Cuando tres semanas más tarde, Olivia entró en el registro civil, luchaba por superar su nerviosismo. Aunque la molestaba la obsesión de su padre por proporcionarle el estilo de vida que habría tenido si la hubiera reconocido como hija, sabía que había redactado aquel testamento con sinceridad, y aquello la hacía sentirse culpable.
—Llegas tarde —le dijo Luciano , dirigiéndose hacia ella a grandes pasos.
—Pero he llegado —contestó Olivia—. Y no me mires así.
—¡No tienes ropa adecuada!
—¿No creo que se te haya ocurrido pensar que iba a vestirme de novia para esta farsa?
—Esto no es una farsa —gruñó Luciano —. Vamos a contraer matrimonio.
Al cabo de unos segundos, un funcionario se acercó a ellos y los invitó a pasar a una sala, donde se iba a celebrar la ceremonia. Olivia se quedó helada.
—No me gusta esto —susurró Olivia. Luciano le dio la mano.
—Tendrás que hacerlo por Sonia.
Olivia palideció al oír el nombre de la viuda de su padre. Aquello era una mentira, una maniobra para que Luciano heredase todo el dinero de Andreas. Minutos más tarde, también miró con cierto asombro el anillo que le ponía Luciano en su dedo.
Todo transcurrió con tanta rapidez que se quedó boquiabierta. Que no lo vio marcharse con las llaves.
—¿A qué estás jugando? —le preguntó furiosa. Pasaremos la noche juntos
—¿Cómo dices?
—Si no nos separásemos justo después de la ceremonia, todo el mundo sospecharía.
—¿Quién?
—No estoy dispuesto a que nadie me pueda acusar de casarme por conveniencia
—Pero si eso es lo que acabamos de hacer.
—¿Y no seria una tontería por mi parte hacerlo público?
—¡No pienso pasar la noche contigo! —le dijo Olivia muy acalorada.
—No tienes otra opción. Es parte del trato. Olivia se cruzó de brazos y se negó a moverse.
—De ninguna forma —dijo otra vez—. ¡No confio en ti!,
—¿ crees que te daría la posibilidad de arrunarlo?
De forma involuntaria, Olivia se puso tensa, sintiendo un escalofrío, a pesar de la cálida temperatura de aquel coche tan lujoso.
—No quiero pasar la noche en el hotel contigo.
—Pero lo harás. Es parte del acuerdo. No puedo correr el riesgo de que este matrimonio pueda ser declarado nulo. Lo único que quiero es hacer lo que dice la ley. Los dos permanecieron en silencio, un silencio cargado de tensión.¿Qué te contó Andreas de mí? —preguntó Luciano de pronto.
—¡Más de lo que yo hubiera querido saber, créeme!
—Estábamos muy unidos, pero al parecer no tanto como yo pensaba —musitó con tristeza—. Debió de darle vergüenza de hablarme de ti...
—Andreas no estaba avergonzado de mí..
Ya en el hotel cansada de mirar el techo Olivia decidió bajar al bar.
Se puso los zapatos, sin prestar atención a los guardaespaldas. Sin embargo, cuando entró en el ascensor, el hombre más joven entró con ella. Y cuando entró en el bar del hotel, él la siguió. Olivia pensó que por lo menos así tenía alguien con quien hablar.
Todos los hombres que había en el bar giraron la cabeza al verla. Su pelo rizado le caía sobre la cara enmarcándole el rostro. Olivia eligió un sitio para sentarse. El custodió llamó al camarero y empezó a toser. Frunció el ceño y empezó a toser otra vez, al tiempo que se disculpaba.
—Por favor, siéntate. Lo que necesitas es un vaso de whisky. Eso te ayudará a dormir. Se sentó en una silla y la miró un poco avergonzado. Olivia pidió un whisky doble para él y le instó a bebérselo. Él movió en sentido negativo la cabeza. —¡Bébetelo! -le ordenó Olivia. El custodió lo hizo.
—Deberías estar en la cama -le recomendó Olivia, cuando se dio cuenta del color enfebrecido de sus mejillas-. Pero estoy segura de que tendrías que estarte muriendo para que Luciano se diera cuenta de que estás enfermo.
—¿A qué diablos crees que estás jugando? -aquella pregunta cortó el hilo del pensamiento de Olivia.
Levantó el vaso de vino y le dio un sorbo Luciano se quedó mirando fijamente a Olivia, con unos ojos tan duros y fríos.
— Regresa a la habitación. Es nuestra noche de bodas. ¡Ninguna mujer decente se atrevería a venir sola a un bar! -el custodió estaba conmigo.
—¡Y lo has emborrachado!
—Estaba resfriado y le dije que se tomara una copa. Debe de tener muy poca tolerancia al alcohol -contestó ella.
—Pues eso le va a costar el puesto. Olivia se puso pálida.
—Escuché lo que te estaba diciendo. Uno de mis trabajadores insinuándose a mi esposa.
—¿Tu esposa? ¡Yo no soy tu esposa! -. ¡No sería tu esposa ni por un millón de dolares!
—Yo creo que por mucho menos que eso, bastante menos -le aseguró Luciano, sonriendo de forma cínica-. ¿Por cuánto te vendiste a Andreas? Te tenía en una casa alquilada. Ni siquiera te compró un piso...
Olivia enfureció cuando le tiró el vino que quedaba en su vaso, él se quedó mirándola con cara de asombro. Se puso en pie y lo miró con odio. Ella se dirigió al ascensor y Luciano fue detrás de ella
Sus miradas se encontraron y el tiempo pareció transcurrir al ritmo de su corazón. Intentó respirar. Se dio cuenta de que su cuerpo temblaba y los pechos se le endurecían. Luciano sonrió mientras inclinaba su cabeza. Olivia se excitó hasta tal punto que la pasión la desbordó. Lo besó, y emitió un quejido cuando él le metió la lengua en la boca.
Luciano levantó la cabeza para mirar su cara y la sacó del ascensor. Aquella interrupción tan súbita la dejó un poco desorientada. Dentro de la habitación, él la volvió a agarrar de la mano. Su mirada encendía su cuerpo de tal forma que llegó a temblar.
—Dime que quieres hacer el amor -la invitó él, y lo haremos.
Olivia se puso tensa y retrocedió unos pasos, obligándole a que la soltara.
—No puedo dormir contigo... -le dijo, con voz temblorosa.
—¿Quién ha hablado de dormir?.
—Estoy cansada -Olivia trató de convencerle, aunque al mismo tiempo se daba cuenta de que nunca había deseado estar con un hombre como deseaba estar con Luciano.
Nada más cerrar la puerta, se apoyó en ella y trató de reprimir las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos.
Horas más tarde, Olivia seguía despierta. Estaba todavía conmocionada por la respuesta sexual que había experimentado ante la presencia de él. Luciano Letsos, el hombre que más la odiaba, era el único hombre al que hubiera deseado quitarle la ropa y lIevárselo a la cama. Sus mejillas se encendieron de vergüenza. Se restregó los ojos. Aquél era el poder del deseo sexual. Un solo beso y se había vuelto loca ¿es que acaso no tenía vergüenza?.
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Comments
Norma Alvarez Vega
al final se van ha enamorar.
2025-02-04
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Herlinda Luna
Ummm Yo lo que quiero es que se enamore El no Ella
2024-07-31
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NEUDIS BRITO
ufffsss aquí empieza todo ya estarás babiando por ella Luciano 😁
2024-04-16
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