¿Contenerse?

Gabriela

Pongo mi mano en el pecho, señor santísimo; mi corazón está latiendo fuerte. Como es posible. ¡¿Qué mierda pasó allá fuera?!.

¡Qué el jefecito rico, te beso!.

¡Me beso!

Debe haber una explicación lógica para ello, ¡Por supuesto, la oscuridad!. En ella no ves bien, camino hacia la cama un poco más calmada; me tiro en ella agarrando una almohada para tapar mi cara.

Que se abran los cielos, y me chupen por que no pienso volver a darle la cara al jefecito.

¿Y te gustó el sabor de sus labios?. Inquirió la malvada conciencia.

¡Maldita sea!, sabían a menta mezclado con whisky. Jodidamente sabían y se sentían bien; fríos, húmedos, carnosos...

El celular empezó a sonar, provocando que diera un brinco en la cama. Me incorporo rápidamente y al agarrar el teléfono. Adrián me está haciendo una video llamada.

¡¿Qué hago?!

Actúa natural, no le fuiste infiel. El que te tomo desprevenida fue el jefecito.

Si, cierto. Pero igual no dejo de sentir culpa.

¡Contesta el puto teléfono, Gabriela!.

Que hago hablándome a mi misma. Estoy loca.

Peino mi cabello un poco con los dedos, y contestó mostrando una pequeña sonrisa nerviosa;

» Hola, bizcocho sabroso.

» Hola, preciosa. ¿Qué tal estuvo tu día?. — Dijo con una sonrisa de lado. Mis ojos solo recaen a su pecho descubierto.

» Bien, la mayor parte del tiempo comiendo papel — Sonrió pícaro, arqueando las cejas.

» Deberías comerte otra cosa. Que no sea papel — Pasó una mano despeinando su cabello un poco.

» Me encantaría, pero no hay nada más que sólo papel — Sonrió de lado.

»Pero puedes darle de comer al ojo, ¿No?.

» Tienes razón, los ojos también deben alimentarse — Me acosté en la cama boca abajo, dejando el celular recostado en una almohada. Baje un poco las tiras de la blusa dejando mis senos más visibles a su vista—. ¿Qué tal así?.

Se quedó en silencio por unos segundos, sin dejar de sonreír.

» Me estás tentando, princesa. Y tú tan lejos de mi.

Sonreí, pase las yemas de mis dedos por enmedio de mis senos; subiendo y bajando lentamente. Con mi mirada fija en Adrián, quien pasó saliva desde el otro lado de la pantalla. Hable:

» Esto no es nada, bizcocho.

»Y yo creyendo que eras un ángel, sin ningún tipo de maldad.

Me reí escandalosa agachando la cabeza. Por dentro soy una pervertida.

» ¡Oye!, yo soy un ángel, acaso no me ves...

Unos toques en la puerta me hicieron girar la cabeza hacia atrás como la de la exorcista.

» ¿Qué pasa, nena? — Inquirió Adrián. Volví mi vista a la pantalla del celular y me levanté de la cama acomodando mi blusa.

» Debe ser mi jefe, bizcocho. Hablamos luego, ¿Si?.

»Está bien, preciosa.

Por supuesto, que noté cuando cambió la sonrisa a una mueca y un gesto endurecido. Le tire un guiño y colgué la llamada.

Me di una mirada rápida, y agarré la cobija de la cama para cubrir mi cuerpo, con lo que pasó antes, Dios sabrá lo que sea capaz de hacerme, el jefecito.

Abrí la puerta, y por poco y caigo al suelo. A donde hacen tanta perfección, pa yo ir hacer la fila. Con su corbata deshecha y un par de botones abiertos de su camisa, sonrió. Ni que decir de su cabello rubio, alborotado. Dándole un toque excéntrico. Al rico jefecito.

— Necesita algo, señor — No quise sonar borde, pero así salió mi voz. Él arqueo una ceja y negó con la mano.

— Jones, sólo vine a decirle que me disculpe; por lo que ocurrió hace un momento — Dijo mirándome a los ojos.

Había algo que me hacía sentir el señor Cooper, cada que me penetraba con la mirada. Pero no sé que es.

Pero... No siento esa magia, que Adrián me hace sentir. Él desestabiliza mis sentidos, tan sólo con sentir sus ojos sin necesidad de hablarme.

— Olvidelo, señor Cooper. Sólo le pido que por favor, no lo vuelva hacer.

— Claro que no... — Se froto la sien con fuerza y me miró de nuevo—. Disculpe mi atrevimiento, Jones. Pero, no pude contenerme más.

Y dicho eso, dio la vuelta, y se marchó a su habitación. Me quedé ahí de pie, asimilando todo.

¿Desde cuándo me volví tan popular, con la especie contraria?. Acaso tengo algo diferente que no he notado.

Con Adrián, nuestro acercamiento fue naturalmente. Pero, con el jefecito siempre ha sido un trato de jefe-empleada, porque pasar de esa línea. Hasta llegue a pensar que no le caía bien; cada que me miraba de arriba abajo con un gesto de desagrado. O, me ignoraba siempre que estaba en su oficina, arreglando documentos.

¿Contenerse?, aveces soy muy inocente para saber realmente, lo que me quieren decir. Ya no me gusta este viaje. Será que, ¿Podre estar a solas, dos semanas con ese nombre. Sin que nada vuelva a pasar?.

Dificil pregunta, y espero que se mantenga alejado. Realmente no quiero problemas con mi jefe. Tengo entendido que su novia es una modelo muy famosa, no la he conocido, pero por los rumores que rondan en la oficina, es una prepotente y estirada mujer; de hermoso cuerpo, con un rostro perfecto. De ojos azules como el mar, piernas largas, labios carnosos. Y, un sin fin de cosas más. Que a mi no me interesan. Sólo no quiero problemas.

Me acuesto en la cama y cierro los ojos, olvidando todo por unos segundos. La última vez, que me ocurrió algo así. Fue en mi anterior trabajo; cuando me gastaron una broma y termine siendo comidilla por meses en la empresa, incluso, por donde pasaba las burlas no paraban. Tanto así, que caí en la depresión, de la cual, llevo luchando años por salir. Pero siempre me gana ella. Y, recordando todo aquello que me hace daño me deje llevar por el sueño. Aveces, la realidad me consume a tal punto de querer, desaparecer de todos. Pero, no puedo ser tan egoísta conmigo misma y, con los que realmente me quieren.

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