Finalmente, se dejó llevar por el cansancio, y sus ojos se cerraron lentamente. Pero el sueño que le llegó no fue tranquilo.
Fue en medio de la noche cuando despertó. Un suave susurro lo arrancó de su descanso, como una brisa fría que se colaba por las rendijas de la ventana. Al principio, pensó que era el viento, pero luego escuchó su nombre, pronunciado en un murmullo bajo, casi inaudible, pero claro en su mente.
Jeongin...
Su cuerpo se tensó al instante. El susurro no provenía de la ventana, ni de la puerta, ni de ningún rincón dentro de la casa. Era como si viniera desde el mismo corazón del bosque, desde más allá de la línea de árboles que bordeaba la casa. Se incorporó lentamente, el corazón acelerado, y miró a su alrededor. La casa estaba en silencio, completamente oscura, excepto por la débil luz de la luna que se filtraba por las rendijas.
Jeongin no pudo evitar sentirse atraído por el sonido. Era como si algo lo estuviera llamando, algo que no podía rechazar, algo... cercano. Sin pensarlo, se levantó de la cama y caminó sigilosamente hacia la puerta. El susurro lo guiaba, más fuerte y más claro con cada paso que daba hacia la entrada.
Cuando llegó a la puerta principal, la abrió suavemente, sin hacer ruido. La noche estaba extrañamente tranquila, con el aire frío de la madrugada envolviendo su cuerpo. El bosque se extendía frente a él, oscuro y misterioso, con sombras que se movían entre los árboles como si estuvieran vivas. Y entonces, lo vio.
A lo lejos, entre los árboles, había una figura. Era alta y delgada, vestida completamente de negro, con una capa que parecía moverse con el viento, aunque no había viento. Jeongin no podía distinguir con claridad los detalles, pero la figura parecía estar mirándolo fijamente, como si lo estuviera esperando. El susurro seguía, esta vez más fuerte, más urgente.
Jeongin...
Algo dentro de él lo empujaba a avanzar, a acercarse a esa figura, a descubrir qué quería de él. Sin embargo, cuando iba a dar un paso adelante, una mano firme lo detuvo.
abuelo de Jeongin
Jeongin, no.
La voz del abuelo, grave y tensa, resonó en la oscuridad, y Jeongin se giró sorprendido.
El abuelo estaba detrás de él, con una expresión de alarma que Jeongin nunca le había visto. Su rostro, normalmente tranquilo y sereno, ahora estaba marcado por el miedo. A pesar de su edad y su cansancio, el abuelo lo sostuvo con fuerza, impidiéndole avanzar.
Yang Jeongin
Abuelo, ¿qué sucede?
Preguntó Jeongin, confundido y algo asustado, sin entender por qué el abuelo lo detenía.
abuelo de Jeongin
No te acerques
Respondió el abuelo, su voz temblando con algo que Jeongin nunca había oído en él. Había pavor en sus ojos, un miedo profundo que parecía más antiguo que el mismo tiempo
abuelo de Jeongin
No sigas esa sombra, Jeongin. No sigas el susurro. Es... es lo que te quiere atraer, lo que siempre ha atraído a aquellos que han sido tocados por el agujero.
Jeongin miró al abuelo, perplejo, mientras la figura en el bosque parecía mantenerse en su lugar, como si esperara pacientemente. Su corazón latía con fuerza, y un escalofrío recorrió su espalda. ¿Qué quería decir su abuelo con eso?
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