Emiliano le entrego el vaso a su azafata, el avión estaba a punto de aterrizar.
En la pista de aterrizaje lo esperaba Santos junto a un grupo de custodios.
— Santos, dijo Emiliano.
— Señor, bienvenido exclamó Santos.
— ¿Cómo está todo por acá?, pregunto Emiliano mientras subía a la limusina.
— Está todo listo como usted lo pidió, dijo Santos.
— ¿Donde esta?, pregunto Emiliano.
—En Atenas dijo Santos.
— Vamos a la casa, dijo Emiliano.
****************
Helena se encontraba en su oficina de Atenas, cuando llegó Draco.
— ¿Qué te parecen las opciones?, pregunto él mirando la expresión de Helena.
Helena arrugó la frente ninguna de las opciones le atraía.
— ¿Quieres que sea sincera?, pregunto ella.
— Por supuesto, siempre ha sido así exclamó él.
— Me parecen insulsos. —¿Qué opinas del fin del mundo?. ¿La selva amazónica?
—¿El fin del mundo?,Creo que intentas buscar un problema dijo Draco.
— Bungalows sobre una exótica playa algo de cristal, en la China Meridional, en el Océano Indicó.
Draco entorno sus ojos, mientras lo imaginaba le gustaba la idea, obviamente ya había proyectos asi pero era cuestión de encontrarle la vuelta al asunto y convertirlo en algo unico.
— Me gusta tiene potencial tendríamos que evaluar las zonas y buscar una parcela, tiene que ser una zona sin este tipo de espacios. Me pondré en ello dijo Draco.
Le gustaba estar asociado con Helena era inteligente y le gustaba arriesgarse. Así perdiera, ella iba a todo o nada.
— Sabes Luciano ya está aquí con su esposa dijo Draco
— Hay que ir a felicitarlo dijo Helena con una pícara sonrisa.
— Me gusta la idea, te acompaño dijo Draco.
Helena sonrió entre broma y broma haría temblar a Luciano era una cuestión de justicia.
Mientras se dirigían al auto de Draco, el noto que Helena andaba sin custodia.
— ¿Dónde está la custodia?, pregunto él.
— Tú no tienes custodia, Luciano rara vez lo usa ¿porque yo tengo tenerlos?, exclamó Helena.
— Es diferente, somos hombres. Helena soltó una risotada, se llevaba bien con Draco aunque era un poco cavernícola. Era mucho más civilizado que Luciano.
— Lo tendré presente, ahora voy contigo que eres un hombre y supongo cuidarás de mí dijo Helena.
— Por supuesto, dijo Draco.
Helena ingreso a la casa de Luciano acompañada de Draco desde su ventana Olivia había visto llegar el auto?, así que la curiosidad pudo más y decidió fisgonear haber quien era llevaba veinticuatro horas sin ver a Luciano, se podía decir que la había metido en esa habitación y se había olvidado de ella.
Luciano se quedó sorprendido al ver entrar a Helena a su sala.
— ¡ Muñequito como has podido casarte!, exclamó Helena. Draco estaba muy serio.
— ¿Se puede saber que te pasa?, pregunto Luciano que no estaba precisamente de buen humor.
— Y lo preguntas Luciano te has casado y juraste que siempre estaríamos juntos exclamó Helena.
— ¿Es que cabe algo de sensatez en ese cuerpo?, exclamó Luciano.
Draco comenzó a reírse— Tratándose de ti no y si no sigo con la puesta en escena es porque no veo a tu esposa dijo Helena guiñandole un ojo.
— ¿Se puede saber que hacen acá?, pregunto Luciano.
— Sí vinimos a ver como quedó el asunto dijo Draco.
— Mañana firmaré los documentos y se destrabarán las cuentas dijo Luciano. Pensé que estarías escondida bajo la cama los rumores corren.
— No comiences, porque puedo olvidarme y comenzar la actuación, pero esta vez gritaré desde el jardín. Ahora hablemos de negocios dijo Helena ya se ocuparía personalmente de Angelos Rousakis...
****************
Dos días después Helena abordaba el avión de aerolineas motivos quería llegar de incógnita, había dejado todo listo en Atenas, Angelos Rousakis conoceria a Helena Athanasiou.
Helena mantuvo la vista fija en el libro. No estaba lista para lo que le esperaba.
Helena sintió una opresión en el pecho, el asma, se sernia sobre ella. Eran sus nervios debía reconocer que su asma era reciente,¿ era producto de sus nervios?.
Cuando el avion aterrizo una fuerza invisible la llevó a mirar por la ventanilla
Un coche cristales oscuros yacía sobre la pista. Era una escena de una película. Helena lo miró estaba en la pista, con los ojos ocultos tras unas gafas de sol, rodeado de custodios mirando el avión.
Helena tomo su bolso de viaje del compartimento superior y caminó por el pasillo con sus tacones altos según ella le proporcionaban seguridad en situaciones difíciles. Tenía la sensación de que iba a necesitar más que unos tacones de vértigo para salir adelante con bien de esa situación una armadura. Helena cerró los ojos, respiro hondo y se colocó la máscara una vez más.
Helena pensó para sí misma: "Como siempre, cuando más lo necesitas, no está. Y cuando no lo necesitas, ahí está".
Fue ingenua al creer que podría llegar sin que nadie se diera cuenta. Quizás los aeropuertos estaban bajo vigilancia. Al avistarle al pie de la escalera, Helena casi pierde el equilibrio.
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No podía ver sus ojos, pero no necesitaba verlo para saber lo que estaba pensando.
Imponente, intimidante y firme, rodeado de guardaespaldas vestidos de traje oscuro, listos para seguir sus órdenes. Helena podía sentir la tensión en el aire, sabía que él también estaba siendo arrastrado hacia el pasado, al igual que ella.
–Emiliano –en el último instante, se esforzó por darle a su voz un tono de indiferencia–. No es que esperara un recibimiento tan formal.
Quedó impactada al encontrarse nuevamente cara a cara con él. Pero aún más sorprendente fue el hambre voraz que le retorció el estómago, el intenso deseo que pensaba que había desaparecido junto con su matrimonio.
Esa sensación la desesperó, porque sentirla era como traicionar sus propias convicciones. No deseaba experimentar eso.
—¿Cómo podría no estar aquí para recibir a mi querida y dulce esposa en el aeropuerto? –sus labios, duros y sensuales, se curvaron ligeramente hacia arriba. En ese instante, Helena agradeció la protección adicional que le brindaban las gafas de sol. No quería que él pudiera leer sus pensamientos.
Aunque no notó ningún gesto por parte de él, uno de los automóviles se aproximó hacia ella. –Sube al coche, Helena –su voz gélida la envolvió, dejándola paralizada. No podía moverse. Contempló el interior lujoso del vehículo.
— Ya hice mis arreglos, tengo un auto esperando.
Emiliano Azzarini era un hombre cruel, frío e insensible, que ya no merecía ocupar un lugar en su vida. —Sube al coche, o te haré subir por la fuerza —siseó él—. Si vuelves a avergonzarme en público, te arrepentirás.
Porque ella había hecho exactamente eso. Había desafiado su orgullo masculino y lo había destrozado por completo, y él nunca se lo había perdonado.
Ella no podía perdonarlo a él. No podía borrar ni olvidar lo sucedido, pero eso no importaba, porque no deseaba reconstruir su relación. No quería reparar lo que habían destrozado.
Ese fin de semana no tenía que ver con ellos, sino con sus hijos los gemelos que habían concebido casi tres años antes y que paradógicamente habia sido el motivo de su separación...
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Comments
M Martinez Rodriguez
seguro ella kdo embarazada
2025-01-29
0
Xochilt Yaosca Calero de González
Dios, el no quería hijos, un traumado... pero esa de imaginarse eran cobros cogiendo.
2024-10-04
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Xochilt Yaosca Calero de González
Dios que paso. porque si se amaban con locura, aunque déjenme imaginar que esa tensión entre ella y Alexandro es muy notable
2024-10-04
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