Madres protectoras

– Señoras, buenas tardes. ¿Les puedo ayudar en algo? – dijo Tiryon.

– Si, vengo a buscar a mi hijo. Se que está aquí, no tiene que ocultarlo.

– ¿Su hijo? No sé quién es su hijo, ¿me puede ayudar a entender a qué se refiere?

Emily lo miraba con impaciencia.

– Señoras, no se de que hablan pero entremos a la casa y hablemos tranquilamente.

Thomas abrió la casa, ayudó a Tiryon con su silla de ruedas y después le indicó a ambas mujeres que entrarán.

Ginger y Emily se miraron: una era una militar de alto rango, la otra una mujer de negocios pero ambas estaban ahí con la misma finalidad: Ir por sus hijos.

Ginger comenzo a hablar – Señor, se que usted ha cuidado de Charles y que él lo considera como un padre, pero mi hija no tiene que estar aquí, tiene que regresar al colegio. La madre superiora hará una excepción y la recibirá nuevamente.

Tiryon pensó en las palabras que había dicho Alice, realmente la encerraron en un convento. No podía dejar que convirtieran a la cachorra en monja, ese tipo de vida acabaría con ella.

En su interior se sintió molesto, ¿Cómo Charles dejaría que su pequeña y traviesa niña tuviera que pasar por algo tan traumático?

Por su parte Emily interrumpió.

– Señor, le pido disculpas pero me urge llevarme a mi hijo, no puede estar enredado con una pequeña delincuente.

– ¿Delincuente? ¿A quién llama delincuente?

– A tú hija, ¿crees que la noticia de que tú hija es una delincuente no ha circulamos por toda Europa? Tú podrás ser una militar pero la noticia no ha pasado por alto y mi hijo no puede estar cerca de ella por más tiempo.

– ¿Mi hija una delincuente? Ustedes los Smith tienen una reputación dudosa, es bien sabido en toda Europa que tus precesoras murieron de forma misteriosa. No puedo permitir que mi hija se relacione con ninguno de ustedes, mi bebé puede estar en peligro.

– Tú bebé es una delincuente.

– Mi hija no es una delincuente, te pido que midas tus palabras.

– No, quiero que tú midas tus palabras. Mi hijo no puede ser insultado de esa forma.

– Mi hija tampoco puede ser insultada por alguien de la familia Smith. Mi pequeña es una princesa.

– Tú hija es una profuga de la justicia.

– Mi hija no es ninguna profuga de la justicia. Ahora entiendo que todos los Smith son un grupo de arrogantes.

– Nosotros nos somos arrogantes, pero no podemos ser insultados por alguien como tú.

– ¿Alguien como yo?

– Si, alguien que no puede controlar a su hija.

– ¿Me lo dices tú? Seguramente tú hijo es el que arrastró a mi bebé. Él es mayor y más fuerte que mi hija, mi niña no puedo haberlo secuestrado pero él si pudo secuestrar a mi hija.

Emily se rió de forma irónica.

– Mi hijo estaba en un viaje escolar. Tú hija uso alguna clase de artimaña para que mi hijo hiciera lo que ha hecho.

– Mi hija no necesita hacer nada, es buena niña solo está un poco confundida.

–¿A la rebeldía sin límite se le llama estar confundido? Entonces tú hija está muy confundida.

– ¿Qué decir de tú hijo? Seguramente es un niño muy educado y obediente, por eso es que está con una revoltosa como mi hija – las palabras de la Ginger estaban cargadas de ironía y resentimiento.

Las mujeres siguieron discutiendo y los chicos que estaban espiando sabían que la situación no era buena, si en ese momento los separaban no se volverían a ver.

Alice penso que tal vez estaba bien para Robert así que le dijo:

– Anda, ve con tu madre. No la preocupes más.

– ¿Tú qué harás?

– Seguiré buscando a mi padre para que cuando lo encuentre me ayude a calmar a mi madre.

Robert dudo por un momento, quería ver a su madre, pero Emily estaba juzgando mal a Alice.

Thomas les hizo señales a los chicos mientras Tiryon entretenía a las dos madres.

Saco algo de alimentos y el equipaje de los chicos a escondidas y lo llevo a la vieja casa de los padres de Charles.

Los chicos que se dieron cuenta de esa acción corrieron para ese lugar, el tío Thomas había sido muy considerado: había dejado dinero, comida y su equipaje.

Los chicos sabían que no podían permanecer mucho tiempo ahí pues la seguridad de ambas mujeres comenzaría a buscarlos de inmediato.

No podían regresar por el camino que llegaron, serían vistos por la seguridad.

El único lugar al que podían huir era el bosque, Robert tomó de la mano a Alice.

– No te preocupes,estaremos bien.

Se adentraron al oscuro bosque, no llevaban una lámpara o algo que guiará su camino. Tropezaron más de una vez con raíces secas, Alice apretó más la mano de Robert y él la abrazo.

– No tengas miedo Alice, yo te protegeré de cualquier cosa.

De repente pequeñas luces comenzaron a guiar su camino, los chicos pronto pudieron atravesar el bosque y llegaron al castillo dónde horas atrás habían estado jugando.

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