CAPITULO 4. Feliz cumpleaños

Su alteza, es hora de levantarse — es la voz de mi nana, como de costumbre.

- Buenos días nana — bostecé y me levanté.

- Buenos días y feliz cumpleaños número diez su alteza.

¿Cumpleaños? ¿Mío? ¡Oh! ¡Así que tengo 10 años!

- Muchas gracias nana — sonreí con un leve sonrojo — ¿Hay algo planeado para hoy?

- Así es princesa, su majestad la emperatriz desea verla y comer juntas el desayuno.

- ¿Madre? bien, entiendo.

Después de prepararme fui al jardín para reunirme con la emperatriz.

- Buenos días, madre — di una reverencia.

- Buenos días, Victoria — ella sonrió — veo que tus modales han mejorado.

- Me he esforzado, agradezco su reconocimiento — involuntariamente un leve sonrojo invadió mi rostro.

Vaya, así se siente el reconocimiento...

- Lo sé, querida hoy cumples diez años, me hace feliz verte gozar de salud y por eso, tengo un presente para ti.

¿Un regalo? Era la emperatriz tan... ah es cierto, ambas eran malas y por eso eran unidas, aunque hasta donde recuerdo, nunca pude definir bien si su relación era realmente amorosa o no...

- ... t-te lo agradezco mucho, madre — tenía una sonrisa, estaba emocionada.

- Pero, aún no te he dicho qué es — ella rio.

- Sin importar lo que sea, estaré agradecida y muy feliz por recibir un presente de mi madre — bajé la mirada, podía sentir algunas lágrimas acumularse.

En mi vida como Aria, nunca pude celebrar un cumpleaños, ni recibir regalos, bueno, nadie siquiera recordaba mi cumpleaños porque nadie lo celebraba en el internado, tampoco obtuve nunca una felicitación por parte de mi papá, así que, aun cuando es el cuerpo de alguien más, me siento feliz por estas atenciones.

- ¿Quién eres tú y qué has hecho con mi hija eh? — lo dijo en un tono serio con una sonrisa mientras recostaba su rostro en su palma, al escucharla me asombré y asusté.

¿Me... ella me descubrió?

- Ma-madre yo....

- Porque lo que hayas hecho te lo agradezco — finalmente rio y yo pude dejar ir mi alma — ya quita esa cara — seguía riendo y yo tomé aire para recomponerme un poco — estoy muy feliz por tu nuevo cambio, la señora Rox me contó lo que pasó el otro día, ¿tienes idea de lo conmocionada que estaba? La princesa por fin comienza a madurar — me vio directo a los ojos — estoy orgullosa de ti Victoria, sé que nunca te lo digo, pero tú fuiste mi salvación después de tiempos dolorosos — suavizó su mirada y la mía se llenó de lágrimas.

Esta... esta es mi nueva realidad y es todo lo que siempre soñé...

- Te amo mamá — una lágrima descendió — yo estoy muy orgullosa y agradecida de que tú seas mi madre — más lágrimas descendieron, su cálida sonrisa nunca desapareció.

Escuché la silla siendo empujada y seguido de eso unos brazos me rodearon.

- Yo también te amo, pequeña princesa — al separarnos vi sus lágrimas también, pero, ella seguía sonriendo.

No permitiré que esta vida me sea arrebatada

- Aww — ambas volteamos a ver hacia las voces y se trataban de nada más y nada menos que las sirvientas y el chef, quienes presenciaron aquella escena.

Y sí, la vergüenza se apoderó de ambas, así que mamá fingió un poco de tos para alejarse y ordenar servir los platos, luego de eso ambas continuamos con normalidad el desayuno y hablamos de varios temas.

- Retomando el tema del regalo, mira esto.

Era un plano en el que se podía ver el dibujo de una villa muy bonita, sonreí ante la imagen.

- Es muy bonita — tracé con mis dedos el dibujo.

- Lo es, y también es tuya — levanté la vista para verla sin poder creerlo.

- ¿Hablas en serio? Madre, eso es... demasiado yo no...

- No seas modesta querida, es poco para lo que tú te mereces, pero, mi regalo no es solo la villa, sino también un viaje.

- ¡¿Qué cosa?! ¡En serio muchas gracias! Ese será mi primer viaje, pero... mmm

- ¿Pasa algo? — preguntó confundida por mi cambio tan repentino.

- ¿Iré yo... sola? Yo no quiero ir sola — bajé la mirada, pero ella tomó con suavidad mi mentón y lo levantó, al verlo ella me veía con esa mirada cálida y una pequeña sonrisa.

- Aún eres algo pequeña, así que, por ahora te acompañaré yo, cuando seas mayor podrás viajar sola cuanto quieras.

El resto del día lo pasamos juntas conversando sobre varias cosas, chismes, sobre todo, además hablamos de los hijos de algunos nobles y futuros posibles pretendientes, también fuimos a la casa de modas más prestigiosa de estos días y al regresar comimos juntas la cena.

Fue un día espléndido, nunca creí que fuese tan genial tener una mamá.

- Princesa, el baño está listo.

- Gracias nana — al verla su rostro parecía algo pálido y luego hizo una reverencia rápidamente.

- Saludo a nuestro gran sol del imperio — se veía nerviosa, y es que, cuando volteé a verlo yo también me sentí intimidada.

Él es alguien... con mucha presencia...

- Buenas noches, su majestad imperial, el sol de nuestro imperio — me uní a la reverencia.

- Buenas noches, princesa — levanté la mirada — Escuché que hoy es su cumpleaños — su tono era neutro, no sabía qué era lo que buscaba.

- Así es, su majestad — él tosió un poco, al parecer incómodo.

- Ya veo, espero que haya pasado un buen día.

- Así fue, gracias a la emperatriz tuve un agradable cumpleaños, agradezco sus buenos deseos.

- ¿A la emperatriz?... Bueno, mañana reúnase conmigo por la mañana, quiero hablarle sobre algunos asuntos.

¿Oh? Definitivamente no me esperaba algo como eso.

- Lo veré mañana entonces su majestad, que tenga buena noche, me retiro — él asintió.

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^^^Continuará...^^^

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