Capitulo 2

El aire era frío, pero no de la manera en que el clima de la ciudad lo era. Era un frío húmedo, denso, que calaba hasta los huesos, como si el lugar estuviera saturado con algo que no se podía nombrar. Jeongin caminó hasta el automóvil que lo esperaba, y sin pronunciar palabra alguna, subió al asiento del copiloto. El conductor, un hombre mayor con un rostro cansado, lo miró brevemente antes de arrancar el motor. No había una bienvenida cálida, ni siquiera un intento de conversación. Solo el sonido del coche quebrando el silencio del pueblo mientras avanzaban hacia la casa de su abuelo.
A medida que el coche avanzaba por el pueblo, Jeongin comenzó a notar lo inquietante del lugar. Las casas, aunque bien construidas, tenían un aire de abandono. Las ventanas cubiertas de polvo, las puertas entreabiertas, como si la vida hubiera decidido irse de allí, dejando atrás una quietud que no podía ser natural. El pavimento estaba agrietado y cubierto por una capa de musgo, y las calles no parecían tener rumbo, solo callejones que se perdían en la oscuridad del bosque circundante.
Finalmente, el coche giró por un camino polvoriento, bordeado de árboles que se alzaban tan altos que el sol parecía desvanecerse entre sus ramas. La casa de su abuelo apareció frente a él, imponente, pero aterradora. Era una estructura antigua, de ladrillos oscuros y techos inclinados, rodeada de un jardín descuidado, con plantas que se enredaban unas con otras y un aire de olvido que lo envolvía. La chimenea, aún humeante, parecía la única señal de vida en todo el lugar.
Jeongin sintió una presión en el pecho, como si una fuerza invisible lo estuviera empujando hacia atrás, instándole a no acercarse más. La casa parecía observarlo, sus ventanas oscuras como ojos que no paraban de mirarlo. No sabía por qué, pero algo en su interior le decía que no debía estar allí, que aquel lugar no era seguro. Sin embargo, la necesidad de cumplir con su madre, el deber de cuidar a su abuelo, lo impulsó a seguir adelante.
El coche se detuvo frente a la puerta. El conductor le indicó que bajara sin decir una sola palabra más, y Jeongin lo hizo, sintiendo cómo el aire frío le calaba la piel. Caminó hacia la puerta de entrada, sus pasos resonando en el silencio absoluto del lugar. Cada uno de esos pasos parecía más pesado que el anterior, como si la tierra misma lo estuviera reteniendo.
Cuando empujó la puerta, esta se abrió con un crujido bajo, como si hubiera estado cerrada por años. Al entrar, el olor a madera vieja y humedad lo envolvió, y una sensación de frío se apoderó de él. Aunque no era completamente oscuro dentro, la luz de la lámpara en el pasillo parecía apagada, como si la casa misma absorbiera la luz. La madera de las paredes crujía, y las sombras parecían moverse por su cuenta, como si algo, o alguien, estuviera esperando en cada rincón.
Yang Jeongin
Yang Jeongin
Abuelo?
Llamó Jeongin con una voz que apenas rompió el silencio.
Unas largas pausas se sucedieron antes de que, finalmente, una figura delgada y encorvada apareció en el pasillo. El abuelo de Jeongin, su rostro arrugado y su cuerpo flaco, se asomó desde las sombras con una sonrisa débil y sombría.
abuelo de Jeongin
abuelo de Jeongin
Te esperaba, Jeongin

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