La vida en la época victoriana años después de la segunda revolución industrial y de las dos guerras del opio. Está es la vida de un profesor con su hija y la maldición del vestido azul.
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Luto
Esta historia está basada en hechos reales, es una denuncia a la explotación infantil, siempre hubo y sigue habiendo, pero los gobiernos cierran un ojo cuando se toca este tema. Los finales no son felices, si usted es un lector que busca un final feliz este libro no es para usted.
Año 1869, Inglaterra. Hoy es un día gris, hoy el cielo está nublado y el viento es frío, las nubes son oscuras y parecen amenazar con abrir las compuertas, hacer llover y mucho. La pequeña familia Lauren está en el cementerio, ellos dan el último adiós a un ser querido, un hombre está sereno, sostiene la mano de una niña de unos cuatro años, estás dos personas están acompañadas de dos adultos mayores, muchos vecinos y conocidos, ellos dos están siendo observados por alguien quien tiene la mirada puesta en el hombre.
- A partir de ahora, tu madre ya no está con nosotros.
- ¿Por qué le ponen tierra al cajón? - la niña tiene inquietudes propias de la edad y de aquella época.
- Porque así es como los muertos se preparan para ir al cielo. – la voz es seca.
- ¿Por qué se van al cielo? Está muy lejos.
- Porque desde allí, ellos cuidan mejor de sus seres queridos.
La niña levanta su mirada al cielo y está atenta por si mamá aparece, los minutos pasan, pero no ve nada.
- Papá, estoy mirando el cielo y no veo a mamá, sólo veo nubes grises.
- Los espíritus no se pueden ver. Pero si te portas mal, ella puede manifestar su enojo de mil maneras.
- Yo me voy a portar bien.
- Mas te vale, porque no quiero problemas con tu madre. – la voz suena severa.
- Seré buena niña para que mi mamá esté contenta.
Los Lauren se ponen al lado derecho de la tumba de Mildred, la ex esposa de Thomas Lauren y madre de la pequeña Sophia.
- Ahora tenemos que ponernos aquí, las personas nos van a saludar y ese saludo es el pésame.
- ¡Bésame! ¿Nos van a besar?
- Mi pequeña Sophia, - aclara el abuelo – es pésame, con p de papá.
Los vecinos saludan con pesar a los ancianos, las mujeres saludan con profundo cariño a la niña y susurran cosas bonitas. Los varones en cambio le dicen que sea buena niña para ayudar a papá. Los vecinos saludan con hipocresía a Thomas, pero con el cuidado de que no se note mucho. Por otro lado, están los colegas de trabajo de Thomas, ellos tienen otro concepto sobre Thomas, ellos son amigos también y el saludo es fraterno.
- Por lo menos te quedó tu bendición, cuida bien de ella.
- Para cualquier cosa cuentas con nuestro apoyo.
- Ahora te queda tu hija, ella será tu motivo para seguir adelante.
Frases como esas eran de sus colegas de trabajo, ellos están muy sentidos por la difícil situación del colega, por su parte, Thomas es indiferente a las palabras de sus amigos y colegas, no le hace ni frío ni caliente.
En casa de los Lauren, Thomas se va a su habitación.
- ¿No vas a comer algo? – la señora se preocupa por su hijo.
- No me molesten, quiero estar solo. – su enojo hizo estremecer a la pequeña Sophia.
- Abuela ¿Por qué mi papá se comporta así?
- Esta con mucho dolor, y eso lo vuelve difícil.
- Mamá – habla el abuelo – ¿Qué hay para comer?
- Como entrada hice una rica sopa de gallina, primero hay que matar el frío.
- ¡Qué rico!, abuela, sopa de gallina.
- ¿Te gusta?
- Sí, cuando mamá podía, lo hacía.
- Hoy conocerás la sazón de la abuela. – el abuelo estaba orgulloso de su esposa.
Thomas por su parte, encerrado en la habitación, empacaba de inmediato toda la ropa de su fallecida esposa, pero el vestido azul lo quemó en la parte trasera de la casa justo antes de que la lluvia se manifieste. Revisando las prendas de vestir de su exesposa, todas son prendas usadas, otras están muy gastadas, todo es tirado a la basura.
Thomas, ni siquiera esperó a que su exesposa se enfríe para tirar todas sus cosas.
Por otro lado, en el cementerio, el hombre misterioso que observaba a Thomas está delante de la fría lápida de Mildred.
-Te quise tanto Mildred, ahora tu hija está en manos de su padre. Haré lo que sea para hacer justicia en tu nombre... ¡Ay, Mildred! El destino nos ha jugado sucio, pero no me arrepiento de haberte amado, de lo único que me arrepiento, es no haber tomado medidas antes. Para tu cumpleaños te haré una lápida más bonita, porque tú marido es avaro hasta para darte tu eterno descanso.
La identidad del hombre misterioso es Frederick Kane, él es un hombre de poder, su profesión le ha dado riquezas, se dedica a la arquitectura y es el más famoso de Inglaterra, sus clientes son personas de la alta sociedad, inclusive ha realizado proyectos para la corona, por lo tanto, tiene muchos contactos. Si Thomas lo demanda para destruir su reputación, es probable que Frederick Kane gane el juicio con sólo mover uno que otro contacto, hasta puede usar a la reina Victoria como carta de triunfo.
En estos momentos, Frederick está dirigiendo una construcción, es de una escuela por pedido de la reina Victoria, dadas las circunstancias piensa hacer unas modificaciones al diseño de la decoración, se siente inspirado en Sophia, él se encariñó con ella y en honor a ella quiere hacer algunos arreglos, pero para evitar malos entendidos piensa esconder su verdadero propósito usando los gustos de la reina adaptado a la escuela.
Entre estos dos hombres hay una gran diferencia, Thomas, al parecer, nunca sintió cariño por su esposa y Frederick, por su parte, busca hacer justicia por su muerte y eso le está afectando, por eso su plan de modificar la decoración y pensar en Sophia es su salida temporal.
En casa de los Lauren, Sophia se pone a la ventana para gritar como manera de hablar con su mamá.
- Mamá, te quiero mucho ¿Cuándo vuelves mamá? ¿Por qué te has ido tan lejos?
- Cállate, escandalosa. Sigue así te voy a castigar. – los gritos de Thomas asustaron a la niña.
El abuelo no se queda de brazos cruzados, va a hablar con su nieta.
- ¡Sophia! No se grita. – el abuelo la regaña – tu papá se molestó y los vecinos se pueden quejar.
- Papá dice que mi mamá está en el cielo y si no grito nunca me va a escuchar.
- No mi niña – suaviza el ambiente la voz del abuelo – ven, te voy a enseñar cómo le puedes hablar a tu mamá.
- Pero ¿Mi mamá me va a escuchar, abuelo?
- Para que tú mamá pueda oírte, primero tienes que decírselo a Dios, él es el mensajero.
- ¿Dios escucha a los niños?
- Sí, pero entra, hay que cerrar la ventana hace frío. - cierra la ventana - Te voy a indicar paso a paso.
El abuelo entra con su nieta y la lleva a la habitación y le da indicaciones.
- Muy bien, para empezar, aquí será el lugar donde te vas a comunicar con Dios. Tienes que arrodillarte al pie de tu cama y juntar tus manos, palma con palma. Después cierras tus ojos y abres tu corazón para que las palabras salgan con verdad.
- Pero abuelo, así no me va a escuchar, Él está allí arriba, el cielo es alto.
- Lo sé cariño, pero Dios tiene el poder de escuchar tu voz y hasta puede leer tus pensamientos.
- ¿Dios lee los pensamientos, abuelo?
- Así es, mi pequeña, Él tiene mucho poder, en este momento está escuchando lo que estamos diciendo.
- Pero si la conversación entre tú y yo, abuelo.
- Mi pequeña Sophia, nunca olvides que Dios es el ser más poderoso, todo lo sabe, todo lo escucha y todo lo ve.
- Nunca lo voy a olvidar abuelo.
Sophia recibe el cariño de sus abuelos paternos, de sus abuelos maternos no se sabe nada, nunca los ha conocido.
en palabras, que dan por resultado tantas historias. Felicitaciones.