Atrevimiento

Gabriela

Miró mi imagen en el espejo, frunciendo el ceño. No, no es que este mal. Pero esta no soy yo, y nunca he utilizado un vestido tan caro como el que llevo puesto. Digo, es hermoso; quedando perfectamente moldeado a mis curvas, haciéndome lucir irreconciliable. Pero, aún y así: no me siento cómoda.

Es extraño, verte toda la vida con ropas comunes y corrientes. Que al tener que usar uno de los vestidos de la marca Cooper. Me hace sentir de esa manera: incómoda.

La señora encargada me da una mirada rápida detrás mío. Y como si leyera mi mente me habló con una sonrisa cálida:

— Ese es el vestido perfecto para ti, mira nada más, ¡Luces espectacular! — Exclamó, la mire de soslayo. Pues, la verdad no confiaba mucho en las vendedoras de ropas.

¡Pero no estás comprando ropa, Gabriela!.

Si, cierto. La costumbre, sonrío forzado, viendo a la señora de edad mayor, parada aún tras mío.

—Gracias, pero... No hay otro vestido, el cual pueda utilizar — Frunció ligeramente el ceño pero sin perder la sonrisa de sus labios.

— Te has medido tres; este es el que mejor te queda, linda. Tienes una belleza única...

— Bellleza única... — La corto, repitiendo sus palabras, asiente con la cabeza y suspiro pesado—. Preferiría usar otro tipo de vestido, solo soy la asistente del señor Cooper.

— Precisamente, linda. El señor Cooper, fue el que ordenó los mejores vestidos para ti — Dijo ella, arreglando un poco las mangas caídas en mis hombros—. ¡Vas a deslumbrar con tu belleza!.

Sus palabras quedaron en mi cabeza, susurrándome que sería un blanco de burlas; entre más me negué a usarlo, ella seguía insistiendo; en lo realmente hermosa que me veía. Sigo con mis ojos puestos en el espejo, tratando de convencerme a mi misma, que debo dejar los estigmas a un lado. Y dar paso a una Gabriela, capaz de lucir bella; aunque sea una vez en la vida.

El vestido, es de color azul noche. Largo abierto hasta medio muslo en la pierna derecha, no tan ajustado a mi cuerpo, me da la sensación que estoy usando una segunda capa de piel, el corte en V y abierto en los senos, recae en los hombros dejándolos desnudos y dando ese toque, sensual pero elegante a la vez. El único problema que veo, es que mis pechos quieren salir corriendo en cualquier momento, cuando estaba a punto de decirle a la señora que lo cambiará; por uno no tan exuberante, el jefecito entró por la habitación.

— Jones, ya está lista. En una hora debemos estar allá... — Me gire para verlo, él estaba concentrado viendo el reloj en su muñeca, que no se había fijado en mi; hasta que levantó la cabeza y sus ojos recorrieron mi cuerpo. Sentí como el cuerpo me vibró, ante tal mirada. El tiempo quedo suspendido, pareciendo que fuéramos los únicos en aquella habitación, sentí como me desnudo con la mirada; acariciándome con sus bellos ojos verdes—. Estas, muy hermosa...

Susurró, me mordí la cara interna del labio inferior, ante su comentario tan sincero. El sueño de toda hembra; es que un buen macho se fije en ella. ¿Porqué me siento así, con Dereck Cooper?. No sé, quizás sea esa forma en la que me mira, poniéndome muy nerviosa.

— ¢Gracias, señor Cooper. Pero es un vestido...

—Jones. ¿Usted siempre es así? —Inquirió con una sonrisa ladina en sus labios, fruncí el ceño confundida.

—¿Así como? — Pregunte, se río un poco cruzándose de brazos.

— Tan tosca y terca, usted es mi asistente y debe estar a mi altura; recuerda que en estos momentos usted es mi mano derecha — Dijo natural, parpadeo varias veces viendo como se dibuja una sonrisa pícara en sus labios.

Si no me mata la comida, me matará alguno de esos dos hombres.

¡No estaría para nada mal, con dos!, sucia y cochina mente.

— Vamos, Jones. O llegaremos tarde — Insistió él, di un largo suspiro antes de agarrar mi bolso de trabajo con.las carpetas. No he tenido tiempo de enviarle mensajes a Adrián, y en cierta forma me hace sentir terrible.

— Vamos, señor Cooper — Dije caminando hacia él, quien sonrió y asintió levemente. Me fui adelante, sintiendo sus ojos fijos en mi cuerpo y, más vergüenza no puedo sentir.

Me detuve frente al ascensor y el jefecito, estiró su mano oprimiendo el botón, para llamar a este, rozando su brazo con el mío. Mi corazón empezó a acelerarse por lo cerca que estaba a mi, su colonia se quedó impregnada en mis fosas nasales. Y creo que de los nervios estoy sudando a mares. Al abrirse las puertas entre rápidamente, haciéndome en una esquina lejana a él, con la vista en mi bolso haciéndome la que lo revisaba. Él entró y las puertas se cerraron. Este empezó a bajar.

— Jones, ¿Puedo decirle algo? — Dijo él, levanté mi vista para mirarlo. Es un bello hombre; es perfecto. ¿Qué mierda estoy diciendo?.

— Dígame...

— Disculpe mi atrevimiento, Jones — Este hombre no concuerda las palabras cuando las dice. No le entiendo ni la mitad de lo que habla—. Perdóneme por lo que haré.

Y de un rápido movimiento, pulso el botón para detener el ascensor. Frenando este de inmediato, me agarré fuerte de las paredes y mi respiración empezó a ser intranquila.

—¿Porque detiene el ascensor? — Me miró a los ojos fijamente, los suyos parecían listos para comerme a pedazos—. Señor Cooper, esto no es gracioso, le tengo pánico a los espacios cerrados.

Hable entre cortado, sintiendo como el aire me faltaba, pero no porque sufriera de claustrofobia; si no por estar completamente encerrada con él.

—Es de la única manera que no huya de mi, Jones — Susurró acercándose peligrosamente, retrocedo unos pasos hasta chocar con la pared de metal—. Pareces una linda gatita, encerrada.

Puso sus manos a cada lado de mi cintura y pegando su cuerpo al mio; dejándome inmóvil, susurrando encima de mis labios. Su boca se movió lentamente provocando corrientes eléctricas por mis piernas.

Caeré, si sigue de esta manera.

Y sin pensar, estampó su boca en la mía, adueñándose de mis labios posesiavamente., estrujando su cuerpo en el mio; haciéndome sentir su erección. Mis piernas se volvieron de gelatina y tuve que sostenerme de sus brazos para no caer. Su beso cargado de deseo fue subiendo de intensidad, cuando sentí como sus manos se empezaron acariciar mis caderas para agarrarme de ellas y pegarme más a él.

— Jones, sus labios son una adicción — Murmuró jadeante encima de mi boca—. Ya no puedo ocultar lo mucho que la deseo, y lo he llevado en silencio; desde el primer día que la vi en mi oficina. Hermosa, en ese vestido negro pegado a su cuerpo.

Confesó.

¡Señor de la santa papaya, o me la partes, o te la comes!

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Comments

Osorio Elizabet

Osorio Elizabet

Jajaja no manches pobre Adrián quien puede así

2024-05-17

0

Neida Ladera

Neida Ladera

Lo único que pido, es que Gabi no traicione a Adrián, Viviana defendiendola y ella entre dos

2024-05-06

0

Rut Cortes

Rut Cortes

Ay no!!! mugre señor Cooper /Awkward//Awkward//Grievance//Grievance//Grievance/

2024-05-05

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