Me Gustas

— Gabi, abre la puerta. Por favor — Dice por quinta vez, aún tocando la puerta, varias lágrimas traicioneras caen por mis mejillas, evitando que pueda hablar—. Te aviso, que no me iré hasta que me abras y hablemos.

Sigue insistiendo, y hablándome al otro lado de la puerta, quiero levantarme y abrir. Que hablemos de lo ocurrido el día de ayer, pero mi cuerpo no responde. Sólo quiere dejar de ser tan llamativo, desearía tener unas curvas hermosas, que me echen piropos en la calle cuando voy caminando por las aceras. Que me den una sonrisa y mirada coqueta al verme.

Pero... No, eso no es para mi, solo pueden existir insultos intencionales para una mujer rellenita. Limpio mis lágrimas con la colcha gruesa, lastimando mis ojos.

— Gabriela si no abres, tiraré la puerta. Y no pagaré por ello — Su voz es serena pero con un deje de amenaza—. Tu lo quisiste así, preciosa.

Levantó mi cabeza con el ceño fruncido, cuando se oye el golpe seco en la puerta, haciendo que está se abra de una fuerte patada, el bizcocho entra con una sonrisa en sus labios, me cubro bien el cuerpo con las cobijas ya que me había quitado todo y sólo estoy en ropa interior. ¡Y más vergonzoso no podría ser!.

— ¿Qué tienes?, ¿Estás molesta? — Y tiene el descaro de preguntar, este delicioso hombre.

— Nada, y porque estaría molesta — Dije indiferente. Frunció el ceño y se sentó en el borde de la cama, casi encima de mis pies.

— Lo supuse...

— Supones mal, Adrián. Pero mira nada más como dejaste mi puerta — Cambie el tema, coloca su mano en mi pierna, y fue un chispazo el que sentí, aunque el tacto no fuera directo.

— Lo siento, la voy arreglar mañana — Dice con una sonrisa de suficiencia, miró mi puerta de madera que tiene un enorme hueco en la parte del medio. Giró mi rostro a Adrián, me lo imagino dándome con toda esa fuerza que debe tener. ¡No de nuevo!.

¡Gabriela, que pervertida!.

¡Y que si lo quisiera, aunque sea en mis sueños lo tengo!.

¡Nena, haz tus sueños reales!.

¡Nunca!.

¡No digas nunca, porque de esa leche beberas!.

Quiero reír, por mis pensamientos tan insanos.

Adrián tiene los ojos clavados en los mios, ni cuenta me había dado que me está masajeando las piernas de arriba abajo. Una electricidad se expandió de la punta de mi meñique hasta el último cabello de mi cabeza.

— Quiero disculparme por lo de ayer, fue muy atrevido de mi parte, hacerte eso. Y comprendo que estés de mal humor conmigo. Pero enserio no pude contenerme — ¡Eso es lo de menos, bizcocho! —. Me gustas demasiado, Gabriela.

Asentí con la cabeza embrujada por su tacto, hasta que esa palabra hizo eco en mi cabeza, solté la cobija para llevar la mano a mi boca, para evitar gritar.

¡¿Escuchamos bien?!.

¡Por supuesto que sí, pendeja. Le gustas!.

¡Le gustamos!.

¡Bizcocho sabroso, un balazo directo en el corazón!. Busco sus ojos rápidamente, aún sorprendida por sus palabras. No me la creo. ¿Porqué le gusto?. Sus ojos están posados en mis pechos sin dejar de parpadear.

— ¿Adrián, que tanto me ves? — Soy tan despistada aveces. Carraspea nervioso y sube su vista a mis ojos.

— Eh... Bueno, Podrías taparte.

— No entiendo, Adrián. Primero me dices que te gustó, pero cambias de tema a que me tape.— Agarró las cobijas con la mano y las tiro bruscamente a un lado, me levantó de la cama, y camino quedando justo en frente de él—. Explícame.

Exijo, su cabeza se mueve lentamente de abajo hacia arriba, hasta toparse con mis ojos. Los suyos ferozmente dilatados y más oscuros de lo que son. Relamiendo sus labios, me agarra por las caderas.

¡Joder!, ¡Se me olvidó por completo que no tenía ropa!. Ahora, estoy como estatua sin poder moverme, porque sus manos calientes me están quemando viva.

— Te han dicho que eres hermosa. Gabi — Baja sus manos de mis caderas hasta situarlas en mi trasero, apretando con fuerza mientras se muerde el labio inferior.

¡Estoy quemándome en el infierno!.

¡Piedad señor, mi corazón es joven pero sensible!.

— No — Articulo en un susurro ahogado, mi corazón bombea fuertemente repartiendo la sangre por mis venas a gran velocidad.

¡Es mi fin!.

— Debían estar muy ciegos, para no contemplar gran belleza — Estoy ardiendo en fiebre y no es por gripe—. Eres realmente una diosa. Perfecta.

Río con nervios, negando con la cabeza y apretando fuerte las piernas, caeré en cualquier momento. Y el bizcocho me sostendrá de otra manera.

Con sus manos aún en cada nalga, me empieza masajear suavemente, la electricidad se concentra en mi parte baja, con pequeños espasmos.

— Adrián... Ni teniendome de cerca y a detalle, ves bien... —Sus marrones ojos chispean deseo, al mirarme profundamente.

— Mi vista es perfecta, si tuviera un problema de visión. No me habrían admitido en el ejército — Se acerca lentamente hasta que sus labios tocan mi piel desnuda de mi vientre.

¡Madre mía, ayúdame con este papito delicioso, que me está volviendo loca!.

— ¡Ah... Adrián!. Quiero decir... — Sube con su lengua trazando mi anatomía hasta llegar en medio de mis pechos, su respiración. golpea mi piel haciéndome encender mucho más de lo que estoy—. ¡Qué tortura!.

Pero de las mejores, esas que te hacen olvidar hasta tu nombre.

Queda de pie frente mío y de un ágil movimiento me lanza en la cama, ¡Joder, como que escuchaste mis plegarias!.

— Es la segunda vez, que veo tu cuerpo y no me pienso aguantar más las ganas de hacerte mía — Trago saliva con dificultad, al ver que empieza a quitarse la camisa por su. cabeza, para luego deshacerse de sus pantalones.

Me pierdo en sus cuadritos de chocolate los cuales deseo morder con fuerza, sólo para saber si son de verdad. Al quitarse por completo la ropa y quedar como llegó al mundo. Todo se me nubla; ver que está bien dotado. Digo, nunca he visto ningún otro. como voy a saber si es el tamaño perfecto.

Pero, para mi esta más que bien.

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Comments

Marta Bedetti

Marta Bedetti

hay mi niña bonita...

2024-05-10

0

Carmen Morris

Carmen Morris

niña y deseando comerte el chocolate 🍫

2024-05-02

1

Francisca Miranda Garcia

Francisca Miranda Garcia

que barbaridad

2024-04-04

2

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