Capitulo 8. Quiero ayudarte

Bien, ahora no sé por dónde comenzar — estaba escribiendo varios datos importantes que me había dado Aeloria sobre este mundo.

- ¿Qué crees que es más importante ahora?

- Mi situación familiar, definitivamente.

- Pff eso ya no tiene solución — dijo con desdén.

- Debe haberla, yo me encargaré de eso, primero, arreglaremos las cosas con Raon.

- ¿En serio lo harás?

- Sí, es lo mínimo que puedo hacer, ahora vamos.

- Como tú digas... — dijo desganada.

El primer lugar al que debía ir es la biblioteca, es más que claro que los médicos que han solicitado no han sido de ayuda, por eso Raon pide que el médico real la atienda, pero se sabe que éste únicamente se encarga de la familia imperial.

Al llegar fui directo a la sección de medicina, sé que es una enfermedad rara y que, si no es tratada, dentro de poco la reina perecerá, he allí el por qué más adelante Raon, motivado por el rencor y dolor, intenta pelear por el trono.

Después de leer varios libros, encontré uno muy raro sobre remedios antiguos, este menciona a un médico renombrado que vive en las montañas fuera del imperio.

Mientras estaba inmersa en la lectura, alguien entró.

- ¿Qué haces aquí? Y en la sección de medicina, ¿qué planeas? — dijo con incredulidad y cierta desconfianza en su voz, alcé la vista — La información que hay en esos libros es demasiado como para que tu pequeña cabeza la procese — terminó con burla.

- Raon... estoy buscando información — él entrecerró los ojos — Sobre la enfermedad de tu madre — frunció el ceño con enojo.

- ¿Y eso a ti qué te importa? Jamás pedí tu ayuda, deja de ser tan entrometida para quedar como la niña buena que jamás vas a ser — se dio media vuelta, dispuesto a irse completamente furioso.

- Hermano, — detuvo su andar por un momento — sé que hemos tenido problemas en el pasado, pero, realmente estoy arrepentida, deseo ayudarte. — ni siquiera volteó a verme, estaba dispuesto a seguir — Encontré algo que podría ser útil — se detuvo y regresó inmediatamente hacia mí con pasos apresurados y una expresión molesta.

- Más te vale que no sea otra de tus mentiras — amenazó mientras me tomaba de ambos hombros, negué.

Nos separamos y tomamos el libro, le mostré que en él mencionaba a un médico que es conocido por sus tratamientos exitosos para enfermedades raras. Sin embargo, el médico vive en una región aislada y peligrosa.

Suspiré.

- Raon...

- Sabía que esto sería una pérdida de tiempo, nadie querrá ir a buscar a ese hombre, ni siquiera sabemos si es real.

- Lo es, estos no son cuentos de hadas.

- ¡Pues me hacen creer lo contrario con lo que dicen!

- Ya cálmate, vamos a ir — él rio sin gracia.

- Sí claro, ¿y cómo piensas salir del palacio? Jamás nos permitirán ir allá.

- Tengo una idea, madre me regaló una villa que está en el norte, no tan lejos de esta región, podemos ir allá y luego partir a buscar al médico. — parecía meditarlo.

- Sabes que eso sería arriesgado, ¿no? — asentí — aún no hemos despertado nuestros poderes, y si-

- Tendremos a los guardias acompañándonos, todo saldrá bien, hay que intentarlo — lo vi directo a los ojos.

- Ahg bien, envíame una carta para decirme cuándo nos vamos — asentí.

Él se fue, dejándome nuevamente sola en la biblioteca.

- Bien, ahora, debo solicitar el permiso de la emperatriz para ausentarme por unos días.

- ¿Y cómo lo harás? Dijiste que irías a la villa con ella.

Demonios, olvidé eso

- No lo sé, veré qué invento — en respuesta, Aeloria alzó los hombros.

Pedí a mi nana que solicitara una audiencia con madre para esta tarde; al llegar a la sala privada de la emperatriz, podía notar lo elegante y lujosa que era dicha habitación. Ella se encontraba allí sentada en un diván, revisando unos documentos.

- Madre, — hice una reverencia — ¿Tienes un momento para hablar?

- Victoria, — levantó la vista — claro. ¿Qué es lo que necesitas? — tomé aire antes de hablar.

- Sé que habíamos acordado ir juntas a la villa en el campo que me regalaste por mi décimo cumpleaños. Pero, me preguntaba si podría ir a visitarla durante unos días, sola.

- ¿Sola? — arqueó una ceja — ¿Por qué ahora, Victoria? Creí que esperaríamos hasta después del baile de los Cornell, porque ahora estoy muy ocupada.

- Es cierto. — sonreí levemente — Pero he estado pensando en lo afortunada que soy de tener un lugar así. Quiero pasar un tiempo allí, reflexionar y quizás encontrar inspiración en la tranquilidad del campo. Creo que me haría bien, especialmente después de todo lo que ha sucedido.

- ¿Reflexionar, dices? — me miraba con una mezcla de curiosidad y sospecha — No es propio de ti buscar el aislamiento. ¿Hay algo más que no me estás diciendo?

- No, madre. — mantuve la calma — Solo quiero un cambio de escenario. Creo que será beneficioso para mí — pausó y comenzó a evaluarme.

- ¿Y qué hay de tu seguridad? No puedes ir completamente sola.

Justo la objeción para la que estaba preparada

- Pensé en llevar a algunos guardias conmigo. Prometo mantenerme en contacto y regresar en unos días. — finalmente ella suspiró.

- Está bien, Victoria.  — cedió — Pero ten cuidado. Y asegúrate de que los guardias te acompañen en todo momento.

- Gracias, madre. No te defraudaré. — sonreí aliviada.

- Espero que no. Ve y prepara todo para tu viaje. Y recuerda, no quiero ningún problema. — dijo con una mirada firme.

- Entendido, madre. — de nuevo hice una reverencia — Gracias por tu confianza. — ella asintió.

- Puedes irte. — y regresó su vista a los documentos.

Al salir de allí no pude evitar festejar por haberlo conseguido, pero justo después un escalofrío recorrió toda mi espina dorsal.

Madre en serio es intimidante

Y que lo digas. — respondió Aeloria, reí bajito.

Bien, es momento de enviarle la nota a Raon.

"Nos vemos mañana, te estaré esperando frente a la plaza central a media mañana.

Por cierto, lleva unos cambios de ropa"

- Liz, por favor, envía esto al palacio de la consorte, es para el segundo príncipe.

- Sí señorita, con permiso — hizo una reverencia y se fue.

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^^^Continuará...^^^

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