CUATRO

Narrador Omnisciente

Clarisa fué guiada hasta donde sería su escritorio durante el año que indicaba el contrato, le pareció extraño que siendo la asistente personal no tuviera un asiento más cercano a la oficina del presidente.

— Señorita Vázquez, el señor Ikannov me ha pedido que le entregue el reglamento de la empresa, debe leerlo con detenimiento y firmar en donde está su nombre, más tarde él mismo pasará a recogerlo.

Clarisa asintió y la secretaria regresó a su puesto.

El reglamento no tenía nada de especial, hablaba sobre la puntualidad, las obligaciones y derechos del personal, etcétera pero el suyo parecía tener algo distinto al resto, al final de todo aquello había una sección extra, en ella hablaba sobre la relación de asistente/jefe que debía existir.

*A) Prohibidas las preguntas personales, únicamente se deberán formular preguntas relacionadas con el trabajo

B) Prohibidas las "Citas" o salidas entre la asistente y el presidente.

C) Prohibida cualquier otro tipo de relación que no sea la de asistente/jefe*.

Clarisa soltó un bufido y recordó lo sucedido durante su supuesta entrevista.

— ¿Quien querría enamorarse de un mounstro como el? — Soltó molesta, trató de hablar bajo pero no lo suficiente para impedir que alguien la escuchara.

— ¿Le parece que el presidente es un mounstro ? — Una voz masculina hablo cerca de ella pero no le pareció familiar, así que dedujo que se trataba de alguien del personal.

No se molestó en levantar la mirada y descubrir de quién se trataba pues estaba demasiado inmersa leyendo el reglamento.

— Sí — Afirmó con seguridad — El presidente es guapo pero es un mounstro, un demonio cruel y despiadado, es algo así como un "Guapoustro" — Se rió sola al escuchar la palabra que había inventado.

— Es una pena que tenga esa impresión de mi hermano, aunque la apoyo — Respondió el hombre algo burlón.

Clarisa levantó la mirada de inmediato y se encontró con que dos hombres la observaban, uno de ellos con expresión divertida, joven casi de la misma edad que ella y el otro permanecía serio, no mostraba estar enojado pero tampoco contento, en ese momento sintió que se le iba a salir el corazón por la boca ¿Su jefe había escuchado todo?.

— Yo... Lo lamento mucho, no era mi intención decir todas esas cosas sobre usted — Trató de mantener la mirada fija en Alexander pero la desvío luego de sentirse absorbida por la mirada de este.

— No se preocupe señorita Vázquez, mi hermano está acostumbrado a escuchar todo tipo de cosas sobre el, mi nombre es Cristopher, soy el hermano menor de Alexander — Extendió la mano y sonrió.

— Mucho gusto señor — Ella respondió el gesto de Cristopher y estrecharon las manos.

— Suficiente de charlas — Interrumpió Alexander — Vine a ver si ya tiene listo el reglamento.

— Si, si — Firmó apresurada y se lo entregó.

— Gracias.

Alexander se dió media vuelta y se dirigió a su oficina.

— Bienvenida a bordo señorita Clarisa — Cristopher le Guiñó un ojo y siguió a Alexander.

Una vez dentro de la oficina Cristopher se dejó caer en la silla frente al escritorio de su hermano.

— Vaya mujer ¿Eh? — Resopló burlón.

— Creo que no la aguantaré ni dos semanas — Se defendió Alexander — La acepte sólo por qué Iván me lo ha pedido.

— Entonces... ¿Crees que hay algo entre ellos? — Preguntó curioso.

— No lo creo, en su currículum marcó que está soltera — Alexander encogió los hombros — De todas formas que nos importa, no creo que dure aquí más de dos semanas.

— Es posible pero ¿Y si dura más tiempo?

— Seguramente terminaré en un manicomio antes de eso, a leguas se nota que es una mujer desesperante, hoy llego tarde, se atrevió a llamarme mounstro y lo peor es que lo admite abiertamente con desconocidos.

— Vamos hermano — Cristopher trató de tranquilizarlo — Seguramente algo le hiciste durante la entrevista para que esté así de molesta, quiero decir, hasta se tomó el tiempo de hacerte un apodo — Se rió al recordar cómo había llamado a su hermano.

— Sólo le mencioné su absurda decisión de llegar tarde solo por venir arreglada.

Cristopher lo miró impresionado.

— ¿Sólo eso? ¿Estás seguro?

Alexander suspiró antes de responder.

— Bueno, también hubo un momento en el que no me respondió luego del primer regaño, así que le pregunté si su maquillaje se arruinaba con hablar. — Se echó para atrás en su asiento y miró a Cristopher quién parecía estar a punto de reír a carcajadas.

Y no se equivocó unos segundos después su hermano menor estalló en carcajadas que lo hicieron sentir incómodo, frunció el señor y Cristopher se detuvo al ver la molestia de Alexander.

— Lo lamento hermano, es solo que no te diste cuenta que heriste su ego femenino — Formó unas comillas al mencionar estas dos últimas palabras — ¿Recuerdas lo que pasó con Carmen?

— Si, si lo recuerdo muy bien — Respondió Alexander con descontento.

— Yo también lo recuerdo hermano, tenían tan mala relación que se encargó de hacerte llegar tarde a todas tus reuniones y perdimos a muchos clientes, es increíble el poder que tienen las asistentes ¿No crees?

— Puede ser.

— Te sugiero que arregles esto antes de que pase algo similar, odiaria tener que pasar otra noche arreglando documentos y relaciones internacionales.

— ¿ Y qué puedo hacer?

— Tienes un viaje de negocios en esta semana ¿cierto?

— Si, así es — Respondió restándole importancia.

— ¿Porqué no la llevas contigo? Así aprende un poco sobre ser asistente y sirve que arreglan su relación laboral — Sonrió pícaramente.

— Espero que no estés insinuando que puede pasar algo entre nosotros Cristopher, sabes lo que ocurrió con Melina — Aún le dolía mencionar ese nombre pero se las arreglaba para que nadie sospechara.

Pero no engañaba a Cristopher, el estaba al tanto de todas las emociones de su hermano.

— Alex ¿Cuánto tiempo ha pasado desde Melina? Es momento de que lo dejes atrás.

— No Cristopher, casi nos deja en la quiebra, aún no sé quién la envió para seducirme y sacarme hasta el último centavo — Golpeó su escritorio al recordar aquella crisis financiera que atravesaron.

— Te lo repito hermano, es pasado, ella desapareció y seguro que el tipo que la envió también.

Antes que Alexander pudiera responder algo más tocaron a su puerta.

— Adelante.

Clarisa entró con paso tembloroso, estaba asustada por lo que pudiera ocurrir luego del desafortunado encuentro de hace unos minutos.

— ¿Que necesita señorita Vázquez?

— Señor, el señor Marco ha confirmado su asistencia para este viernes, no sabía si debía escribirlo o informarle, así que opte por la segunda opción.

Cristopher hizo un sonido y Alexander desvío la mirada hacia él, parecía tratar de decirle algo con los ojos. Alexander entendió de inmediato y negó levemente con la cabeza, por su parte Clarisa no entendía lo que estaba ocurriendo.

Alexander devolvió la mirada a la joven en la puerta y tras pensarlo unos segundos habló.

— Gracias señorita, quería informarle que mañana tenemos que partir a un viaje de negocios, no se preocupe la empresa se hará cargo de todos sus gastos.

—¿Mañana?— Preguntó estupefacta.

— Si, mañana, así que por el momento puede retirarse y ocupar el resto del día en preparar sus maletas, el viaje será de una semana.

— De acuerdo — Clarisa no dijo nada más y salió de la oficina con paso apresurado.

— Lo ves hermano no resultó tan mal — Se burló Cristopher.

— Por ahora — Espetó Alexander — Espero que en el viaje todo fluya como debe.

— Así será hermano, de la empresa no te preocupes yo me haré cargo de ella esta semana, el abuelo me ha pedido que regrese la próxima semana y me quédare allá un mes.

— De acuerdo, entonces así será.

Cristopher salió de la oficina alegando que tenía asuntos que resolverlo y Alexander se quedó pensativo en su silla, tenía un presentimiento extraño, no sabía si era bueno o malo solo extraño.

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