Capítulo 9

Resulta que Yara tenía contacto con un espiritista, este hombre tenía el don de ser vidente y escuchar a los espíritus, lo conoció de casualidad un día en el que él acompañó a una amiga al médico, allí mismo en ese hospital y ella estaba justo allí en ese momento, el espiritista se llama Alfred y casualmente es abogado también, desde ese día hicieron una gran amistad y se encarga de ayudarla con todos los casos legales de las personas que fallecen en el hospital y son guiados por ella.

Cuando Yara ayudaba ha alguna persona que no puede abandonar este plano por problema legales que no lo dejan avanzar, ya sea por un testamento sin terminar, algún proceso incompleto, acude a él, para resolverlo y pueda marchar en paz. Alfred descubrió que tenía el don de comunicarse con los espíritus desde pequeño, al principio su familia creía que hablaba solo o que tenía un amigo imaginario y no fue hasta que describió a su abuelo fallecido, el cual no había conocido jamás ni en fotos, que lo tomaron en serio.

Fue así que su madre lo llevó con una vecina que tenía tendencia religiosas africanas, practicaba la santería y también tenía media unidad, o sea, era médium. Fue así cómo fue desarrollando ese don mediante la guía de esa vecina, alcanzando gran desarrollo espiritual, incluso llegó a laboral en ese mundo él solo tiempo después, llegando a gozar de buena fama y siendo recomendado por todos los que acudían a él. Muchas personas viajaban de varios lugares, incluso lejanos en busca de ser consultados por él. Se le llama consulta cuando se ve el futuro de esa perspectiva mediante la acción de una persona fallecida, Yara tuvo que explicarme el término ya que yo no tenía conocimiento de ese campo, cosa que se le daba muy bien a Alfred y a mí me causo mucha admiración lo que podía hacer y decir.

Aunque practicaba ese oficio y ofrecía su don para la ayuda de todos, estudió algo completamente diferente, se hizo abogado. Ese día en el hospital sintió la presencia Yara y está al notarlo se le presentó en su casa luego, ese fue el inicio de una gran amistad y colaboración entre ambos, en busca de aliviar los problemas legales de los recién fallecidos, cosa que realizaba sin cobrar un centavo.Tal ves de saber de ese arte hubiera ido a una consulta y hubiera descubierto el plan q tramaban en mi contra, pero ya es tarde, solo me quedaba admirar ese don que tenía Alfred.

Fue así que Yara me explicó lo que pretendía, se podía cambiar mi testamento a favor de otra persona, aunque ella por ser mi esposa le tocaría algo de mi fortuna, pero no sería la mayor parte, también podía cambiar mi seguro de vida. Eso me puso contento, primeramente pensé en dejar todo a mi madre, pero ella era lo suficientemente rica, yo siempre le daría una parte claro, pero no tenía nadie más a quién dejar tanto dinero, que fuera a ser útil para ella.

Pensé en donarlo para alguna institución, una iglesia,un colegio, un orfanato, esto sería lo mejor hasta que recordé ese asunto del hijo. Tiempo atrás hubo un rumor en el que yo iba a ser padre, pero no le presté atención, más bien ignoré todo. Laura era una de las chicas con quién salía en ese entonces, era trigueña, delgada, muy dulce y cariñosa, estaba perdidamente enamorada de mí, pero yo no la tomaba en serio, me iba con otras en su presencia una y otra vez, ella siempre volvía a mis brazos, yo joven, rico, buen mozo creía que tenía el mundo a mis pies y tenía el derecho de estar con quién quisiera y ellas obedecer.

Incluso terminé mis estudios tres años antes que el resto, me creía invencible capaz de todo, Laura era una simple mesera de un pequeño restaurante en el centro de la ciudad dónde solía comer de vez en cuando, nunca se me insinuó, más bien fui yo quién la conquistó por una apuesta tonta de compañeros de clases, me gustó y la tenía para pasar el rato algunas veces.

Cuando llegó Maritza deje de verme con todas incluido con Laura, cerré mi capítulo de mujeriego y me centré en Maritza logrando conquistarme y acaparar mi atención solo para y por ella, fue así que ignoré las llamadas de Laura, también los mensajes dónde hablaba de un embarazo, un día dejó de llamar y escribir, cosa que agradecí, ya que no quería líos con Maritza, estaba convencido de que lo hacía para llamar mi atención y querer retenerme.

No estaba listo para hijos y no me los imaginaba con nadie más que con Maritza, de todas elige la peor, mi caballo de Troya, mi cruel perdición un regalo del kalma por todas las veces que fuí infiel y dejé sin razón otros corazones destrozados, había pagado con el mío propio. Ahora deseaba con todas mis fuerzas que fuera verdad, que Laura tuviera un hijo o hija y que fuera mío.

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