Capítulo 1

Despierto desorientado en una cama de hospital, me costó un poco de trabajo darme cuenta del lugar que estaba, me siento un poco mareado, intentó recordar cómo llegué aquí, que me ocurrió, pero no recuerdo nada, ni logro recordar que hice anoche y mucho menos que hago aquí. Miro a mi alrededor y veo máquinas, máquinas de hospital, siento un llanto a lo lejos. Me incorporo poco a poco, me siento muy liviano, cómo si no pesara no una libra, al incorcoparme me ocurre algo muy raro, veo mi cuerpo tendido ante mí en la cama, no entiendo nada, como puedo estar allí y aquí a la vez. Trato de entrar en el una y otra vez sin resultado, por más que intento entrar en mi cuerpo nuevamente no puedo fundirme en él.

Volteo a mi izquierda y veo a mi madre llorar a mi lado, grita mi nombre, ese era el llanto que sentí al despertar, se niega a perderme, tarde un poco en comprender lo que ocurría, luego de unos minutos comprendí, morí, como morí?, Apenas tenga veinticinco años, mi madre no está sola, veo a Maritza, mi esposa desde hace un año llorar con mi madre, corro hacia ella, intento llamarlas, les grito.

- Estoy aquí, digo con todas mis fuerzas, todo es en vano, no pueden escucharme.

Intento tocarlas pero no lo consigo, mientras lo intento desesperadamente para que me noten, las atravieso, como si mi cuerpo fuera aire, no pueden sentirme y menos escucharme, un muchacho entra a la habitación y hace que deje de intentarlo, es un enfermero. Veo que se dirige a mi cuerpo inmóvil, lo traslada hacia una camilla, lo envuelve en una sábana blanca, mi madre me besa la mano y mi esposa la abraza para calmarla, el enfermero traslada mi cuerpo fuera de la habitación, yo lo sigo por el pasillo, debo saber hacia dónde me lleva y que ocurrirá conmigo, o más bien con parte de mí.

Me llevan a la morgue, dentro hay otros cuerpos como el mío, algunos desnudos y cocidos ya, otros aún con la sábana puesta, el encargado del lugar me pone una presilla y me engaveta, resulta que soy el caso cincuenta del día, coloca en un papel dónde abren mi expediente, muerte desconocida. El asistente se acerca al sitio donde me dejaron, me toma muestra de sangre y se marcha, le dice al forense que regresa al otro día con los resultados, ya que hay varios pedidos antes.

Este acepta y pasa a otro caso, quedándome sólo ahí, pero no siento dolor ni nada,es como si ya ese cuerpo no tuviese relación alguna conmigo, ni cuando tomaron nuestras de sangre me dolió, parece ser que se ha cortado el vínculo entre el y yo. Ya mi cuerpo ni me pertenece, entonces que soy en estos momento, por qué si morí sigo sintiendo, viendo, miles de dudas invaden mi mente.

Sin más nada que hacer ahí y más aturdido que otra cosa regreso a la habitación dónde había fallecido, para mi sorpresa ya mi madre y mi esposa no están, corro a la salida en su búsqueda, en mi desesperación atravesé la puerta sin abrirla, me doy cuenta de que puedo traspasar las paredes y pisos a mi antojo, me apresuro, no quiero perderlas, no entiendo que ocurrió, necesito saber más,llegó a la salida y las veo marchar.

No sé que hacer, voy tras ellas, regreso a donde está mi cuerpo. Estoy en esa disyuntiva cuando siento que me tocan el hombro. Volteo a ver. Hay una chica con pelo rojizo, crespo y largo y unos ojos redondos grandes expresivos que le dan un toque especial.

- Hola soy Yara, cómo te encuentras. Dijo.

- Puedes verme. Dije sorprendido.No entendía como podía.

- Claro, también estoy muerta, todos lo estamos mira bien. Dice señalando a varias personas a nuestro alrededor.

Observé el pasillo y noté que había más personas en mi situación, se les notaba un tono más gris, como faltos de color, a diferencia de los vivos. Así logré identificar a seis, cada uno se fue presentado. Los saludé a todos y al regresar la vista hacia mi esposa y madre noté que se habían marchado en un auto. Intenté correr por instinto para alcanzarlas pero Yara me detuvo tomando mi brazo.

- Vi tu desesperación y corrí para ayudarte. Cuál es tu nombre. Dijo Yara tocando nuevamente mi hombro ya que me había distraído nuevamente. No te preocupes por qué se hayan ido, puedes ir a su encuentro cada vez que quieras, es solo mentalizar, luego te enseño si lo deseas, serás capaz de estar en cualquier lugar que desees con solo pensarlo.

- Lukas me llamo Lukas. Dije con la cabeza en el aire aún, era mucha información para procesar.Cuánto hace que moriste, fue lo primero que se me ocurrió preguntarle.

- Dies años. dijo.

- Dies años, dije casi gritando.Y por qué sigues aquí.

- Sí, fue un accidente de coche, un conductor ebrio perdió el sentido y su auto fue sobre mí, morí al instante, no sentí dolor, al despertar estaba aquí, tarde un poco en entender mi estado me costó tiempo aceptarlo, ellos me ayudaron a tener paz interior y desde entonces ayudo a otros, cómo tú, en el proceso.

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