nada de eso.
—Ale, lo sé, sé que ese tipo tiene un ángel que atrae a mi Saúl, así que voy a tratar de ser lo menos agresiva, pero no podré parar si quieren lastimar a mis nenes —dijo ella mientras que Aleida siente, en eso le da la razón, la hermosa rubia había pasado por mucho, ya no podía ser discreta o sumisa, ella tenía tres cachorros que cuidar y como toda leona los defendería inmediatamente, pero lo que Flavia no sabía era que en su país y de vuelta con los Flabel, ella encontraría un mega problema, algo que ni ella ni nadie se imaginaría, pero una sorpresa que jamás se le habría pasado por la cabeza.
Flavia entendería que a veces, y solo a veces, el destino te lleva por un camino para que vuelvas a tu destino, y eso lo vería claramente, además, que el viento sopla aires de venganza y así sería.
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Aleida veía como se movían las cosas de los niños, Leila estaba corriendo de aquí para allá con Mara y Laura quienes eran las encargadas de la hacienda y niñeras de los niños, mientras tanto, Santiago estaba conociendo a al querido y adorado conejo Pascualito, era un hermoso conejo angora y blanco como el algodón, Santiago sonrió y dijo sin problemas.
—Bien, Pascualito te va a extrañar, deberemos llevarlo, pero tú te harás cargo, debes ser responsable, es tu mascota —dijo Santiago, mientras que Saúl tiene una sonrisa enorme y asiente repetidas veces, Santiago era su consentidor, alguien que le daba el gusto y sentía que lo hacía porque le gustaba verlos sonreír.
—Gracias, papi, ahora que estamos solos y mi Luna no entiende nada de nada, no olvides lo que prometiste, hicimos un trato, solo confió en ti — dijo Saúl haciendo un pequeño puchero esperando que el hombre guapo se comprometa.
Santiago, sin ninguna dificultad, alzó a Saúl en su otro brazo para mirarlo fijamente.
—Claro que sí, lo hicimos y no voy a defraudar tu confianza, eres mi hijo, habíamos quedado en eso, aunque ese sujeto aparezca, seguirás siendo mi hijo y de nadie más, cuidaré de tu madre y hermanitos con mi vida, y si no cumplo, debo morir por fallarte — dijo serio, mientras que Saul asiente serio y mirándolo fijamente, en eso había quedado definitivamente.
—Bien, ahora vamos a alistar las cosas, papá, hay cosas que hacer, debemos trabajar mucho, mami, te odia a muerte, debes esforzarte, no veo que seas muy avispado, tendré que ayudarte —dijo Saúl mientras que Santiago se queda mudo, esa no es la razón, si es más avispado, Flavia podría castrarlo y en vía pública.