¿Porqué huyes de mi?

Gabriela

Desde esa noche, el señor Cooper se ha comportado igual que siempre; neutro y frío. Estás dos últimas semanas han sido un infierno para mi, porque a pesar de que no volvió a mencionar nada del beso que me dio, sus miradas me siguen perforando. Me hace sentir muy incómoda de esa manera que sus ojos verdes me traspasan la piel. Con Adrián hablamos todas las noches, durante largas horas y, aún hace que mi corazón se acelere a tal punto de hacerlo sucumbir.

Suspiro tomando nota, mientras el señor Cooper termina de hablar con los accionistas de la empresa, hoy será la última noche que estemos en New York. Y, no puedo estar más feliz por ello, volveré a mi apartamento, veré a mi sabroso bizcocho y no tendré que esconderme del jefecito.

— Jones, mándale un correo a Lisa, que se encargue de los contratos. Dígale que los quiero en mi escritorio mañana a primera hora — Ordena inclinándose hacia mi, retrocedí un poco y asentí.

— Si, señor Cooper — Dije y frunció el ceño, retrocedió rápidamente arreglando su corbata bien hecha. Agarré el celular para ignorar su cara de pocos amigos. Me pone nerviosa tenerlo tan cerca.

Luego de unas horas más de la reunión, por fin esta acabó, todos los presentes salieron incluyendo a mi jefe. Me dispuse a recoger cada una de las carpetas y a organizar un poco la sala de juntas.

Me senté de nuevo en la silla, y empecé a clasificar los documentos por orden alfabético; el jefecito es muy minucioso, para todo. Y, le gusta que todo este bien ordenado, entonces no entiendo porque su oficina es un caos. Estaba tan concentrada en mi trabajo que no había sentido la presencia de alguien hasta que hablo:

— Jones, hoy es el ultimo día que estaremos aquí, esta noche tenemos una cena y, antes que pregunte. Sí, usted debe ir — Informó él a mis espaldas, el corazón empezó a cabalgar erróneamente cuando dijo eso.

— Señor Cooper, es tan necesaria mi presencia ahí. No cuento con un vestido formal, solo los trajes de la oficina...

— Ya me encargué de eso, Jones. No se preocupe por nada, una de las tiendas le dará un vestido a su medida — Rodeó la mesa y se sentó frente mío. Nos quedamos viéndonos a los ojos por unos segundos, antes que volviera hablar—. Gabriela, puedes dejar eso para después. Vamos al hotel, para que puedas elegir un vestido.

Abrí la boca y la cerré formando una línea con mis labios, me llamo por mi nombre de pila y me está tuteando. Sólo pude ver sus labios rosados, como decían cada letra de mi nombre perfectamente en su acento. Ese mismo que tiene Adrián y me pone loca.

— Si, señor Cooper. Como usted diga — Me levanté rápidamente, con mis manos temblando agarré las carpetas. Él también se levantó y vi como su sombra camino por la sala hasta que llegó a la puerta. Solté todo el aire y termine de recoger todo.

Coloque las carpetas pegadas a mi pecho, y con la vista en el suelo me gire... pero me detuve al chocar con su pecho, me quedé con la cabeza gacha viendo sus zapatos de cuero negro.

Son unos bonitos zapatos. Me dije para mi misma.

¡Levanta la cabeza, y da la cara. Pendeja! .

¡¿Qué?!, ¡Claro que no, no voy hacer eso. Me gusta verle los zapatos!.

¡Sube un poco la mirada!. Las voces en mi cabeza me incitan a ser cosas que no debo.

¡Qué la subas, será una mirada rápida!. Me deje llevar por la vocecita que hay en mi cabeza.

Subí lentamente la cabeza, escaneando sus piernas, largas y gruesas. Hasta que llegue a su paquetería; el pantalón negro se ajusta a sus caderas perfectamente, haciendo que este resalte a simple vista. ¡Ay, madre mía!. ¡Qué ganso!.

El señor Cooper es un hombre muy alto, seguí escanéandolo con mi mirada; por su torso duro. Esa camisa blanca le queda como un guante. Bien rico y apretado...

— ¿Le pasa algo, Jones? — Inquirió dando un paso al frente, Levante mi cabeza de inmediato, apenada. Lo mire a los ojos y negué.

¡Qué ojazos tienes, jefecito rico!.

— No, estoy bien — Me arregle para decir, asintió con la cabeza, sus ojos no dejaron los mios. Apreté las carpetas con fuerza. Voy caer, voy a caer. Hasta que los bajo a mis labios. Trague saliva y por más que quería caminar, para salir de ahí. Me quedé allí, como una planta.

— Vamos al hotel — ¡Mierda, no digas eso, y menos de esa forma!. Como no contesté nada, puso su mano en mi brazo, y me sacudió un poco.

Qué vergüenza, como no me salen las palabras, Asentí con la cabeza y sonrió ladino.

— Gabriela — Susurró, mi corazón se detuvo y pegándome a su pecho me tomo de la cintura con la otra mano — ¿Porqué huyes de mi?'

— Yo... No, no huyo. Me puede soltar. Por favor — Negó y me apretó más a él—. Señor Cooper, por favor...

Suplico por mi misma, su profunda mirada verde esmeralda, me atravesó. Empecé a temblar cada que su rostro se iba acercando al mío.

— Parace que sí, cuando te voy a buscar a la habitación. Ya no estás, o, cuando estamos en las reuniones sales corriendo — Apenas si escuchaba sus susurros, pero sin dejar esa grave y potente voz que tiene.

— Se equivoca, jefe. Ahora por favor no se lo vuelvo a repetir, suelteme — Dije con seriedad, él dio un suspiro y corto el espacio entre nuestros labios, abrí los ojos viendo los suyos, no. Otra vez no.

Con su mano en mi cadera llevo la otra a mis cabellos donde enlazo sus dedos, y me pego más, sin dejarme respirar, ese sabor a menta está fresca. Movió ligeramente los labios y por más que no quise, termine cediendo al beso. Su lengua se abrió pasó por mi boca, jugando con la mía. Una corriente paso por mi cuerpo. Pero, no con gran magnitud. Al separar nuestros labios. Pude ver en sus ojos una chispa. Pero, que raramente yo no sentía.

— Señor Cooper, espero y haya quedado satisfecho con el beso. Si eso era lo que quería, lo obtuvo, pero no vuelva hacer estas cosas. Usted tiene pareja y yo también — Me soltó de golpe, arreglo su traje con el ceño fruncido.

— No llegue tarde a la cena, Jones — Se giró y se fue.

— ¡Imbécil de mierda! — Grite cuando cerró la puerta, es un hijo de puta tan bipolar. Unas veces esta muy serio, otras veces hace como si no existiera, y ahora con estos acercamientos extraños. Me confundo. Salí de la sala de juntas para ir hacia el hotel, para preparame para la dichosa cena.

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Comments

Osorio Elizabet

Osorio Elizabet

Jajaja q goloza dejate de eso q dirá Adrián si supiera q andas viendo porteria ajena

2024-05-17

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Osorio Elizabet

Osorio Elizabet

Jajaja q goloza dejate de eso q dirá Adrián si supiera q andas viendo porteria ajena

2024-05-17

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Osorio Elizabet

Osorio Elizabet

Jajaja es q eres de mente traicionera jajaja

2024-05-17

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