Capítulo 06. Ganas de poseerlo.

Leandro, dando zancadas, se acercó a Luka y lo acorraló contra la puerta. Luka, que estaba con la guardia baja, o por el repentino acercamiento, trastabillo un poco al retroceder y sus rodillas se doblaron, dándole oportunidad a Leandro de meter uno de sus pies entre las piernas del contrario.

Luka, un poco nervioso y enojado, trato de empujarlo. Pero su esfuerzo resultó ser inútil, cuando Leandro, haciendo uso de su fuerza superior y mayor altura, agarró las muñecas blanquecinas y las puso sobre la cabeza de Luka. Para hacer que Luka perdiera mayor movilidad, puso su otro pie en medio de sus piernas, haciendo que las abriera un poco más.

—¡Suélteme! —Dijo, enojado. Luka sabía que Leandro estaba acostumbrado a tener a todos a sus pies, sin embargo, él no pensaba dejarse doblegar tan fácilmente. Pero, lo cierto era que, ver y sentir la posesividad de su jefe, le gustaba. Aunque primero se cortaría la lengua antes de admitir cualquier cosa.

—¿O qué? —Preguntó, con burla—, ¿Le pedirás ayuda a tu noviecito universitario?, sabes que estará muerto antes de hacer cualquier cosa. Pero, anda, grita, y ve como su cuerpo cae ante mí.

Luka arrugó las cejas. No podía tentar a su suerte, ni mucho menos, jugar con la vida de Emanuele. Pero tampoco quería ceder ante ese hombre arrogante.

—Déjeme ir, o lo golpearé. —Advirtió. Sin embargo, sus palabras fueron tomadas como broma. Leandro agarró su barbilla afilada con su mano izquierda y lo obligó a levantar el rostro.

—Inténtalo. —Después de susurrar esa palabra, presionó sus labios contra los contrarios.

El beso, más allá de ser tranquilo, era una completa bestialidad. Sus labios invadieron furtivamente los labios de Luka. Su cálida y húmeda lengua se introdujo en su boca y exploró cada centímetro a su alcance. Luka fue presionado aún más contra la puerta de madera, y sus piernas, originalmente débiles, temblaron un poco más. La sensación demandante y obsesiva recorrió cada centímetro de su piel. El beso se tornó más profundo y húmedo. Tan solo se separaban unos momentos para tomar un poco de aire. De la comisura de sus labios, un delgado hilo de saliva se arrastró hacia abajo.

«No, esto no está bien.» Pensó.

Leandro soltó la barbilla de Luka y la bajó hasta su cintura. Planeaba seguir bajando, tal vez, hasta su trasero, sin embargo, antes de que su mano pudiera deslizarse más, Luka le mordió el labio con suficiente fuerza, para que se alejara un poco. Una vez que su agarre fluctuó, Luka le dio una patada en la entrepierna y escupió a un lado; saliva mezclada con sangre de Leandro.

—Se lo advertí hoy, y ese día se lo deje muy claro, ¡No me vuelva a tocar en su puta vida!

Luka salió, azotando la puerta con rabia. Leandro, que estaba arrodillado en el suelo, limpio la sangre que escurría por su boca, y sonrió. Ver la forma tan agresiva en la que lo veía Luka, sin duda encendía en él las ganas de poseerlo. Tomar su cuerpo hasta el último centímetro y hacerle olvidar a todos los demás hombres. Quería besar y morder esa piel de porcelana blanquecina, y marcarlo como suyo. Si pudieran, encerraría a Luka y lo ataría a la cama. Entraría en él y dejaría marcas por doquier. Deseaba hacerle perder la razón y hacer que Luka Mancini pensara en él como su amo y señor.

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Luka corrió hacia los baño del segundo piso. Antes de cerrar la puerta con llave, se aseguró de que no hubiese nadie. Después de cerrar la puerta, fue hacia el lavamanos y se recargó sobre el azulejo beige, e inclino su cabeza hacia abajo. Su respiración era errática y su ritmo cardiaco le asustaba. Era como si en cualquier momento su corazón fuese a estar, o salir de pecho.

Levantó la mirada y se encontró con su reflejo en el espejo. Su rostro estaba sonrojado, y sus pálidos labios estaban un poco inflamados y con un color rosado. Los tocó con cuidado, recordando el intenso beso que lo dejó sin aire. Leandro podía ser un imbécil, pero no negaba que era muy bueno besando. La sensación de ser succionado aun permanecía en su boca. La lengua ajena era tan cálida y húmeda que le hizo muy difícil resistirse. No obstante, no le podía dar el placer de hacer con él lo que quisiera.

—Imbécil. —Murmuró.

Luka abrió el grifo y se lavó el rostro. El agua fría entro en contacto con sus poros y pronto recupero el color natural de su piel. Después de secar su piel, salió del baño y bajó al bar.

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—¡Ey!, ¿Dónde te habías metido?, se supone que vamos a celebrar tu ingreso a la universidad, pero desaparecer a la mitad. —Se quejó Andrea. Luka no dijo nada, únicamente se sentó al lado de Emanuele y bebió la bebida que Andrea había preparado anteriormente. Al principio estaba feliz de festejar con ellos, incluso después del beso con Leandro se encontraba de humor, no obstante, cuando iba bajando, en la escalera, vio a Leandro, besando a otra persona.

Él sabía que no debía importarle. Que lo de ellos no era posible, él así lo había decidido. No quería ser un acompañante de cama nada más. Él buscaba algo serio. Aunque nunca había estado en una relación, ni le había gustado nadie, era firme en sus decisiones. Si planeaba estar con Leandro, debía estar de acuerdo en compartirlo, pero no quería hacerlo. Tenía un fuerte sentido de monopolio. Pero Leandro no estaba dispuesto a quedarse únicamente con él.

—¿Estas bien? —La pregunta lo sacó de sus divagaciones. Luka volvió su mirada a Emanuele y asintió.

—Mi jefe me encargo un trabajo un tanto irritante. —Dijo—. Pero hoy quiero divertirme, vamos, brindemos por nosotros tres.

Andrea, aunque sabía que algo no iba bien con él, levanto su copa y brindo con ellos. Luka no hablaba de sus problemas, hasta creerlo necesario, y él había aprendido a no meterse mucho en sus asuntos.

Por otro lado, el rostro de Luka le era imposible de ignorar. Emanuele, aunque conversaba con ellos, comía y bebía, estaba concentrado en las facciones de la persona a su lado. Desde que conoció a Luka, se dio cuenta de que ocultaba muchas cosas, pero, al mismo tiempo, era un libro abierto. Luka era una persona poco expresiva, pero había cosas imposibles de ocultar.

Miró a Luka, las luces brillantes del bar daban directamente a su pálido rostro. Bajo la luz azul y morada, parecía que sus ojos brillaban hermosamente, justo como el primer día en que lo vio.

En ese momento, Luka estaba sentado en la orilla de una fuente artificial. Su cabello estaba pegado sobre su sudorosa frente y el sol golpeaba su rostro. El amarillo brillante le hacía resplandecer. Era único entre todas las personas alrededor. Su pecho se movía de arriba hacia abajo. Aunque había una docena de más de personas, sus ojos no podían apartarse de ese pálido y brillante rostro. Luka fue como un imán para sus ojos, aunque él no lo sabía.

—¡Ey!, ¿estás bien? —Luka chasqueo los dedos delante del rostro de Emanuele, sobresaltándolo un poco.

—Sí, bien, ¿decían algo? —Emanuele miró a Luka y a Andrea. Ellos se miraron de reojo, pero no dijeron nada.

—¿Estas borracho?, si es así, puedo llevarte a la parada del tren. —Luka se ofreció amablemente, sin embargo, una mano grande se posó sobre su hombre, del otro lado, vio a Andrea encogerse de hombros. Con solo sentir el frio atravesar la delgada tela de su ropa, y el familiar aroma del perfume, pudo saber de quien se trataba.

—¿Llevar a quién? —La fría voz de Leandro logro erizar los vellos en el cuerpo de Andrea. Realmente admiorava la valentía de Luka al tratar con una persona así.

—A mi amigo, por supuesto. —Respondió Luka, mirando a Leandro. El hombre miró a Emanuele, con una mirada despectiva, él lo sintió, sin embargo, se limitó a evadirlo.

—Que lastima, van a tener que regresarse caminando. —Dijo, con burla—. Un imbécil choco mi auto en el estacionamiento, así que, Luka, necesito las llaves, Sam no esperara mucho. —Leandro agarro la cintura del chico a su lado, era el mismo con el que Luka lo vio en las escaleras.

Luka no dijo nada, se puso de pie y sacó las llaves del bolsillo de su pantalón, después, las entregó a Leandro sin rechistar. El desinterés y la falta de expresiones, hizo que Leandro apretara inconscientemente sus manos. No hace mucho que se habían besado, ¿cómo es que no le afectaba verlo con otro?

—No se preocupe, señor, no hay necesidad de volver caminando, por esta zona hay muchos hoteles, pasaremos la noche ahí. —Dijo Luka, con tranquilidad—. Que tenga una linda velada, nos vemos mañana.

Leandro únicamente pudo tragarse sus palabras y coraje, dándose media vuelta, se marchó. Luka respiró tranquilo, y, formando una enorme sonrisa, volvió a ocupar su lugar y dio un brindis, nuevamente

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