Encrucijada

Robert entrecerro los ojos y miró a Alice.

– ¿No tienes algo importante que decirme?

– ¿Yo? No, nada. – dijo Alice fingiendo incredulidad – ¿Cómo crees?

Después reflexiono un momento – Oh si, ya se a qué te refieres. Vino una chica.

Robert abrió muy grande los ojos.

– ¿¡Qué chica!? ¿¡Qué chica!?

– Esa, Antonina... Antonia... no sé, una chica.

– ¿¡Vino!? ¿¡Qué dijo!?

– Solo tocó la puerta.

– ¿Y qué le dijiste?

– Nada... Ah por cierto, estás enfermo de la garganta pero dijo que se veían más tarde en el vagón de la comida.

– ¿Dijo algo más?

– No, nada más eso. La verdad es que estaba durmiendo, que amiga tan molesta... Oye, ¿esa es la chica que te gusta?

Robert de inmediato se sonrojó y no dijo nada.

Alice había tratado de cambiar la conversación.

– Estábamos hablando de otra cosa, ¿no tienes algo que decirme? Algo muy importante.

– No, nada. Era solamente lo de la chica, ¿no?

– ...

– No, no, nada de nada.

– Maldita sea, ¿por qué eres una mentirosa? Te haz escapado de casa, ¿por qué haz huido? Si te maltratan, puedes denunciar pero no tienes que escapar, siempre hay solución para los problemas. Mi madre siempre encuentra la solución sin hacer gran alboroto, creo que tú puedes hacer lo mismo. Si me lo dices, tal vez te pueda ayudar.

– Tú madre es una mujer muy sabía. ¿Entonces si te lo digo me vas a ayudar?

– Sí.

– Te lo voy a decir pero no me obligues a volver a casa.

Alice se puso muy seria – Mi papá desapareció hace 6 meses y lo voy a ir a buscar.

– Pero tal vez tú papá huyó con otra mujer.

– No, yo sé que no es así y aunque se hubiera ido con otra mujer, él me hubiera llamado. Siempre lo hace, siempre va de viaje y siempre me llama.

– ¿Y por dónde piensas empezar a buscar a tú padre?

– Ya te dije a donde iba, por eso tengo que esconderme de mi mamá.

Robert la miro con cierta compasión, era un acto valiente que siendo tan joven fuera a buscar a su padre, pensó que sí Emily desapareciera él haría lo mismo.

La chica derramo un par de lágrimas, eran tan sinceras que Robert no puedo evitar empatizar con ella, esa chica tragona y aficionada a los dulces. Soltó un suspiro, no quería decir lo que a continuación salió de su boca pero cuando quiso rectificarlo ya era muy tarde:

– Yo te ayudaré a buscar a tú padre.

Alice dejo de llorar y miro sorprendida al chico que tenía frente a ella, ¿este chico se ofreció a ayudarla? ¿De verdad escucho bien?

Ella parpadeo varias veces perpleja, Robert era un chico de palabra aunque se había arrepentido no iba a retractarse.

Puso los ojos en blanco y la miro – ¿O no quieres mi ayuda?

Alice se recuperó rápidamente y movió la cabeza de forma afirmativa – ¡Si! ¡Si la quiero!

Ambos chicos tendrían que hacer un plan, pues pronto llegarían a Holanda. Alice tenía que bajar del tren sin ser vista antes de que llegará a su destino.

Vieron la información del lugar a donde iría Robert, cerca había un enorme y bello campo de tulipanes, ese sería el lugar de encuentro. Alice guardo nuevamente en su mochila todas sus cosas que estaban regadas por la habitación.

Robert fue al restaurante y compró varias golosinas, cuando entró a la habitación Alice ya había levantado todas las cosas, se estaba peinando frente al espejo cuando Robert la vio seria y con el cabello recogido, penso que era como un ángel. Cuando ella lo notó sonrió a través del espejo y el pequeño corazón del chico comenzo a latir de forma precipitada.

"No Robert, tú estas enamorado de Antonella. Esta chica solo esta de paso, además es un demonio con apariencia de angel. No pienses en ella como una chica, piensa que es un chico." Pensó Robert para sí mismo, después de calmar sus sentimientos dió unos pasos hacía ella y le entregó la bolsa que llevaba en sus manos.

– Toma, por sí te da hambre.

Alice penso que nuevamente eran ensaladas o algo similar, así que sin mirar en la bolsa la guardo en su mochila.

El tren se acercaba a una curva donde inevitablemente tendría que bajar su velocidad, era el lugar donde habían planeado que Alice bajará del tren.

Después solamente le tomarían una o dos horas llegar al campo de tulipanes. El tren llegaría a su destino en 15 minutos, Robert bajaría de ahí, pasaría lista con sus compañeros, se registraría en el hotel y probablemente una hora después llegaría al lugar acordado.

Así lo hicieron, se acercaron a una salida de emergencia y Robert abrió la puerta, cuando vieron que había un campo libre de rocas o árboles con los que Alice se pudiera golpear, entonces ella salto y enseguida Robert le lanzo su mochila.

Él permanecía en la puerta hasta que vio que Alice se puso de pie y se sacudió la ropa, verificando que estaba bien, con la mano le hizo una señal de "OK" a Robert, en ese momento el cerro la puerta, la salida de emergencia y regreso a su camarote.

Comenzó a guardar sus cosas, en el escritorio vió su carta, la guardo nuevamente y penso que la había recuperado justo a tiempo para entregársela a Antonella en el campo de flores.

20 minutos después el tren llego a la estación de su destino y todos bajaron felices.

Robert y Cristopher bajaron juntos del tren.

– Oye amigo, hoy es el día que le entregaras la carta a Antonella, ¿como te sientes? ¿Le entregaras tú carta o le confesaras tu amor?

Robert titubeó – No sé, es la primera vez que pienso hacer algo así. Creo que la carta es demasiado cursi y no le gustará.

– Tienes que tener más confianza en ti mismo. Eres guapo, de una familia rica, bien educado, no dudo que ninguna chica se derrita ante tus encantos.

– Tengo autoconfianza pero no sé que le gusta a las chicas.

– Le gustará – Cristopher le dio una palmada en la espalda a su amigo.

Robert pensó en la risa burlona de Alice diciéndole que la carta era demasiado cursi. Él quería tener autoconfianza pero, ¿y si Antonella se burlaba de él igual que lo hizo Alice?

Tenía una hora para pensar si le daría la carta o le diría sus sentimientos personalmente.

Llegaron al hotel y se registraron.

Robert lo penso demasiado, aún podía no llegar a la cita con Alice y hacer su vida como si ella nunca hubiera existido, seguiría adelante, le diría sus sentimientos a Antonella y no volvería a ver a esa otra chica, no tenía nada que perder.

Guardo su cartera en su bolsillo junto con la carta que le daría a la chica que le gusta y llegó al campo de tulipanes donde estarían todos sus compañeros.

Probablemente Alice no estaría ahí, tal vez ella tuvo el mismo pensamiento que el y en cuanto bajo del tren tomó camino hacia su destino sin pensar en él.

Este pensamiento le ayudo a pensar que sus acciones eran las correctas.

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