CAP 17 Fiebre

Black, con solo verla en la cama, queda maravillado por la silueta de esa mujer cuya espalda está totalmente desnuda. Huele la bata, sintiendo ese olor que solo ella tiene, suave y delicioso, cuando es interrumpido por uno de sus hombres al tocar la puerta. Él camina hacia ella envuelto en una toalla para recibir unas bolsas y un bolso con su ropa. Mientras se seca, poniéndose un bóxer y una sudadera sin dejar de ver a la mujer que yacía en la cama, hizo algunas llamadas para acostarse a su lado. Para él, resulta difícil estar al lado de ella, y más sabiendo que solo cubre su desnudez una delgada sábana. Ella se remueve, alejando un poco más la sábana de su cuerpo, observando los golpes en su piel, pero no dejaba de mirar ese cuerpo totalmente desnudo. Solo se acostó en la cama, tratando de cerrar los ojos. No sabe cuánto tiempo dio vueltas en la cama sin dormir, buscando una forma de concentrarse y olvidarse un poco de ella. Apaga la luz, pero la tenue claridad que entra por la ventana hace énfasis en todas las curvas de su cuerpo; solo la observa, inquieto. Hasta que logró dormirse y sintió unos besos en todo su cuerpo, esos besos que devoraban sus labios, esos besos que bajaban a su cuello. Al abrir los ojos, podía observar esos ojos color ámbar mirándolo fijamente y seductoramente, mientras sus labios trabajaban haciendo una cadena de besos por su dorso hasta llegar a su hombría y sentir esos suaves y delicados labios succionando y estimulando cada parte de su entrepierna, llevándolo al cielo, para soltar un gemido de placer... Pero eso lo hace despertarse y maldecir mentalmente porque todo había sido un sueño.

Ella solo dormía a su lado muy plácidamente; solo se sentía agitado y un tanto eufórico con la respiración agitada. Una parte de él quería que eso fuera realidad, pensando en ella, su cuerpo y su forma de ser; sería su más grande pecado. Para calmar su corazón y todas sus emociones, decide levantarse para ir a su bolso y cambiarse de ropa, poniéndose algo deportivo para llamar a sus hombres y que estén listos. Solo quería despejar su mente y salir a correr. Sus hombres lo acompañaban: unos en auto, otro en moto y otro junto a él. Como de costumbre, eran alrededor de las 4 de la mañana y él solo corría, lleno de sudor.

Hasta que se cansa y no puede más, vuelve al apartamento y alista a todos porque tenían que volar hacia Italia. No podía dejar a su hermana mucho más tiempo sola, sabiendo que Marx ya sabe lo de su embarazo y buscará cualquier forma de llegar a ella, cosa que él no permitiría. En menos de un mes, tenía que presentar a su esposa y así lograr tener más poder para deshacerse de Marx, pues algunos en la comisión estaban de su lado por eso; aún él no podía tocarlo.

Black suspira al llegar a su apartamento y sus hombres aprovechan para descansar. Él llega completamente sudado, con el sudor recorriendo todo su cuerpo, y entra a la habitación que compartía con Karol, encontrándola totalmente desnuda en la cama, pues había peleado con las sábanas. Black solo pensaba que esa mujer lo iba a volver loco o a matar de tanta tentación.

Él es solo un ser humano, no era de piedra. Así que decide acercarse a ella y empieza a observarla totalmente desnuda. Y a devorarla con la mirada, tanto así que él se asienta en la cama en ese momento. Él se acerca tanto a ella que puede sentir su cálida respiración, hasta que ella abre los ojos y estampa sus labios en los de él en un beso suave y delicado. Pero solo con el roce de sus labios se dio cuenta de que ella está ardiendo en fiebre, para caer sin fuerzas de nuevo y quedar dormida. Black la toca y efectivamente ella está ardiendo en fiebre. Black busca su bolso y toma uno de sus suéteres, que en ella seguramente le quedaría grande, para ponérselo y que nadie la viera desnuda, y gritarle a sus hombres al entrar Marcos, que acababa de llegar.

Marcos toca la puerta al escuchar el grito de su jefe. Él sube de inmediato y toca la puerta, para encontrar a su jefe lleno de preocupación mientras Karol está en la cama.

Black: Necesito que llames a un médico ya. ¡MALDITA SEA! Necesito algo para bajarle la fiebre.—

Marcos: Ya lo hago, buscaré unas compresas y agua mientras llamo al médico — baja a la cocina, toma una taza de agua y toallas, y sube las escaleras. Mientras Black está preocupado, él recibe la taza para ponerle las toallas húmedas y bajar la temperatura. Sus labios están rojos y secos.

Marcos: El médico viene en camino.— Pero no lo mira, solo se enfoca en Karol. Su cabello está mojado del sudor, mientras él cambia las toallas que secan rápido... La espera del médico se le hizo eterna. Hasta que el médico llega para empezar a revisarla. Pero no se separó de ella ni un solo instante.

Hasta que el médico terminó de revisarla, pues no entendía de dónde provenía la fiebre, hasta que miró su pie y vio que estaba un poco inflamado; tenía una infección en el. Así que le mandó pastillas para mantenerla relajada y antibióticos para irse. Pero Marcos mira intrigado a Black.

Marcos: ¿Cómo hacemos?... En unas cuantas horas debemos partir y ella está muy enferma para ese viaje.

Black: (suspira) No hay de otra forma, hablaré con el médico. A que me recomiende pastillas para dormirla y así mantenerla dormida y lograr que descanse en el viaje, pero no podemos retrasarnos más, debemos estar en Italia a más tardar el día de mañana. Después de alistar todos los pendientes, Black ya había hablado con el médico y le dio pastillas para que durmiera por más tiempo y mantenerla sedada durante todo el viaje. Así que, para que ella pudiera recuperarse más rápido, Black tenía una misión: vestirla sin caer en la tentación, pues ella solo usaba su suéter, el cual estaba sudado.

Ella medio se despertó, pero se sentía tan débil mientras Black trataba de darle los medicamentos, pero ella no quería tomarlos. Así que Black no tuvo otra opción; tenía que hacer que tomara la pastilla, para ponerla en su boca, tomándola a ella, que estaba un poco débil, por el cuello, estampando sus labios en ella y comenzando un suave y delicado beso para usar su lengua y meter la pastilla en su boca y hacer que se la tragara.

Aunque lo hizo para que se tomara el medicamento, sentir sus cálidos y dulces labios también era delicioso, pero ella estaba tan débil que ni siquiera sabía lo que había pasado antes de caer de nuevo dormida.

Mientras él trataba de vestirla como si fuera una muñeca, intentaba mantener la calma y no cometer una locura. Se duchó y se arregló mientras sus hombres estaban listos para ir al aeropuerto. Marcos entró a la habitación para ver a su jefe y decirle que todo estaba listo.

Marcos: Jefe, si quiere, yo la puedo llevar al auto y la acomodaré —dijo caminando hacia la cama.

Black: No es necesario, yo lo haré. Yo me encargaré, solo lleva las maletas y su ropa que están en las bolsas.

Marcos tomó el bolso y las bolsas, observando a su jefe cargar a su esposa con delicadeza, envolviéndola en las sábanas para salir de la habitación y bajar las escaleras. La llevó hasta los autos que los esperaban al frente, junto a todos sus hombres, que era la primera vez que veían a su jefe haciendo eso por una mujer. Black no aceptó la ayuda de ninguno de sus hombres; solo él quería tocarla. No aceptaba que nadie la tocara que no fuera él; parecía un hombre lobo marcando territorio con su mate.

Al llegar al aeropuerto, él la tenía acomodada en sus piernas mientras verificaba su temperatura a cada instante. Al llegar al aeropuerto, sus hombres le abrieron la puerta y uno de ellos intentó ayudarlo a cargarla. Pero él le dio una mirada fulminante, obligándolo a retroceder mientras él la tomaba en sus brazos delicadamente para subir al jet y acomodarla con cuidado en la cama del mismo. Marcos solo se limitó a observar, un poco intrigado y sorprendido de que un hombre como él tuviera esas atenciones con la mujer que lo había humillado varias veces. Durante el vuelo, él estuvo con ella. Se sentía extraño, pero no podía evitar sentir preocupación y desear que despertara, aunque lo llamara Negro...

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