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En Las Garras Del Mafioso.

Algunas aclaraciones.

Si es la primera historia, escrita por mí, que están leyendo, está pareja es de la novela "La hermosa mariposa del mafioso" (LHMDM), no es necesario que lean la otra historia, dentro de los capítulos se les dará el contexto del por qué tal situación (obviamente, referente a Leandro y Luka, los protagonistas de este escrito).

Para quienes leyeron LHMDM, está historia se relata después del matrimonio de Elio y Vicenzo, así que únicamente se mostrarán algunos fragmentos del pasado (tal vez), pero, sería mucho spoiler si lo pongo 🤭

Una cosa más, está historia no es M-preg, así que no esperen ver bendis de ellos dos 😓 Luka únicamente será un buen tío 🫰

Eso es todo, espero que le guste la historia, dejen sus comentarios, buenos o malos, pero con respeto, por favor. Si hay algún error u horror de ortografía, comenten, lo corregiré cuánto antes. Y muchas gracias a las personas que esperaron 😘❤️

Actualizaciones; Todos los días por la noche.

Un capítulo por día.

Posible triángulo amoroso 🤭

(Si en algún momento, por X cosa, no puedo subir el capítulo, subiré dos al siguiente día. En estas fechas tengo más trabajo de lo normal, una disculpa anticipada por si me atrasó 😢)

Capítulo 01. Lejos de ese idiota.

Luka lo miró, despectivo. Aún podía recordar la voz de aquel hombre que, hasta el momento, no sabía su nombre. El rostro de Leandro era complicado cuando lo vio. Luka sabía porque su mirada era con tanto reproche, después de todo, gracias a él, un negocio no se había logrado formar, y aunque había sido hacía meses, aun le guardaba rencor. No obstante, no se arrepentía de la decisión que tomó esa noche. Él no iba a venderse o a acostarse con alguien por el bien económico de otra persona.

Con documentos en mano, se acercó y los puso sobre el escritorio. Ahora no era nada más que un simple secretario. Los besos ocasionales y coqueteos, así como roces intencionales, habían terminado. Recordando las palabras de Leandro, seguramente su interés en él había pasado. Por supuesto, él no estaba decepcionado o sorprendido, conocía la vida que llevaba, y, si en algún momento llegase a sorprenderse, sería porque Leandro dejara a sus amantes y se concentrara en una sola persona. Pero eso sería como pedirle peras al olmo.

Después de ver los papeles, Leandro los firmó y los entregó nuevamente. No hablaban mucho en esos días y él estaba agradecido por ello. Él estaba concentrado en sus estudios para poder entrar a la universidad. Ni siquiera tenía tiempo de pensar en esos estúpidos sentimientos que tenía.

Leandro había regresado a ser como antes. Salía casi todas las noches con una persona distinta, por supuesto, era él quien tenía que concertar esas citas.

—Luka. —Llamó Leandro desde el umbral de la puerta. Luka, que tenía un escritorio a un lado de esa oficina, levantó los ojos y lo miró—. Llama a Dylan, nos veremos en el mismo lugar está noche.

Luka asintió, sin ningún rastro de sentimientos tristes en el rostro. Dylan Maxwell era un chico americano que había conocido Leandro, mientras estaba en un viaje de negocios. Era rubio y de ojos verdes oscuros, con pequeñas pecas adornando su rostro y pestañas risadas. Sin duda, alguien hermoso que admirar.

Leandro no hablaba mucho de sus amantes, para él, simplemente eran de paso, no obstante, cuando se reencontró con Dylan Maxwell, parecía haber cambiado. Tal vez, incluso entre los amantes había niveles. Luka no comprendía mucho de eso, pero tampoco quería hacerlo. Se dio cuenta que, de hecho, era una persona cien por ciento monógama, y nunca podría ir de un lado a otro con cualquier. Pero esa regla no aplicaba para su jefe.

Él escuchó, de la boca del mismo Leandro, que ya había conocido a Dylan, hacia años. Después de dejar el país americano, no volvió a tener contacto con él hasta que lo encontró en un bar, un par de semanas atrás. Se habían reunido, y pensó que iba a terminar ahí. Para su sorpresa, hoy le había pedido una nueva reunión.

Leandro se quedó ahí, esperando recibir noticias de Dylan. Luka, con la mirada de su jefe encima, marcó el número y esperó un poco antes de que conectara. Al decir su nombre y su posición, así como el motivo de la llamada, del otro lado, un grito de emoción lo ensordeció, incluso lo hizo despegar el celular de su oído por unos segundos. Después, la llamada terminó.

—¿Y bien? —Leandro ladeo la cabeza, mientras esperaba una respuesta.

—Irá. —Dijo—. Se escucha muy emocionado. —Respondió Luka.

El mafioso se quedó un minuto viendo al chico. Luka únicamente podía fingir una sonrisa, deseando que se fuera. Quién sabe que esperaba, pero después de un medio minuto más, Leandro se dio media vuelta y resopló con frustración antes de entrar a su oficina. Sólo entonces, Luka pudo murmurar maldiciones en contra de él.

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Luka miró el edificio enorme que se alzaba frente a sus ojos. Era el hotel de cinco estrellas más famoso de la ciudad. Él había reservado la habitación suite con piscina de hidromasajes y jacuzzi. Ordenó el mejor champagne, hizo que pusieron pétalos de girasoles por doquier, (eran las favoritas de Dylan).

—¿Impresionado? —La voz de Leandro le hizo estremecer. Se movió unos cuantos pasos para alejarse de él. Desde hacía días los estaba evitando, y parecía que Leandro ya no tenía las mismas intenciones con él, aunque de vez en cuando, el hombre se le acercaba más de lo normal.

—Un poco. —Respondió.

Leandro lo examinó con esos ojos agudos que tanto le gustaban a Luka. Su mirada recorrió de pies a cabeza al chico, pero no pudo notar nada extraño en él. Después de verlo durante medio minuto, sus ojos se posaron en los rosados labios. Del ancho perfecto y una figura envidiable. El deseo de besarlos y morderlos hasta hacerlos sangrar, se avivó como una pequeña flama que fue creciendo mientras más observaba. Tuvo que apartar los ojos, o al segundo siguiente ya lo hubiese estado besando.

Sin decir una palabra, comenzó a caminar hacia el imponente hotel. Luka lo siguió a una distancia prudente, lo menos que quería causar, eran malos entendidos entre Dylan Maxwell y Leandro.

Aún podía recordar el dolor en su mejilla la primera vez que se encontraron.

En aquella ocasión, (que fue justo después del reencuentro entre su jefe y el americano), Luka estaba arreglando algunos papeles en la casa de Leandro. Él, como secretario personal, tenía la obligación de ir cuando le fuera solicitado. Ese día, como muchos otros, Leandro le pidió que fuese para revisar algunas cosas de sus negocios. Luka llegó temprano y comenzó a revisar las cuentas del casino, supuestamente, el administrador estaba desviando fondos.

Pasó medio día con los ojos enterrados en la computadora y hojas con filas de números interminables. Su cabeza dolía y sus ojos estaban cansados. Incluso los lentes le eran inservibles. Sentía que en cualquier momento tiraría todo a la basura y saldría corriendo de ahí.

—¿Y bien? —Leandro se sentó a su lado y agarró una de las hojas. Luka se recargó sobre sus rodillas y soltó un largo y pesado suspiro.

—Esto es un desastre. —Dijo, se incorporó y agarró la computadora y comenzó a deslizar su dedo para mostrarle las cuentas—. ¿Hace cuánto no supervisas esto?

—No lo sé. Tengo tantos negocios, y dinero de por medio, que no puedo ocuparme de todo personalmente. —Luka no sabía si se estaba quejando, o estaba presumiendo. Rodó los ojos y continúo mostrándole las cuentas. Aunque él no tenía una carrera universitaria, siempre fue bueno en los estudios, y mucho más en las matemáticas.

Desde que había entrado a trabajar con David, comenzó a empaparse de conocimiento sobre administración y contabilidad, lo que le facilitaba el trabajo. Siguió trabajando ante la atenta mirada de Leandro. Aunque después ya no le importó mucho, aun se sentía incómodo. Decidió concentrarse en los números e ignorar la, no tan sutil, mirada de su jefe.

—¿Tienes hambre?, llevas más de medio día trabajando. —Leandro se puso de pie y agarró su celular—. Voy a pedir algo, ¿Qué quieres?

—Lo que sea está bien. —Respondió sin quitar la mirada de la computadora.

Leandro sonrió. La luz azul de la computadora se reflejaba en los ojos de Luka y los lentes le daban un aspecto hermoso. Era una lástima que ya no pudiera acercarse a él.

Pasó media hora y el timbre del departamento se escuchó dos veces. Luka miró de reojo a su jefe, Leandro estaba a lo lejos de una llamada. El timbre volvió a sonar y tuvo que levantarse. Caminó de mala gana hasta la puerta, no obstante, no se encontró con el repartidor.

—¿Quién eres tú? —La voz arrogante del chico y su mirada despectiva le hicieron arrugar las cejas.

—Es lo mismo que iba a preguntar, tú no eres un repartidor. —Luka se cruzó de brazos y dobló una rodilla.

—¿Qué haces aquí?, este es el departamento de mi novio, Leandro Bernocchi. —Luka sintió un amargo sabor de boca. Había conocido innumerables parejas de Leandro. Él tenía la lista de todas y cada una de las personas que pasaban por la cama de su jefe, una por cada día del año, pero ninguna se había atrevido a ir ahí.

—¿Novio? —Luka casi se rio—. Todos los amante de Leandro son sólo eso, amantes de cama, una o dos noches, no pasarás de eso. Eres igual que todos.

Él ni siquiera lo vio ir, pero, para cuando se dio cuenta, la palma del chico se había estampado en su rostro. La bofetada fue tan fuerte que logró sacarle un hilo de sangre. Luka apretó los puños y, justo cuando estaba por regresarle el golpe, su mano fue sujetada por detrás.

—¡Suéltame! —Gritó, furioso. Sus ojos estaban inyectados en rabia, pero eso no le importó en absoluto a Leandro.

—Vete, Luka. —Su voz fría le enfrió la sangre.

—Pero él…

—Dije que te vayas. —Leandro lo interrumpió al instante. Aun con su mano sobre la muñeca de Luka, lo arrastró a recoger sus cosas y después lo llevó hacia afuera, sin esperar a que Luka dijera algo, le cerró la puerta en su cara.

Con sólo recordar eso, se le erizaron los vellos del cuerpo. Dylan parecía ser muy importante para Leandro, lo mejor era mantenerse lejos de ese idiota, o terminaría rompiéndole la cara.

Capítulo 02. Así me gustan.

—¿Estas bien? —Leandro se detuvo y se giró hacia él. Luka, que iba distraído, chocó con su pecho. Las manos de Leandro estaban sobre su cintura, un poco apretadas. Luka dio tres pasos hacia atrás.

—Sí, estoy bien. —Dijo. Aclaró su garganta y señaló el elevador—. Mejor suba, lo está esperando. —Leandro levantó una de las cejas y asintió—. Estaré aquí, por cualquier cosa.

Luka esperó a que las puertas del elevador se cerraran antes de regresar al lobby.

Pasó una hora y estaba aburrido. Miró su celular, pero no había mucha novedad. Vio sus redes sociales y se encontró con una fotografía de Andrea, con un tipo al cual nunca había visto. Él parecía feliz, con una sonrisa que iluminaba cualquier rincón del bar donde estaban. No obstante, la otra persona no parecía tan sonriente y feliz como su amigo, pero sí tenía una mirada demasiado peligrosa que no le gustó en lo más mínimo, así que decidió llamarle.

—Ey, ¿cómo estás? —Dijo, apenas y se conectó la llamada con Andrea. Andrea dijo algunas cuantas palabras, sin embargo, por el ruido que había, no escuchó nada—. Muévete a un lugar privado. —Pasaron unos segundos antes de que al fin pudiera escuchar claramente su voz.

[¿Me escuchas ahora? —El grito de Andrea casi lo dejó sordo]

—Sí, sí, baja la voz.

[Genial, ahora sí, ¿me decías algo?]

—¿Cómo estás?, vi tu foto en internet, ¿Quién es él? —Luka se recargó sobre el respaldo del sofá, para tener mayor comodidad.

[Nadie importante. Nos conocimos en el bar hace una semana, la pasamos bien y nada, no lo he visto de nuevo, ¿Por qué? —La voz de Andrea se escuchaba feliz, parecía que estaba pensando las cosas de más]

—Quería un tema de conversación, pero ya lo mataste. —Dijo con una sonrisa en los labios. No pensaba decirle que se preocupaba por él, o Andrea le haría burla durante el resto del año.

[¿Te pasa algo?, te escuchó un poco decaído, ¿es por tu jefe?, ¿o por el trabajo?, me dijiste que te gustaba lo que hacías y que la paga era muy buena, ¿Qué ha pasado?]

—El trabajo está bien, y la paga es buena, el jefe no tanto, pero soportable. —Luka recargó su cabeza hacia atrás y estiró sus piernas sin cuidado. Sólo un golpe y ruido sordo bastó para que Luka se levantara de golpe—. Mierda. —Murmuró.

[¿Pasó algo?, ¿Estas bien? —Preguntó, con preocupación]

—Sí, sí, estoy bien, te llamo luego. —Luka colgó la llamada y guardó el celular en el bolsillo de su pantalón y se acercó al chico que estaba tirado en el suelo—. ¿Estás bien?

—Mis lentes. —Dijo, se puso de rodillas en el suelo y comenzó a buscar a tientas con sus manos.

—Oh, sí, sí. —Luka comenzó a mirar por doquier. Buscó con la mirada los lentes, hasta que los vio debajo de un sillón—. Aquí tienes.

—Muchas gracias. —El chico se puso los lentes, después recogió su mochila y se puso en pie.

—Ni que lo digas, caíste por mi culpa. —Dijo un poco apenado.

—No, no, es que no me fijé por donde iba. —El chico parecía un poco apenado. Cuando lo vio más detenidamente, Luka se dio cuenta que, aunque tenía un cuerpo grande, poseía una mirada inocente. Tenía el cabello peinado hacia abajo y ojos brillantes color miel, le recordaba a su nuevo amigo.

—Bueno, ¿Estás bien?, ¿te duele algo? —Luka lo miró de pies a cabeza para cerciorarse de su salud física.

—Sí, sí, estoy bien, ¿tú estás bien?, ¿no te pisé?, soy un poco pesado. —El chico se acercó a Luka un paso, pero sus piernas eran largas y quedo muy cerca.

—Sí, bien. —Dijo, tartamudeando un poco—. ¿Necesitas algo?

—Oh, no, no, nada… sólo que…

—¿Sucede algo? —La voz de Leandro hizo que ambas personas volvieran su vista hacia atrás.

—No pasa nada. —Respondió Luka. Leandro arrugó las cejas al ver lo cerca que estaban, no obstante, Luka lo interrumpió antes de que pudiera decir cualquier cosa—. ¿Ha terminado?, ¿Dónde está el joven Dylan?

—Ya viene. —Leandro centró la mirada fría en el joven—. ¿Y tú?, ¿no te vas?

—Sí, sí, permiso. —Él le dio una última mirada a Luka y después se fue.

—¿Quién era? —Leandro miró seriamente a Luka—. No me gusta que hables con extraños.

—¿Qué no hablé con extraños?, vete al carajo, ¿sí?, ahí viene tu novio, los espero en el auto.

—Luka, Luka —Leandro hablaba cada vez más fuerte, pero Luka ni siquiera volvió la mirada—, ¡Con un carajo, Luka!, ¡Ven acá!

—¡Ey, ey!, ¿qué sucede? —Dylan, que ya había llegado a su lado, lo miró con el entrecejo arrugado—, ¿están peleando?, ¿hizo algo mal en su trabajo?

—No, no, nada de eso. —Leandro volvió la vista hacia él y lo agarró de la cintura, pegándolo a su cuerpo—. Cariño, ¿qué tal si regresas a casa y preparas la tina? —Él sacó las llaves de su bolsillo y las puso en la mano de Dylan—. Ten, ve y descansa por hoy.

—De acuerdo. —Dylan guardó la llave en su bolsillo y besó la mejilla de Leandro—. Habla con él, es un empleado, debe comportarse como tal.

Después de hablar, se dio media vuelta y se fue. Leandro arrugó las cejas y se fue por la salida contraria.

Luka estaba parado fuera del auto, abrió la puerta trasera en cuanto vio a su jefe ir hacia él.

—¿Y el joven Dylan? —Preguntó, mirando detrás de Leandro.

—Él fue a mi casa. —Dijo—. Luka, estas en horario laboral, no puedes estar coqueteando con mocosos.

—De acuerdo. —Luka tenía una sonrisa forzada en el rostro. Era inútil tratar de explicarle algo. Leandro era de las personas que, una vez tenía algo en mente, era imposible sacarlo de ahí, aun si estaba en un error.

—¿De acuerdo? —Leandro dio un paso más a él y lo acorraló contra el Mercedes negro—. ¿Sólo eso tienes que decir?, ¿Ni siquiera lo vas a negar?

—No, no lo voy a negar. Señor Leandro, mi vida personal, con quien yo salga o intente salir, es mi problema, no el suyo, ¿de acuerdo? —Luka le dio un par de palmaditas en el hombro—. Y una disculpa por haber coqueteado con ese chico, no volverá a ocurrir.

—¿No lo vas a negar? —Las cejas de Leandro se unieron más en el centro de su frente. Sus ojos furtivos analizaron el rostro de Luka, sin embargo, no hubo ningún rastro de mentira.

—¿Por qué negaría algo que es real? —Cuestionó Luka, elevando una de sus cejas y sonriendo con sarcasmo. Las venas en la sien de Leandro saltaron. Su mandíbula se tensó, pero no dijo nada al respecto.

—Así que ese es tu tipo de hombre, un mocoso que ni siquiera dinero debe de tener, vaya gustos de mierda. —Su vos burlona hizo que la sonrisa sarcástica en el rostro de Luka se ensanchara aún más.

—Le dije, hace tiempo, que no me gustan las personas mayores. Él tiene un buen cuerpo y un rostro atractivo, además, es un joven universitario con un futuro por delante, ¿qué importa si no tiene dinero ahora?, eso no quiere decir que en un futuro no tenga alguna fortuna.

Luka se veía muy seguro de sus palabras y sus ojos no mentían, a él realmente le gustaba ese chico.

—¿De verdad andarías con un universitario? —Leandro bajo la cabeza, quedando a sólo unos centímetros del rostro perfecto de Luka. Luka, que sabía perfectamente como jugaba su jefe, puso sus dos manos en el rostro de Leandro—. Tienes a un hombre con dinero justo delante de ti, ¿Por qué lo elegirías a él?

—Señor Leandro, usted es muy mayor para mí, prefiero a los hombres jóvenes. —Luka acarició la barba tupida de Leandro—. No me lo tome a mal, pero no me gustan los barbones. —Luka bajó sus manos y se cruzó de brazos—. Vio al chico recientemente, ni un vello en el rostro, así me gustan. —Luka le palmeo el pecho—. Así que, deje de interferir en mi vida privada, yo no interfiero en la suya.

Luka salió del acorralamiento donde estaba y subió al auto. Leonardo se tragó sus palabras y subió a la parte trasera del auto.

—¿A su departamento? —Leandro lo miró por el retrovisor.

—No, vamos a mi casa, Dylan me está esperando.

Luka asintió y comenzó a conducir. Leandro quería ver alguna señal de cualquier cosa que le dijese que Luka aún estaba interesado en él, pero únicamente pudo ver un rostro frío e inexpresivo.

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