Aquella noche, le tocaba mascarilla en el rostro y baño de espuma.
Por su parte Diego Azzarini maldecía una y otra vez, miró el horario en Argentina era de madrugada, no podía molestar a su hermano así que decidió llamar a Grecia y explicar lo ocurrido.
—Lo que pasa es que... –había objetado Helena de repente.
–¿Qué? –se había asustado Diego . –La única cuestión es que le dije que iba a tener el ático para ella sola – reflexionó Helena .
–¿Cómo ibas tú a saber entonces que mi casa se iba a inundar?.
–Ya, pero.
—Necesito un sitio en el que dormir mientras me arreglan la casa y no puedo ir a un hotel–declaró Diego –. Como están muy cerca la una de la otra, podré vigilar a los obreros para que se den prisa. Lo único que tendrá que hacer tu amiga es hacerme un lugarcito–insistió.
—Estoy segura de que no habrá ningún problema, pero comportate –contestó Helena.
–¿siempre lo hago?.
–Eso no es cierto exclamó Helena.
–Bueno, siempre hay una primera vez para todo.
— Claro, llamare a Iones.
–¿Eso es todo?, pregunto él.
–Pórtate bien, Diego.
— Por supuesto, seré un santo
– Eso habria que verlo objetó Helena algo preocupada–. No olvides que Iones es mi amiga y mi socia.
—¿Cómo lo iba a olvidar? –contestó Diego –. Vamos, Boucer, tenemos nuevo hogar.
Mientras se metía en el delicioso baño de espuma, Iones se dio cuenta de que era la primera vez que se relajaba de verdad desde que había llegado a Londres. Se había hecho un tratamiento fácil y en el cabello. Había hecho todo aquello porque le había parecido esencial para aclararse la mente y que llegara esa gran idea que necesitaba para la campaña
Era un poco preocupante que, de momento, no hubiera llegado ninguna idea. Ni grande ni pequeña, ni buena ni mala, ninguna. Iones escucho un ruido ¿ era la puerta?
Fue cuando escucho la voz de un hombre y luego los ladridos de un perro y por el sonido juraba que era uno enorme.
Diego llamó con fuerza a la puerta del baño. ¿Qué demonios estaba haciendo Iones?
No había esperado hallar toda su ropa en la entrada, tropezarse con sus cosas y encontrársela encerrada en el baño. Aquello no estaba yendo según lo planeado. La casa era un caos. ¿Qué se suponía que tenía que hacer ahora?
–Abre la puerta ahora mismo –le ordenó.
— ¿quien eres?,¿De dónde has sacado la llave?, llamare a la policía
–Me lo ha dado Helena.
–¿Helena? –se sorprendió Iones.
– Soy Diego Azzarini –contestó Diego.
Así que Diego era uno de los famosos hermanos Azzarini. Iones no había conocido a ninguno de aquellos mujeriegos de los que Helena tanto le había hablado, así que no sabía mucho sobre ellos, solo que jugaban al polo y que hacían estragos con las mujeres.
–¿Y qué haces aquí? –le preguntó tapándose con la espuma.
—¿Por qué no sales del baño y hablamos cara a cara?.
Iones se dijo que aquello era, sin duda, lo que tenía que hacer. No podía quedarse escondida en el baño como una cobarde. Helena había dejado muy claro que no había nadie en la casa y que podría utilizarla en exclusiva.
Su amiga no le había dicho en ningún momento que cualquiera de los hermanos de Emiliano podía presentarse allí sin avisar.
—¿No deberías estar en Argentina ? –le preguntó intentando ganar tiempo para poder quitarse el aceite del pelo.
–Vivo y trabajo en Londres –contestó Diego –. ¿Vas a tardar mucho?
–El tiempo necesario –contestó Iones Tras envolverse en un albornoz, se preparó para verlo. Mientras se ataba el cinturón con fuerza, se recordó a sí misma que la nueva Iones no salía huyendo, que la nueva Iones presentaba batalla, así que abrió la puerta.
Elevando el mentón en actitud desafiante, volvió a entrar en el baño y cerró la puerta.
—¿Quieres que vuelva más tarde? –le preguntó Diego. Iones contestó de mala manera y Diego volvió a reírse. Era imposible que fuera tan guapo. Aquello no era justo.
–¿Necesitas más tiempo para arreglarte? –insistió Diego.
–No necesito arreglarme.– aseguró Iones volviendo a abrir la puerta. En realidad, no era el mejor momento para volver a encontrarse, pero no había otro.
—¿Estás nerviosa? –le preguntó Diego mirándola de arriba abajo. –
—No,¿ porque lo estaria?–contestó Iones roja como un tomate.
—¿Incluso si te digo que me voy a venir a vivir aquí?
—¡No te puedes venir a vivir aquí! –exclamó Iones.
–¿Ah, no?
–Claro que no. Estoy yo –protestó Iones indignada.
–¿Y...?
–Y Helena me dijo que estaría yo sola en la casa.
—¿Tienes un contrato en el que quedara eso redactado? –le preguntó Diego, que comenzaba a comportarse como el lobo malo en lugar de como el hombre bueno que aseguró que seria.
–No, claro que no –protestó Iones–. ¿Cómo voy a haber firmado un contrato con Helena?, tenemos un acuerdo verbal.
—Helena suele actuar dejándose llevar por sus impulsos–¿no te ha llamado para decirte que iba a venir? –le preguntó Diego.
— Tal vez me llamo pero deje el teléfono en la habitación, respondió Iones que conocía lo suficiente a su amiga para saber que estaría preocupada.
Entonces vio que los hombros de Diego se relajaban un poco y que la miraba de arriba abajo.
–Bueno, pues ya estoy aquí, así que te aconsejo que te acostumbres a mí, Iones. Anda, vístete mientras instalo a Boucer.
—¿Boucer? –se asustó Iones–.Es un perro enorme
–Exacto y vagabundo –contestó Diego poniéndose muy serio–. Es cierto que podría destrozar la casa si nadie lo vigila...
–A eso me refería –contestó Iones.
–Menos mal que lo vas a vigilar tú.
–¿Yo? –exclamó Iones–. No puedes irte y dejar a Boucer conmigo.
El perro reconoció su nombre y se acercó a la puerta del baño y se sentó a sus pies. ¿Y qué podía hacer? ¿No hacerle caso? Iones se agachó y lo acarició, lo que Boucer interpretó como una señal para lamerla.
–Mira cómo se alegra de conocerte –.
Iones suspiró y miró a Diego bastante molesta.Todo el mundo sabía que los hermanos Azzarini eran unos ricachones prepotentes y que, al igual que su amiga, pertenecian a otro mundo.
¿Y qué? Tenía que oponer resistencia. –Boucer –dijo Iones ignorando al amo–, ¿te apetece destrozar un poco? –le preguntó elevando la mirada hacia Diego –.
La mirada que él le dedicó hizo que a Iones comenzara a latirle el corazón aceleradamente. Tendría que haberse dado cuenta de que a Diego Azzarini era un deportista al que le encantaban los desafíos.
—Voy a tomarme algo y me voy al gimnasio –anunció Diego –. Por favor, quiero que para cuando vuelva lo hayas recogido todo.
Necesitaba tiempo para pensar. Oía a Diego en la cocina. Durante un instante, no hizo nada, no pensó en nada, solo respiró.
—Me gustaría dejar clara una cosa –anunció entrando en la cocina. Se había puesto unos vaqueros holgados y una camiseta vieja.
Lo único que quería era que Diego la escuchara antes de irse al gimnasio.En aquel momento, Diego se estaba llevando una botella de cerveza a los labios.
«Qué boca tan increíble», pensó Iones obligándose a concentrarse.
–Dime –contestó él. ¿Tenía que tener unos ojos tan bonitos? ¿Tenía que mirarla así? ¿Tenía que sonreírle de aquella manera tan sensual?.
— me estás pidiendo que me haga cargo de Boucer un fin de semana.
–Te pido que seas su niñera–la corrigió Diego como si aquello fuera un privilegio.
—Así que vas a dejar al perro libre en una casa por la que yo me muevo de puntillas para no estropear nada–comentó–. ¿Hace falta que te recuerde que Boucer es enorme?
—Tú tienes unos pies delicados –observó Diego dejándola sin habla.
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Comments
Blanca Idalia España Lozano
Diego se burla abiertamente de Iones y ella no parece darse cuenta, jajajaja
2024-09-29
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Herlinda Luna
puras tonteras a poco Iones se va dejar que le ordenen y no va a decirle nada a Helena???
2024-07-31
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Anabella González
y llego la hora del pecado
2024-05-04
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