En un tranquilo pueblo rodeado de montañas, Martín, un chico alto y reservado, siempre ha creído que su altura lo separa del mundo que lo rodea. Sofía, en cambio, pequeña pero llena de energía, ve el mundo desde una perspectiva completamente diferente. Un inesperado encuentro entre ellos hará que dos mundos opuestos se entrelacen de formas que ninguno imagina. Lo que comienza como un simple gesto de ayuda, pronto desatará emociones que pondrán a prueba sus propios límites. ¿Hasta dónde pueden llegar dos personas que ven la vida desde alturas tan distintas?
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Capítulo 1: El encuentro en la plaza
Era una tarde soleada de primavera, y la plaza del pueblo estaba llena de vida. Los niños corrían de un lado a otro mientras las familias paseaban sin prisa, disfrutando del aire fresco que traía el cambio de estación. Martín, alto como siempre, se sentía una vez más como una torre en medio de una ciudad en miniatura. Con sus audífonos puestos y las manos ocupadas arreglando una vieja bicicleta, apenas notaba el bullicio a su alrededor. Para él, ese era su refugio: la mecánica, la concentración en algo físico que lo alejaba de las miradas curiosas y los comentarios que había aprendido a ignorar con el tiempo.
Del otro lado de la plaza, Sofía intentaba, con cierta frustración, colgar un adorno en una rama baja de uno de los árboles. Era parte de la decoración para la próxima fiesta del pueblo, y aunque siempre había sido independiente, su pequeña estatura le jugaba una mala pasada en momentos como este. Saltó un par de veces, estirando los brazos, pero la rama seguía siendo inalcanzable. Fue en ese momento cuando sus ojos se posaron en la figura de Martín, quien, sin darse cuenta, parecía ser la solución perfecta a su problema.
— ¡Oye! — Sofía llamó, un poco insegura de si su voz llegaría hasta él.
Martín no escuchó de inmediato, pero cuando levantó la vista y vio a Sofía moviendo las manos, se quitó los audífonos y se acercó, curioso.
— ¿Necesitas ayuda? — preguntó él, con su voz profunda y tranquila.
Sofía asintió, sintiendo que debía explicarse rápido.
— Quiero colgar esto, pero... ya sabes — dijo con una sonrisa tímida, señalando su altura con un gesto divertido.
Martín sonrió ligeramente, algo que rara vez hacía, y con un movimiento rápido y preciso, alcanzó la rama y colgó el adorno sin esfuerzo. Sofía lo observó con asombro.
— ¡Guau! Eso fue fácil para ti — dijo ella, riendo suavemente.
Martín, que no estaba acostumbrado a las conversaciones casuales, simplemente asintió, pero algo en la forma en que Sofía lo miraba lo hizo sentir diferente. No era una mirada de sorpresa o curiosidad por su altura, sino una mezcla de gratitud y algo más, algo que lo descolocó por un segundo.
— Gracias — dijo Sofía con una sonrisa brillante que iluminó su rostro. — Me llamo Sofía, por cierto.
— Martín — respondió él, intentando mantener la compostura.
A partir de ese momento, algo cambió entre ellos. Aunque fue un encuentro breve y sencillo, tanto Martín como Sofía sintieron que habían cruzado un umbral invisible. Mientras Martín volvía a su bicicleta y Sofía a sus adornos, una chispa de curiosidad comenzó a arder en ambos corazones, aún sin que ellos lo supieran del todo.
Ese pequeño encuentro en la plaza era solo el comienzo de algo mucho más grande.
"Encuentro en la Esquina del Destino"
En la esquina del destino, te encontré,
como un susurro entre la bruma matutina,
en un instante fugaz, sin avisar,
la vida nos unió con su trama divina.
Tus ojos, estrellas en un cielo desconocido,
brillaron con la promesa de mil historias,
y en el silencio, la magia de lo no dicho,
pintó en el aire nuestras propias memorias.
Nos miramos, y el tiempo se detuvo,
como si el universo hubiera respirado,
y en el cruce de nuestros caminos,
hallamos un refugio inexplorado.
Un encuentro que el azar no pudo prever,
pero que el corazón, siempre sabio, deseaba,
fue un instante que el destino quiso ofrecer,
como un regalo que en el alma se guardaba.