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Ni Villana, Ni Santa

Ni Villana, Ni Santa

Status: Terminada
Genre:Romance / Mujer poderosa / Magia / Reencarnación / Mundo mágico / Villana / Completas
Popularitas:166.8k
Nilai: 5
nombre de autor: LunaDeMandala

Esther renace en un mundo mágico, donde antes era una villana condenada, pero cambiará su destino... a su manera...


El mundo mágico también incluye las novelas

1) Cambiaré tu historia
2) Una nueva vida para Lilith
3) La identidad secreta del duque
4) Revancha de época
5) Una asistente de otra vida
6) Ariadne una reencarnada diferente
7) Ahora soy una maga sanadora
8) La duquesa odia los clichés
9) Freya, renacida para luchar
10) Volver a vivir
11) Reviví para salvarte
12) Mi Héroe Malvado
13) Hazel elige ser feliz
14) Negocios con el destino
15) Las memorias de Arely
16) La Legión de las sombras y el Reesplandor del Chi
17) Quiero el divorcio
18) Una princesa sin fronteras
19) La noche inolvidable de la marquesa

** Todas novelas independientes **

NovelToon tiene autorización de LunaDeMandala para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Nueva Vida

El frío se apoderaba de mis manos. Sentía cómo la vida se me escapaba poco a poco, mientras la penumbra de la habitación del hospital me rodeaba. Las máquinas sonaban con un ritmo cada vez más lento, y aunque mi cuerpo ya no respondía, mi mente aún guardaba un remolino de pensamientos.

Me llamaba Esther. Mi vida, aunque sencilla, había estado llena de momentos pequeños que atesoraba: el cariño de mis padres, los paseos por el campo, las tardes de lluvia leyendo frente a la ventana. No había hecho grandes cosas, pero al menos había amado y sido amada. Una enfermedad cruel y silenciosa había puesto fin a todo.

Con el último aliento, cerré los ojos… y pensé que sería el final.

Pero no lo fue.

Un calor sofocante me envolvió de repente. El aroma a incienso, a telas finas y perfumes dulzones, llenó mis sentidos. Mis párpados pesados se abrieron, y lo primero que vi fue un espejo de cuerpo entero frente a mí.

La imagen me heló. No era yo.

Un rostro perfecto, de facciones finas y altivas, me devolvía la mirada. Una joven de cabellos rubios casi platinados, que caían como cascada sobre un vestido de seda bordado con hilos dorados. Ojos azules, profundos, pero llenos de arrogancia.

Y entonces, los recuerdos comenzaron a llover en mi mente como dagas: gritos de sirvientes, risas crueles, contratos firmados para la compra de esclavos, lágrimas de niños encadenados… y finalmente, fuego y sangre devorando a toda una familia noble.

“Esther Spencer… hija única del duque Spencer”, susurré sin darme cuenta.

Sí. Esa era la identidad del cuerpo en el que había reencarnado. Una villana, la mujer más hermosa y temida del imperio Volt, cuya arrogancia y sed de venganza habían condenado a su linaje entero.

Me llevé una mano al pecho, temblando. Tenía todos sus recuerdos. Su desprecio por quienes consideraba inferiores, sus humillaciones, su deseo de ser temida. Pero también tenía los míos, los de la otra Esther, la que murió en un hospital, la que había aprendido el valor de la bondad.

Una verdad brutal se impuso: estaba viviendo en el cuerpo de una mujer odiada. Una villana que, en el futuro, sería destruida por sus propias acciones.

Me levanté, tambaleante. La doncella que entró a la habitación me miró con miedo, como si en cualquier momento pudiera abofetearla. Y comprendí otra cosa: la mala reputación de Esther Spencer ya estaba escrita. Su nombre era sinónimo de arrogancia, de crueldad, de veneno.

Apreté los puños.

—Un año… tengo un año antes de que compre al primer esclavo… antes de que todo se arruine.

La otra Esther había condenado a los Spencer a la desgracia.

Yo… yo debía encontrar la forma de salvarlos.

Aunque para eso tuviera que enfrentar el odio del mundo entero.

Cuando desperté al amanecer, todavía me costaba asimilarlo. El dosel de seda, las sábanas bordadas, los perfumes de flores exóticas… aquello no era un sueño. Era la nueva vida que se me había impuesto.

La doncella entró para ayudarme a vestirme. Su mirada, temblorosa, me evitaba. Comprendí al instante: temía una bofetada, un insulto, alguna de esas humillaciones que la Esther Spencer original lanzaba como si fueran su pasatiempo favorito.

Tragué saliva.

—No es necesario que bajes la cabeza —le dije con suavidad.

Ella alzó los ojos, sorprendida. El silencio entre nosotras se volvió espeso. Y entonces comprendí: ya desde mi primer gesto, mi forma de ser contrastaba con la de la antigua Esther.

Mientras me colocaban el corsé y el vestido, los recuerdos que no eran míos volvieron con nitidez. Vi a una niña pequeña, de cabellos rubios, llorando a gritos en un salón inmenso. Servidumbre corriendo para traerle dulces, juguetes, vestidos… cualquier cosa que la calmara. Vi cartas de sus padres —siempre lejos, en viajes diplomáticos o atendiendo asuntos del ducado— llenas de promesas y regalos, pero jamás de reglas o consejos.

"Mi dulce Esther, te envío estas joyas desde el extranjero. No olvides que eres nuestra princesa."

"Querida hija, lamento no poder regresar aún. He comprado caballos nuevos para ti. Espero que te agraden."

Eran mensajes vacíos, intentos torpes de compensar la ausencia. Nunca un “no”. Nunca un límite. Nunca una corrección.

Así nació la niña caprichosa que pronto se convirtió en la villana que todos odiaban.

Sacudí la cabeza, intentando apartar esos recuerdos. Me puse de pie y me acerqué al gran espejo. Esa era la imagen que el mundo recordaba: la joven hermosa, altiva, con la mirada llena de desprecio. Pero dentro de mí, ya no estaba ella.

La doncella me tendió los zapatos con manos temblorosas.

—Milady… el desayuno está listo.

—Gracias —respondí, y le sonreí.

El gesto fue tan pequeño… pero la doncella abrió los ojos con un asombro que me partió el corazón. Era la primera vez que Esther Spencer sonreía sin burla ni veneno.

Salí al pasillo, decidida. El mundo podía odiar a la villana. Podían desconfiar, burlarse o despreciar. Pero yo ya no era ella. Y aunque su reputación pesara sobre mí, encontraría la forma de cambiar el destino que nos aguardaba.

Al día siguiente, el día comenzó con una calma inusual en la mansión Spencer. Yo bajé las escaleras con pasos ligeros, saludando a cada criado que encontraba en el camino.

—Buenos días —dije con naturalidad.

Las cabezas se levantaron, los ojos se abrieron como platos. Un cuchicheo inmediato recorrió el pasillo. Nadie estaba acostumbrado a un saludo. Esther Spencer no saludaba; ordenaba, gritaba o despreciaba.

En el comedor, la mesa estaba dispuesta con frutas, panes y delicadas tazas de porcelana. Tomé asiento y agradecí al mayordomo.

—Se ve delicioso. Gracias por el esfuerzo.

El hombre, que llevaba más de diez años sirviendo a la familia, casi dejó caer la bandeja. Murmuró un “a su servicio, mi lady” con la voz temblorosa y se retiró de prisa, como si mi gratitud fuera una amenaza.

Durante todo el desayuno, sentí miradas furtivas desde las esquinas. El silencio era tan pesado que casi podía escucharlo crujir.

La situación estalló más tarde, cuando pedí salir al jardín y una de las doncellas, demasiado nerviosa, tropezó con una bandeja, derramando agua sobre mi vestido. El eco del accidente resonó por toda la mansión. La pobre chica cayó de rodillas, temblando.

—¡P… perdóneme, mi lady! ¡No fue mi intención!

La antigua Esther la habría abofeteado sin dudar, arruinando no solo su día, sino quizás la vida entera de la muchacha. Pero yo me incliné y la ayudé a levantarse.

—No es nada grave… no te preocupes.

El silencio se volvió sepulcral. Los criados que observaban en secreto huyeron por los pasillos como si acabaran de presenciar un presagio oscuro.

No tardó en correr el rumor.

—La señorita… ha cambiado.

—¿Habrá sido víctima de un hechizo?

—¿O será que un espíritu maligno la posee?

Esa misma tarde, mientras trataba de leer en la biblioteca, escuché pasos apresurados y murmullos detrás de la puerta. Cuando la abrí, me encontré con tres sirvientes y al mayordomo discutiendo en voz baja. Entre ellos, un hombre vestido con túnica azul oscuro, con un báculo de madera en la mano.

—¿Quién es él? —pregunté con calma.

El mayordomo tragó saliva.

—Mi lady… debido a su… comportamiento inusual, hemos llamado al mago de la corte para que la examine.

El mago me miró con una mezcla de curiosidad y desconfianza.

—Dicen que la señorita Spencer sonríe… que agradece… que no grita. Eso no es natural… pero, ya sé que es…

Lo miré fijamente, sintiendo un escalofrío. Este mundo no solo me observaba con recelo; ya estaba intentando explicar mi existencia a través de la magia.

Sonreí con suavidad.

—Tal vez no soy la que ustedes creen.

1
Karlite
Hermosa como todas 🥰
lupita N M
👍
Loba Hunter
Dios que arrastrada
Loba Hunter
arrastrada
Liliana Rivero
excelente historia muy hermosa fue buena desde el principio hasta el final felicitaciones escritora éxito en todas las demás que sigas escribiendo gracias por compartirla con nosotras bendiciones /Rose//Kiss//Heart/
Norys Perez
🥰🥰🥰
Liliana Rivero
excelente capitulo sigue así
ESTER CRISTINA GOMEZ RIVILLAS
Excelente
ESTER CRISTINA GOMEZ RIVILLAS
Linda historia el acoso de Esther dio grandes frutos 🤣🤣🤣🤣
Kaori
exelente historia.
Vale Barrera
Genial, cómo siempre 😍💕😍
Kaori
este emperador no está sino por la competencia 😂
Sandra Herrera
Hermosa historia, excelente la disfrute felicidades a la escritora
Sandra Herrera
Excelente historia felicidades, la disfrute
Liliana Rivero
que pensó Arturo que Esther le iba a estar rogando y mendigando un amor que el no se merece que pensó que ella no tiene dignidad
Kaori
que no ahora que si . hombres al fin
Kaori
aquí cuando es su prometida
Bea Tastro
muy hermosa esta novela , felicitaciones aurora 👏
Karye55
La posición estuvo potente 🤭🤣
Rose M
encantada!
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