—¿Qué ocurre?, ¿Pudiste dar con él?
Leandro estaba impaciente, caminando de un lado a otro, mientras movía nerviosamente el arma en su mano. Fabrizio arrugó las cejas y miró el cañón de la pistola en su hombro.
—¿Puedes apartar esa cosa de mí?, aún soy joven para morir. —Él empujó delicadamente la mano de Leandro. El mafioso chasqueo la lengua y frunció el ceño.
—¿Puedes encontrarlo, o no? —Volvió a preguntar, perdiendo la paciencia con cada segundo que pasaba.
—Esto no es una película, ¿De acuerdo?, no es como que teclee tres veces y mágicamente aparecerá su ubicación. —Dijo, un tanto irritado por la actitud de Leandro. Habían pasado años desde que se vieron por última vez, sin embargo, ese idiota no había cambiado ni un poco en su personalidad.
—Date prisa, él no tiene mucho tiempo. —No se habían comunicado con él o con la familia Mancini para pedir un rescate, lo que sólo podía significar una cosa; querían información sobre ellos. Luka no era un traidor, y él lo sabía, sin embargo, no podía garantizar que mantuviera la boca cerrada ante las interrogaciones.
—¿Es tu novio?, ¿O por qué estás tan nervioso? —Preguntó, mientras tecleaba algunas cosas en la computadora.
—Es mi secretario. —Fabrizio dejó de teclear y volvió su mirada a Leandro, el cual estaba sentado a su lado, en una silla de piel—. ¿Qué?, ¿No puedo preocuparme por él?
—No. No puedes. —Regresó la mirada a la computadora y siguió haciendo su trabajo, sin embargo, aún no se podía quedar callado—. Tú no te preocupas por nadie, ni siquiera por tu hermano, ¿Qué tiene este secretario que lo hace tan valioso?
—Es mi secretario personal, tiene información valiosa. —Respondió fríamente. No iba a admitir en voz alta que se preocupaba mucho por ese chico. Ni en un millón de años lo haría.
—No me mientas, ni te mientas, Leandro. Ambos sabemos que no es así. —Habló, muy seguro de sus palabras—. Todos los secretarios que has tenido son remplazables. Incluso mataste a uno de ellos, porque, para ti, la lealtad verdadera no existe. Vamos, Leandro, el tonto ni siquiera abrió la boca y ya estaba muerto, ¿Por qué piensas que te creeré?
Leandro no dijo nada por medio minuto.
—Piensa lo que quieras. —Bufó, irritado. Fabrizio únicamente sonrió, satisfecho con lo que había logrado.
Leandro nunca se había planteado qué tan importante era Luka para él. Sabía que quería mantenerlo a su lado. Era consciente de que quería poseer su cuerpo y su mente. Estaba claro que era celoso y posesivo con él. Sin embargo, nunca pensó a ciencia cierta, por qué era así con él.
Le atraía su cuerpo y su rostro, pero solamente hasta ahí. No pensaba en Luka de forma romántica, ni mucho menos quería una relación únicamente con él. Solamente deseaba una noche con ese cuerpo que había estado deseando desde hacía mucho tiempo. No obstante, la resistencia de Luka lo había complicado más de lo que imaginó.
—Es un pedazo de carne. —Dijo, confundiendo un poco a Fabrizio.
—¿Qué dices?
—Luka Mancini, mi secretario personal, únicamente es un pedazo de carne para mí. —Dijo, como si de verdad se creyera sus palabras—. Una vez que tengamos sexo, puede pasarle lo que sea, no interferiré.
Fabrizio asintió, incrédulo. No dijo nada más, era divertido ver cómo Leandro Bernocchi luchaba por mentirse, y creerse esas mentiras. Desde que lo conoció, Leandro había sido un cabeza dura, pero nunca pensó que tanto.
Pasaron unos minutos más y Fabrizio dio con el lugar, un tanto exacto, donde se encontraba Luka Mancini.
—Bingo, di con él. —Leandro, que se había perdido en sus pensamientos, puso su mirada y toda su atención en la pantalla, la cual tenía algunas coordenadas.
—¿Por qué es un círculo y no una ubicación exacta? —Leandro miró a Fabrizio, sintiendo que algo no estaba bien.
—El celular está apagado, no puedo dar con su ubicación exacta, únicamente puedo darte un radio de exactitud. —Fabrizio miró la pantalla—. Cuando hablé con Geovanny, dijo que probablemente Luka había sido secuestrado por esos traficantes de personas, sin embargo, ellos no tienen alguna ubicación en este lugar.
—Tal vez han crecido desde que conversaste con ellos. —Dijo—. De cualquier forma, envíame la ubicación, me encargaré de encontrarlo.
—De acuerdo.
...----------------...
Una caravana de cinco camionetas GMC Sierra color negras, iban a toda velocidad por la carretera. Las coordenadas los llevaban a un pueblo a las afueras de la ciudad. Leandro tenía un rostro serio y una mirada fría. Pensaba en todo lo que leyó sobre esos traficantes de humanos, y si de alguna manera lastimaban a Luka, él les haría pagar con sangre… y no solamente la suya, también la de sus familias.
Después de un rato, la caravana se estacionó en el centro del pueblo. Todos los lugareños estaban pasmados al ver tan lujosas camionetas. Además, el porte de las personas que bajaron de esas camionetas, era temible. El hombre al frente tenía un semblante oscuro y una peligrosa cicatriz marcaba uno de sus ojos. Sin duda alguna, era alguien con quien, unos simples pueblerinos, no iban a meterse.
La plaza principal se quedó vacía en pocos minutos, las tiendas bajaron las persianas y cerraron las puertas. Leandro, acostumbrado a ser temido, no le dio la más mínima importancia.
—Busquen en cada rincón posible, incluso debajo de las rocas, si es necesario. —Ordenó. Por supuesto, él también iba a buscar alguna pista del paradero de Luka. Volvió a mirar el celular, por suerte, el pueblo contaba con pocas estructuras que servirían como escondite.
Los hombres de Dragón se esparcieron por doquier. Él, junto a dos personas más, entre ellos, Leo, caminó hacia un minimarket que permanecía abierto.
Los pueblerinos que aún estaban ahí, se alejaron de la entrada principal y corrieron hacia la parte trasera del local. Leo inspeccionó los pasillos y a la gente atrás, mientras tanto, Leandro se paró frente a la cajera y la miró despectivamente.
—¿Buscaba algo? —Cuestionó la chica, con marcado nerviosismo. Leandro se recargó sobre la vidriera de la vitrina y clavó sus ojos en ella.
—Busco a una persona. —Dijo. El acento de la ciudad, aunado a ese tono de voz grueso y arrogante, le erizó los vellos de la piel—. Es un chico joven, cabello platinado, casi blanco, tiene ojos azules y brillantes, ¿Lo has visto?
—Oh, ese chico. Sí, sí lo he visto, es muy guapo, y estaba acompañado de Emanuele y sus hermanas. —Ella sonrió, aun podía recordar que se atrevió a pedir su número, sin embargo, la mirada de Emanuele le hizo retroceder. Aunque esa mirada de advertencia no podía compararse con esa mirada afilada que le lanzaba el hombre frente a ella.
—Leo —la fuerte voz de Leandro le hizo regresar enseguida—, cancela la búsqueda, el bastardo está con ese imbécil. —Leo asintió y salió del minimarket—. Dime, ¿dónde puedo encontrarlos?
La chica lo dudó por un momento, sin embargo, la lamentable historia que le contó Leandro, le hizo darle la dirección con lágrimas escurriendo por sus trigueñas mejillas.
Cuando salió del minimarket, Leo ya había reunido a los hombres, todos estaban esperando sus órdenes. Él, con sólo un movimiento, hizo que todos subieran a las camionetas. Él también subió y comenzó a conducir, pisaron tan fuerte el acelerador, que levantaron una nube de polvo. Después de que desaparecieron en esa nube polvorienta, los lugareños por fin salieron de sus escondites. Grupos de cinco a diez, se reunieron en el minimarket para hablar con la cajera y preguntarle sobre ese misterioso y temible hombre.
...----------------...
Luka y Emanuele, que se habían quedado un día más, estaban de regreso en el pueblo. Giorgio le había pedido a su hijo entregar algunas cosas, antes de que regresara a la ciudad, Emanuele no le vio problema ya que la universidad tenía un día feriado, y Luka únicamente mandó un mensaje a su hermano, después de todo, ya se consideraba un desempleado.
Ambos llegaron al pueblo y vieron que había un poco de desconcierto en los rostros de los lugareños. Emanuele se acercó a una anciana, la misma señora que antes les había regalado un caramelo a sus hermanas pequeñas.
—¿Sucedió algo? —Cuestionó. La anciana asintió. Ella era muy vieja y nunca había salido de ahí, por lo que estaba un tanto asustada.
—Unos hombres vinieron aquí… parecen personas malas… —ella miró a Luka, detrás de Emanuele—, lo buscaban a él. —Dijo.
Emanuele giró el rostro hacia Luka. Luka arrugó las cejas, el único que podía ir ahí por él, el único que podía encontrarlo era Leandro Bernocchi.
—¿A dónde fueron? —Le preguntó a la anciana.
—Le preguntaron a Sophia sobre tu paradero, ella les dio la dirección de tu casa. —Respondió, mirando a Emanuele en las últimas palabras.
—Vámonos. —Ordenó Luka, yendo hacia la camioneta y subiendo al asiento del piloto.
Emanuele se despidió de la anciana y corrió hacia la camioneta, apenas y cerró la puerta, Luka pisó el acelerador. Emanuele se agarró de donde pudo, mientras intentaba abrochar el cinturón de seguridad.
—Ese bastardo. —Murmuró Luka, pisando más a fondo.
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Jajaja Luka no estaba secuestrado, andaba de parranda.
Una disculpa por los retrasos, he tenido poco tiempo de escribir 😢 nos leemos pronto.
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Updated 51 Episodes
Comments
insomnio 1.0
ojalá nunca puedas estar con Luka, espero con ansias ver como te atragantas con tus palabras
2025-02-14
1
Natty Suleika Salvatierra Clavijo
Uta si que estresa ese hombre llamando Leandro 🤣🤣🤣🤣mas tóxico y se muere
2025-01-05
1
Mery Castro
🤣🤣🤣🤣
2024-11-15
2