Luka corrió y corrió hasta que sus piernas no dieron más y sus pulmones se quedaron sin aire. Se recostó en el pasto del parque al cual había llegado, sus piernas temblaban y su pecho subía y bajaba frenéticamente. Quería gritar. Estaba enojado, triste, frustrado. Leandro era un completo cabrón. Pero ese cabrón, lamentablemente, le gustaba.
—Maldito bastardo. —Luka golpeo el suelo con fuerza.
Cerró los ojos y respiró profundamente, después, dejó salir el aire de sus pulmones y se puso de pie. Además de trabajar, había ido a la casa de Leandro para recuperar los obsequios que Emanuele dejó en el maletero. Y no sólo no recuperó los regalos, sino que lo amenazó y le disparó. Si en ese momento Leandro no hubiese intervenido, lo hubieran dejado como un escurridor.
Pero no estaba arrepentido de sus acciones. Si en ese momento hubiese cedido a sus deseos, seria tratado como uno más del montón, por supuesto, no estaba dispuesto a ser un amante de cama.
Poniéndose de pie, sacó su teléfono móvil y marcó el número de Emanuele, aunque él no le había dicho nada sobre los regalos en el auto, pudo notarlo un poco desanimado, después de todo, había comprado muchas cosas para su familia.
Después de algunas palabras, Luka colgó el teléfono y pidió un taxi por aplicación.
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Eran más de las dos de la tarde, Emanuele estaba en el campo, acompañando a su padre en la recolección de algunas patatas. El sol brillaba en su hermosa piel trigueña y el sudor corría por su frente. Sus fuertes músculos se marcaban cuando hacia fuerza con sus brazos. Estaba inclinado, cuando su madre llegó corriendo con su celular en mano.
—Es un chico llamado Luka. —Dijo.
Emanuele agarró el teléfono con entusiasmo. Realmente no esperaba alguna llamada de Luka, pensó que estaría muy ocupado con su trabajo, después de todo, su jefe lo había estado molestando en la madrugada.
—Luka, no esperaba tu llamada. —Aunque tenía un tono serio, no podía disimular la felicidad marcada en su varonil rostro.
[Revisa tus mensajes.]
Emanuele arrugó un poco las cejas, confundido. Puso el altavoz y fue directamente a su mensajería. No tenía muchos contactos y sólo había algunos mensajes no leídos, entre ellos, los de Luka. Abrió el chat y vio la fotografía que le había enviado. Era Luka, sonriendo y señalando el letrero detrás de él, cuando vio más detenidamente, sus ojos se abrieron con sorpresa.
—¿De verdad estas aquí? —Preguntó, aun incrédulo.
—Que idiota —murmuró. Emanuele lo escuchó perfectamente, pero no se ofendió en absoluto, porque aunque Luka le había llamado idiota, se escuchó una pequeña risa—, ¿vienes por mí o me envías tu ubicación?
—Espérame, iré ahora mismo.
Emanuele cortó enseguida la llamada y regresó corriendo a su casa. Las patatas podían esperar. Fue a su casa, y sin pedir permiso alguno, tomó las llaves de la camioneta que su padre utilizaba para entregar mercancía, y se fue directamente a recoger a Luka.
Si bien, él lo había invitado, no esperaba que Luka fuera tan pronto a su pueblo natal. Había pensado en que le mostraría muchas cosas, pero lo tomó por sorpresa, que ni siquiera había preparado un itinerario. Además, la habitación para invitados estaba sucia, (su madre la estaba utilizando de bodega provisional). No iba a decirle a Luka que regresara, eso sería descortés, además, también quería presentarlo a su familia.
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Después de llegar a la estación del tren, fue directamente a donde sabía, estaba Luka. Miró por doquier y lo vio sentado en una banca, con la mirada hacia el frente y un par de maletas a su lado.
Luka se veía hermoso, como siempre, pero con un rostro frio y distante, que alejaba a las personas. Traía una gorra negra, una camisa blanca y un pantalón del mismo color que su gorra y tenis. Emanuele se acercó a él, no sin antes limpiar con un pañuelo, el sudor de su frente.
—Luka. —Dijo, a medio metro de distancia.
—¡Ey!, ¿corriste hasta aquí?, estas sudando. —Luka nunca lo había visto tan sucio y sudado. De hecho, incluso en la piel trigueña se alcanzaba a ver un ligero color rojizo, causado, seguramente, por el calor.
—Estaba trabajando… bueno, en realidad, cortaba algunas patatas para la cena. —Explicó—. Por cierto, ¿qué haces aquí?, digo, no es que te esté corriendo, ni mucho menos. De hecho, estoy muy feliz de tenerte aquí, solamente que me tomó por sorpresa, ya sabes, por tu trabajo y esas cosas.
—Ni me lo recuerdes. —Luka agarró su cabeza, de sólo recordar el rostro del idiota de su jefe, quería matarlo—. Mejor no hablemos de eso. —Luka arrastró las dos maletas y agarró la mochila que estaba a su lado.
—Déjame ayudarte. —Emanuele le quito las maletas de las manos y las arrastró él—. Vamos. —Ambos comenzaron a caminar entre las pocas personas que había. Se dirigieron al estacionamiento y Emanuele colocó las maletas en la parte de atrás, mientras que Luka subió al asiento del copiloto. Una vez que Emanuele subió, se pusieron en marcha—. Por cierto, trajiste muchas cosas para un fin de semana.
—Sobre eso… fui a la casa de mi jefe por los obsequios que habías comprado, sin embargo, las cosas se complicaron un poco y no pude traerlas. —Explicó Luka—. Por eso, decidí comprar algunos regalos para tus hermanas, y tu madre, espero que sean de su agrado. Pero no te preocupes por lo demás, lo recuperaré en cuanto pueda.
—No era necesario, pero muchas gracias, seguro que les encantará. —Luka se sentía un poco más aliviado con esas palabras.
Cuando Leandro le pidió las llaves del auto, ni siquiera pensó en los regalos que Emanuele había dejado en el maletero, o la maleta con sus cosas. Estaba más enfrascado en mostrarle a Leandro que no le importaba con quien se acostara, que olvidó por completo pedir las cosas de Emanuele, y se sentía sumamente avergonzado por ello. No sabía por qué Emanuele no le había dicho nada, y aunque estaba agradecido por ello, también le molestaba un poco.
Luka miró por la ventana, el paisaje era especialmente hermoso. Cientos y cientos de metros de sembradillos. Había personas cortando en los surcos de plantas. Luka abrió la ventana y se recargó en ella. El viento cálido golpeaba su rostro y movía sus cabellos hacia atrás, la sensación de tranquilidad le hizo olvidarse del mal rato que, gracias a Leandro, había pasado. Emanuele lo vio de reojo, el sol pegando directamente en su blanquecino rostro, le hacía lucir como un ser celestial, si es que existían.
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—Mamá, papá, ya llegué. —Emanuele entró a su casa siendo seguido por Luka. Dos pequeñas gritonas salieron corriendo desde un pasillo y se lanzaron sobre Emanuele, mientras gritaban muy emocionadas; hermano. Las dos pequeñas se colgaron de su hermano mayor, mientras él reía. Luka, detrás, miró esa escena muy entrañable.
Una de las gemelas miró detrás de su hermano y se encontró con los azulados ojos de Luka, él le sonrió con gentileza.
—Wo, ¿Quién es el chico lindo? —Preguntó, entusiasmada. La otra niña también miró y el rostro sonriente de Luka le hizo enrojecer las mejillas.
Emanuele sonrió y bajó su cuerpo para que las pequeñas niñas pusieran sus pies en el suelo. Las dos niñas bajaron y Emanuele dejó de agarrar las maletas, se dio media vuelta, estiró el brazo y llevó a Luka a su lado.
—Este chico lindo es Luka Mancini, mi amigo.
—Hola, su hermano me ha hablado mucho de ustedes dos, y, son más lindas en persona. —Las dos pequeñas sonrieron, complacidas.
—Ven, mamá acaba de cocinar. —Dijo una de ellas, mientras lo agarraba de la mano, Luka no podía reconocerlas a simple vista, por lo que únicamente asintió.
—Sí, sí, tienes que probar su comida. —La otra niña agarró su mano libre—. Además, tienes que tomar algo, afuera hace mucho calor.
Luka miró hacia atrás y Emanuele asintió—. De acuerdo, vamos.
Emanuele las vio guiar a Luka hasta el comedor. Arrastró las dos maletas hacia una esquina de la sala y después fue a la cocina. Al llegar ahí, vio a su madre sirviendo un vaso con jugo de naranja y poniéndolo delante de Luka.
—Si nos hubieras dicho que vendría tu amigo, hubiese preparado algo mejor. —Se quejó Nicole.
—A mí también me tomó por sorpresa. —Emanuele se colocó detrás de la silla de Luka y puso sus manos sobre el respaldo—. Por eso me fui corriendo. —Explicó.
—Dejaste las patatas tiradas, Emanuele, no debiste irte así como así para recoger a tu amiguito. —Dijo, con voz dura, el padre de Emanuele, Giorgio Russo. Luka se sintió nervioso al tener esa mirada dura sobre él. Aunque en la fotografía se veía muy sonriente, en persona era alguien totalmente distinto.
—Señor, yo… —Dijo nerviosamente Luka, sin embargo, antes de que pudiera seguir con su disculpa, un estallido de risas hizo que mirara a todos lados, confundido.
—Papá, deja de molestarlo. —Dijo Emanuele. Luka se quedó en silencio, con las mejillas rosas de la vergüenza—. No le hagas caso, mi padre es así. Piensa que sus bromas dan risa. —Emanuele puso una mano en el hombro de Luka y le dio un par de palmaditas—. Mamá, dile algo.
—Cariño, deja de molestar a Luka, lo asustarás. —Dijo Nicole, mientras sacaba algunos platos de la alacena.
—De acuerdo, de acuerdo. Solamente es una broma, Luka, no lo tomes a mal. —Giorgio le sonrió—. Es un placer tener a un amigo de Emanuele aquí, siéntete como en casa.
—Sí, muchas gracias.
Emanuele le apretó un poco el hombro y Luka levanto la mirada y le sonrió.
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Comments
Mery Castro
Luka es muy lindo
2024-11-15
3
Mary (Lupis❤️🌹)
hay que miedo con este señor jajajaja
2024-08-23
1
Elizabeth Moreno
que bien que tomaste unas vacaciones despues de las tonterias que haceleandro minimo no verlo en un tiempo
2024-08-23
2