A pesar de acabar de tomar un baño no estaba relajada. Llevaba un albornoz puesto, tenía la música baja, una copa de buen vino encima de la mesa y un libro. Había leído la primera página y había decistido porque no lograba concentrarse. Helena camino por su enorme piso en Roma. Ahora ella dictaba las reglas de como vivía, no había equipo extravagante de seguridad y tampoco tenía cientos de empleados si no era necesario.
El teléfono de Helena sonó en ese momento era un correo de Draco, estaban buscando un nuevo terreno. Eso la hizo sonreír, estaban pensando algo alocado y extravagante como siempre.
Sabía que el chófer de Rousakis llamaría, pero no pensaba atender. Por suerte Irina se ocuparía de todo. Irina, su ama de llaves, sabía lo que debía decir.
Exactamente, como Helena había previsto, la conversación entre Irina y el chófer de Rousakis duró unos segundos. Con un suspiro de alivio.
Finalmente se relajó oyendo por un jazz blandengue. El gemido de la trompeta de Miles Davis parecía apropiado.
Cuando el timbre sonó de nuevo, primero se sobresaltó y después se molesto. Rousakis era un descarado. Irina abrió la puerta, pero la curiosidad pudo a Helena. La audacia de ese hombre era increíble. Su visita fuera de la hora pactada a las oficinas ya había estado mal, pero eso era insultante, e Irina tenía problemas para librarse de él, en ese momento lamento la ausencia de su equipo de seguridad .
—Gracias, Irina, ya me ocupo yo — no podía negar que se sentía ofuscada—. ¿Sí? —lo miró fijamente.
Angelos Rousakis estaba más informalmente vestido.
—Habíamos quedado para cenar esta noche.
—Usted ha quedado para cenar esta noche, señor Rousakis.
—Es hora de que me llame por mi nombre Angelos.
—Es tarde...
—Exactamente —dijo él—. Y como señalaste, Helena, todavía tenemos cosas de que hablar. ¿Helena? ¿Cuándo le había dado permiso para que la tuteara? Primera regla de supervivencia de Emiliano Azzarini: «Mantén a todo el mundo a distancia». A todos... Se relajó un momento. Llevaba un maletín. Por supuesto, Rousakis era un hombre al que importaban los negocios, pero ella ya había fijado la reunión para la mañana siguiente. No tenía intención de dejarse amedrentar.
Mientras lo miraba sorprendida dio un paso y entró en el apartamento.
—Como ya le he dicho, señor Rousakis —fue tras él—, es muy tarde.
—Por eso he encargado algo —dijo deteniéndose y dándose la vuelta para mirarla—
Irina compartió una sonrisa de flirteo con él! ¿Qué era aquello?.
Honradamente, no se le podía reprochar nada a Irina, el hombre estaba muy bien.
El segundo que dedicó a recorrerse con la mirada para comprobar si el albornoz estaba bien cerrado, fue suficiente para que un hombre entrara.
—¿Adónde se cree que va?
—Aquí —dijo Rousakis dando un paso e interponiéndose en el camino de Helena.
—Tiene usted un descaro increíble.
—Por favor... no más cumplidos —dijo haciendo con las manos un gesto de burla.
—No quiero parecer desagradecida...
—¿Pero? —presionó él.
—Estoy cansada. Es tarde y me disponía a acostarme.
—Ya lo veo Helena.
—Quédate con ellos, por favor. Volveré lo antes posible. Helena fue a cambiarse. Unos vaqueros y una camiseta era una elección práctica. El pelo recogido en una cola de caballo.
Todos los insultos había ido pensado mientras volvía de su dormitorio, desaparecieron en el momento en que entró en el estudio. La habitación se había transformado. Habían encendido velas que se reflejaban en todas las superficies. Una botella de champán se enfriaba en un cubo... y en una mesa baja entre los dos sofás una bandeja de marisco llenaba todo con su salado aroma. Otro olor que hacía la boca agua. Tenía hambre, se dio cuenta Helena.
—¿Puedo tentarte?.Helena dirigió su vista a Angelos Rousakis y lo miró fríamente. —¿Unos mariscos, quizá? —murmuró acercándole un plato a Helena.
Estaba lanzándole un anzuelo con algo más que marisco, sospechó Helena ver la sonrisa flotando en su
Helena miró la mano en su brazo. Rousakis la soltó al instante.
—Me pareció oír que Irina se marchaba.
—¿Tu empleada? Así es.
—No —dijo ella sacudiendo la cabeza—. Hubiera venido a despedirse antes de irse.
—No, si quiere no molestar.
—¿molestar?.
—No es ningún problema para mi chófer dejarla en su casa.
—Déjeme entenderlo. ¿Ha mandado a mi ama de llaves a casa?.
—Se estaba haciendo tarde.
—Habría llamado un taxi.
—Pensé que te ahorraba un problema.Está todo bien, ¿verdad, Helena?
No pensaba darle la satisfacción de verla asustada ante la perspectiva de quedarse sola con él.
—Por supuesto señor Rousakis está todo bien.
—Estupendo. Parecía contento por haber conseguido llevar las cosas a donde el quería.
Entonces, acercó la mano de ella a sus labios y la besó.
—Me doy cuenta de que es tarde —dijo a modo de disculpa— ¿Me perdonas?.
Helena apartó la mano. —¿Siempre te metes en casa de los demás sin que te inviten?
—Lo siento, Helena. Pensé que así ganaríamos algo de tiempo. ¿Nunca te relajas? —la miró.
— Cuando tengo oportunidad.
—, ¿verdad?, no te creo.
—Sorprendentemente, he tratado de hacerlo esta tarde. Me di un gran baño caliente, me metí en un cómodo albornoz... y me eché aquí... relajada.
—Touché —murmuró en voz baja— ¿Me dejas elegir algo para ti? —preguntó él tomando el plato de nuevo.
—No es necesario.
—insistió—. Dame ese plato.
—Claro, dijo Helena.
—No hace falta que te tomes tanto trabajo —dijo tirando un poco más fuerte.
—Es un placer, te lo aseguro.
—¿Por qué?, pregunto Helena.
—A lo mejor te mereces que te consientan
No era la respuesta que ella había esperado y, desde luego, no esperaba ese tono tan franco. Rompió el contacto visual. —¿Champán? —ofreció él.
—Gracias, me encantaría una copa de champáña—se levantó mientras lo miraba—. ¿Quieres algo más?
—No, gracias... está todo delicioso, pero no puedo comer más —dijo sacudiendo la cabeza.
—Bueno, entonces es momento de que nos conozcamos mejor, ¿no te parece?.
—¿Por qué no? , dijo Helena le seguiria el juego hasta que se estrellara con la pared—podía manejarlo.
Helena lo miró con cautela mientras se acercaba a ella y casi se encogió cuando se situó lo bastante cerca como para poderlo tocar.
—Creo que los dos sabemos que has tenido algunos problemas, Échale un vistazo a esto —y le dio un informe.
— ¿Bueno? Rousakis poniendo de manifiesto todas las debilidades de la estructura en el tiempo más breve que se podía imaginar, para prepararla para aceptar una oferta mucho menor de lo previsto, sospechó Helena.
—He notado algunas discrepancia —continuó—. Todo fácil de explicar, seguro. Muy pronto nuestros contables lo aclararán todo dijo Rousakis.—Te dejo el resto del informe —dijo cerrando el maletín.
—¿Te marchas?, pregunto Helena incentivandolo
—No, si tú no quieres le dijo mirándola.
Él había tirado una piedra al estanque y esperaba ver hasta dónde llegaban las ondas. Tenía que admitir que estaba sorprendido. Había capitulado mucho antes de lo que esperaba. Mezclar negocios y placer era algo nuevo para él, pero con Helena haría una excepción. Quería la empresa y quería a Helena Athanasiou. Los negocios eran un juego en el que siempre ganaba, y ella se había convertido en parte del juego. La idea de dominar a Helena le atraía realmente.
La agarró del brazo. El se acercó para besarla, pero Helena se corrió para atrás.
— Será mejor que se vaya señor Rousakis.
—¿Qué?. No necesito esta clase de juegos Helena.
—Vete —la voz de ella casi un susurron— vete —hizo un gesto de desagrado—. ¿qué estás esperando? —
—¿Cuándo vas a aprender que no todo el mundo quiere bailar a tu ritmo?, pregunto él
— Tampoco yo bailare al tuyo respondió Helena y el murmuró algo
—¿Qué has dicho?
—He dicho que no eres más que una maniática.
—Creo que es mejor que te vayas ya.
—Es lo primero que has dicho esta noche que tiene algo de sentido comento Rousakis.
Helena sonrió, pedazo de cretino pensó que por unos detalles se arrojaría a sus pies y le entregaría lo que él quisiera tomó su teléfono y realizo una llamada.
A la mañana siguiente Angelos Rousakis estaba desconcertado
—¿Qué quieres decir, que no se celebrará la reunión? Cambiándose de hombro el teléfono?
— Helena Athanasiou cancelo la reunión está enferma...
—¿Enferma?
—No sé, Angelos. No he podido enterarme de más. No creo que sea serio, dolor de cabeza a lo mejor, o problemas de mujeres...
—Averígualo, ¿de acuerdo?, avísame cuando lo sepas.
—Haré lo que pueda.
—Eso no es bastante, Ginno dijo Angelos Rousakis cortando la llamada.
Helena era desconcertante una mujer de veintimuchos años y las mujeres maduras no se comportaban así. Su conducta le desconcertaba y eso no le gustaba.
Reflexionó sobre lo ocurrido en las últimas veinticuatro horas. Nunca se había encontrado con nadie como Helena. Le había cegado, escapado de su control. Le había atraído y después le había rechazado en el último momento. No podía soportar sentirse así por nadie, menos por Helena.
Helena sonrió había suspendido la reunión y en ese momento se encontraba en Grecia más precisamente en Athanasiou, había vuelto a casa.
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Comments
Ada Mosca
y cuando murió Emiliano creo q se le pasó ese capitulo
2025-02-13
0
Martha Elena Leos
Acaso Emiliano murio?
2024-09-15
0
Vika Lugo
que pasó con Emiliano Azarrini.???
2024-08-18
0