Inseguridades

La noche fue larga y caliente, a tal punto que dormí muy poco. Me levanté sudorosa, mojada, apenada, de mal humor. Y con todas mis inseguridades a flor de piel. Tengo miles de cosas en mi cabeza; una de ellas, lo que sucedió en el sillón.

Me termino de peinar dejando mi cabello a medio recoger. Miro mi cara de desvelada y resoplo con frustración. Me pongo unos zapatos de tacón bajos, me echo una última mirada al vestido formal de dos piezas negro, no está mal, para nada mal. Sólo que me aprieta un poco la falda en los muslos. Espero no ocurra ningún incidente.

Salgo de la habitación y camino rápido a la cocina me incrustó en la nevera, sacando un jugo. Sirvo rápidamente y me lo bebo en segundos, dejó todo en su lugar y salgo del apartamento corriendo, para no encontrarme con Adrián.

Al llegar a la oficina, la asistente personal del señor Cooper, me designó varios deberes, pocos. Mientras me voy acostumbrando al puesto.

No sabía que un hombre tan importante como Dereck Cooper, necesitase de varias secretarías para agendar sus asuntos.

Estaba terminado de verificar y archivar varios contratos, cuando alguien apareció en el pequeño cuarto del archivador.

— Señorita...

—Jones, Gabriela Jones — Afirmó dando la vuelta, para encontrar a mi jefe con el ceño fruncido y una mano en su sien.

— Señorita Jones, venga conmigo a mi oficina. La necesito y no hay ninguna otra secretaria disponible — Baja la mano y me da una mirada rápida antes de dar la vuelta y desaparecer de mi vista. Sujeto con mi brazo derecho las carpetas que aún me faltaron por archivar, y salgo de ahí. Las dejo encima de mi escritorio rápidamente para no hacer esperar al sexy jefecito.

— Jones, necesito que venga conmigo a un almuerzo muy importante, clasifique esas carpetas y ordene cada documento correctamente para presentar la propuesta — Señala un desastre que tiene encima de su escritorio.

¡Mierda, que desorden!.

¡A trabajar mija, que pa eso te pagan!.

No, me han pagado aún...

¡Pero lo harán, Gabriela!.

— Si señor — Respondí, y centre toda mi atención en cada documento.

No entiendo. ¿Para qué tanta secretaria, si todo está desordenado?, o el jefecito, es muy complicado. Lo miro de reojo mientras organizó cada papel en la carpeta correcta.

Él hombre es muy guapo, de cabello rubio, ojos verdes matadores, labios rosados y carnosos, piel blanca. Mandíbula cuadrada, altísimo con buen cuerpo.

— Jones, deje mi agenda libre para el resto de la tarde. El almuerzo será largo — Dice con la vista fija en su computadora, y haciendo un gesto de desagrado.

— Ya mismo, señor — Asiente, salgo de la oficina, canceló cada cita y vuelvo a organizar los documentos.

Y en eso se fue mi mañana, sin tener tiempo de pensar en Adrián. El trabajo es pesado y eso que es el primer día. Pero no importa, me gusta trabajar y ser útil en algo. Además que amo mi trabajo, poniéndole empeño y corazón.

Al medio día, salimos con el señor Cooper hacia restaurante muy fino, para concretar el negocio. Aunque insegura estuve en la charla y tomando apuntes de lo que decían. También debo admitir, que ya me había acostumbrado con mi antigua jefa, sólo que con escenarios diferentes. Mi ex jefa, es una engreida y furiosa mujer, que no da tregua a nada.

El señor Cooper, es inteligente y muy persuasivo, en lo que llevó viendo como habla y convence para que acepten su oferta de negocio.

— Parecer ser que les gustó la oferta — Murmura feliz el señor Cooper, caminando a mi lado saliendo del restaurante.

— Es una oferta muy sólida, y saben que tienen grandes beneficios- — Ladea el rostro, me mira por unos segundos, para asentir con la cabeza.

— Déjeme llevarla a su casa, señorita Jones — Se ofrece, niego de inmediato con una sonrisa.

— No hace falta, señor. Yo busco una parada de autobús...

— Como cree, Jones. Eso no va conmigo que pensaría de su jefe.

— Nada, precisamente usted es mi jefe. Puedo ir en...

— Súbase en el auto — Ordena abriendo la puerta del copiloto. Suspiro resignada y entró. Sonríe satisfecho cerrando la puerta.

Le indicó la dirección, luego de una hora en silencio. Llegamos a los conjuntos residenciales de mi zona.

— Por aca me puede dejar, señor Cooper.

— ¿Segura? —Dice disminuyendo la velocidad del auto.

— Si, precisamente ese es mi edificio... — La voz se me apago, cuando vi a Adrián hablando con la zorra de Melisa, coqueteandole y zarandeando sus caderas en exageración.

— ¿Jones?, se encuentra bien — Volví mi rostro a mi jefe y asenti.

— Si, como le dije. Acá vivo — Deteniene el auto—. Gracias señor Cooper, que tenga buena noche. Hasta mañana.

— Lo mismo, Jones — Bajo del auto, con un enorme peso y no precisamente el de mi cuerpo.

Desde lejos, veo como le sonríe mientras este le dice algo. La contempló caminando a pasos pesados hacia ellos; que están frente a la entrada del edificio. Melisa, es rubia de ojos verdes, con un rostro en punta y delgado, nariz y labios finos. Ahora su cuerpo es perfecto, delgada. Con piernas largas, trasero respingon, abdomen plano, senos de buen tamaño. El vestido azul cielo que lleva puesto, la hace ver exageradamente sexy... tal y como le gusta a los hombres.

A comparación mía, que soy una bola de carne, sin gracia alguna, cejas sin depilar pero no son abundantes, nariz chata y redonda, mi labio inferior es más carnoso que el de arriba de tanto morderlo. Rostro ovalado. Ancha de cuerpo por dónde sea que me miren, mi vientre no es plano. Tengo estrías en mis muslos, nalgas y estómago. De bajar y subir de peso, frecuentemente.

¡Gracias al cielo, que no ocurrió nada con Adrián, anoche!, se hubiera muerto al.verme, bueno, sería la segunda vez, pero... ¿Qué puedo provocar en un hombre atractivo?. Exacto... Nada. A comparación de Melisa.

Pero eso no me hace sentir nada bien, mi corazón late errático, cada que me acerco más y sus risas inundan mis oídos. Me aferró al asa de mi bolso, cuando llegó a la puerta del edificio.

— Gabriela, que bueno es verte — Dice Melisa, con evidente sarcasmo que no me pasa desapercibido.

— Lástima no poder decir lo mismo, a diferencia tuya no soy hipócrita — Sigo de largo, sin esperar ninguna respuesta. Subí rápido las escaleras hasta llegar a mi apartamento con las inmensas ganas de llorar, porque él se quedó allí con ella. Por supuesto, que la mujer le gusta, yo sólo vendría siendo con quien pasar el rato. Entró rápido y cierro la puerta con fuerza, me dirigí a mi habitación, encerrandome en ella, a escasos minutos escuche la puerta principal abrirse para luego sentir los toques suaves pero insistentes en la mía.

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Comments

Marii Meneses

Marii Meneses

Que tristesa el trauma que Gabi tiene.

2024-05-11

0

Marta Bedetti

Marta Bedetti

porque te deminuyes

2024-05-10

0

monica meseguer sanchez

monica meseguer sanchez

cuál es??

2024-04-28

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