Renasci

Estábamos listos para marcharnos. Había muchas personas listas para despedirnos, y el ambiente estaba cargado de emociones encontradas. La plaza frente al palacio estaba abarrotada de ciudadanos, soldados y familiares que habían venido a darnos su apoyo y sus bendiciones.

Kaiden y yo nos encontramos en la vanguardia del grupo, observando a la multitud que nos rodeaba. Podía sentir la mezcla de esperanza y preocupación en el aire. La guerra contra Eldoria era inminente, y todos sabíamos lo que estaba en juego.

—Andaira, estamos listos para partir —dijo Kaiden, mirándome con una mezcla de resolución y ternura.

Asentí, sintiendo una oleada de emoción. Sabía que este sería un viaje largo y peligroso, pero también sabía que era necesario para proteger a nuestro reino y a las personas que amábamos.

Mientras caminábamos hacia nuestros caballos, escuchamos a los ciudadanos despedirse con palabras de aliento y oraciones por nuestra seguridad. Entre la multitud, vi a mis padres, su rostro reflejando una mezcla de orgullo y preocupación. Ellos también se unirían a la guerra. Mi padre, siendo un guerrero formidable, lucharía en el frente, mientras que mi madre, una sanadora talentosa, se quedaría en un campamento cercano para tratar a los heridos.

—Andaira, cuídate mucho. Los alcanzaremos en unos días, manténganse a salvo —dijo mi madre, sus ojos llenos de lágrimas.

—Lo haré, madre. Prometo que estaremos bien —respondí, abrazándola con fuerza.

Mi padre me dio una palmada en el hombro, su expresión seria pero llena de amor.

—Estamos orgullosos de ti, hija. Sé fuerte y recuerda que siempre estaremos contigo —dijo con firmeza.

Me despedí de mis padres y subí a mi caballo, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre mis hombros. Kaiden se acercó a mí y tomó mi mano por un momento, dándome una sonrisa de aliento.

—Estamos juntos en esto, Andaira. No importa lo que venga, enfrentaremos todo con valentía y esperanza —dijo, sus ojos reflejando la misma firmeza que yo sentía.

—¿Están listos para vencer a esos sinvergüenzas? —dijo Alan, que estaba a un lado de Kaiden.

—Pensé que no vendrías —le dije, burlándome de él.

—¡Ja! Como si fuera a dejar que se diviertan sin mí y se lleven toda la gloria —dijo con una sonrisa. Alan no perdía su optimismo ni en los momentos más tensos.

—Claro, te encanta ser el centro de atención —le dijo Kaiden, claramente cómodo de tenerlo a su lado.

—Pronto será el momento de partir —nos interrumpió Evander, quien se acercó a nosotros.

—¿También irás? —le pregunté. Pensé que él no iría ya que, en contraste con su hermano Kaiden, era un chico enfermizo y el emperador era renuente a dejarlo ir.

—Sí, yo también iré. Tengo a alguien a quien quiero proteger —dijo mientras sus mejillas se sonrojaban y su mirada se enfocaba en una mujer pelirroja con uniforme militar. Ahora entendía sus motivos; porque se sentía un cobarde cuando pidieron que tuviéramos un compromiso, él ya estaba enamorado de alguien.

El emperador se acercó a nosotros, su expresión solemne y autoritaria.

—Les deseo éxito y valentía en esta misión. Protejan nuestro reino y regresen a salvo —dijo, su voz resonando con poder.

Con una última mirada a la multitud, nos pusimos en marcha. Los soldados detrás de nosotros marcharon con disciplina y coraje, mientras nos dirigíamos hacia el frente de batalla.

El camino por delante sería arduo y peligroso, pero también sabíamos que era un viaje necesario para asegurar el futuro de nuestro reino. Con Kaiden a mi lado, el apoyo de nuestros aliados, y la fuerza de mi familia, enfrentaría cualquier desafío que se presentara.

El sol se alzaba en el horizonte, iluminando nuestro camino y recordándonos que, a pesar de las sombras que se avecinaban, siempre había esperanza y luz. Con esa certeza en nuestros corazones, partimos hacia el futuro incierto pero lleno de promesas, listos para luchar por lo que creíamos y proteger a quienes amábamos.