Emanuele estaba en su habitación, viendo las luces que se reflejaban en el techo de los autos que pasaban afuera. Parpadeaba de vez en cuando y agarraba el teléfono sobre su pecho. Habían pasado dos días desde su encuentro con Leandro, y los mensajes sin leer y las llamadas perdidas de Luka seguían llegando.
Al menos le hubiese gustado despedirse de él de forma adecuada, pero eso significaba tener que darle una explicación y, en realidad, no quería mentirle. Sin embargo, tampoco quería decirle la verdad. Pero tenía que enfrentarlo tarde o temprano, después de todo, ambos iban a la misma universidad, y aunque Luka asistiría los fines de semana, no significaba que no se verían en algún momento.
El celular volvió a sonar y miró la pantalla, Luka nuevamente. La fotografía del chico con el rostro serio le hizo sonreír.
“No vuelvas a acercarte a él, ni siquiera respires el mismo aire a su alrededor, o te juro que Bianca y Frida pagarán las consecuencias… además, esos perfectos padres no podrían soportar la muerte de sus hijitas. Ni tú podrás soportar la culpa.”
La mirada amenazante de Leandro y las fotografías que fueron lanzadas a su rostro le hicieron sudar por completo. Luka definitivamente no era una persona a la cual debía acercarse. Tal vez lo supo desde el principio, desde que él le dijo que no era una buena persona.
“Son muchas cosas que cargo sobre mis hombros... Desde mis abuelos, hasta mi hermano menor… no soy alguien a quien, una persona como tú, deba frecuentar.”
Eso fue lo que dijo en aquel momento. En ese entonces pensó que estaba exagerando. Que Luka únicamente no quería hablar con él porque eran personas sumamente diferentes. Pero, después de conocer a Leandro y ser amenazado, no podía evitar pensar que clase de persona era Luka, si era igual a él y la forma en la que se comportaba a su lado era únicamente una mentira.
No obstante, aún se negaba a creer que le hubiese estado mintiendo durante todo ese tiempo. No quería aceptar que todos los momentos lindos a su lado, eran parte de una farsa. Pero si así era, le dolería la realidad.
El celular volvió a sonar y miró la pantalla, pero esa vez ya no era Luka, sino Andrea. Dudó por varios segundos antes de responder.
[¡¿Qué sucede contigo?! —Lo escucho gritar tan pronto como colocó el teléfono en su oído—. ¿Por qué estás haciendo esto?, pensé que eras un buen amigo de Luka y que podía confiar en ti, pero lo dejaste sin decir una maldita palabra, ¿Sabes cómo se siente él en este momento?, está tratando de buscar la manera de verte para saber qué ocurrió contigo.]
—Dile que no puedo hablar, que no me busque y que se olvide que fuimos amigos. —Dijo, aunque no estaba seguro de sus palabras.
[¿Así de fácil? —Andrea rio por lo bajo. Se sentía completamente estúpido en ese momento. Además de él, Luka no socializaba con nadie, estaba feliz de que al fin hubiese encontrado un amigo. Incluso pensó que Emanuele estaba interesado en Luka de manera romántica, y si hubiese sido de esa manera, él lo apoyaría en todo. Sin embargo, Emanuele resultó ser un cabrón que lo abandonó sin la más mínima explicación. Andrea resopló, enojado—. Ve a buscarlo, te estará esperando en el mismo lugar donde se conocieron, mañana a las ocho.] Dijo, y colgó la llamada
Emanuele, que se había incorporado y sentado sobre el colchón, dejó el celular a un lado y cerró los ojos, dejándose caer hacia atrás. Verlo, o no, el resultado sería el mismo, aunque un poco más incómodo y doloroso para él. Para ese punto, se había convencido de que, en realidad, Luka no podía ser amable o sentir cariño por nadie.
—Es mejor así… Sí, así es mejor. —Trató de convencerse antes de dormir.
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Luka estaba sentado en esa vieja banca blanca recién pintada. Miraba a los peatones pasar de vez en cuando. Algunas parejas iban tomadas de las manos, mientras que grupos de amigos reían y bromeaban un poco. Él movía sus ojos por doquier, con la esperanza de ver esos cabellos alborotados color castaño. Sin embargo, habían pasado cuarenta minutos desde la hora que, según él, habían acordado.
Había pensado que la relación entre ellos era buena. Él ya consideraba a Emanuele alguien importante y relevante en su vida, no entendía por qué se había distanciado tan repentinamente. Sin embargo, la distancia entre los dos le hacía tener un extraño sentimiento de soledad.
Desde joven estuvo acostumbrado a no aferrarse a nadie, porque, al final, nadie se quedaba para siempre. Ni siquiera esas personas que decían amar incondicionalmente. Por ello, aferrarse a una amistad o una relación siempre le fue indiferente. Pero eso era una excepción con Andrea, por supuesto. Y pensó que él sería la única excepción, hasta que conoció a Emanuele, y todo eso cambió.
Pero hacía dos días que no sabía nada de él. Había enviado incontables mensajes e hizo numerosas llamadas, pero seguía siendo ignorado y, de alguna manera, eso lo deprimía. No sabía qué ocurría con él y, si estaba en problemas, le gustaría ayudar. Aunque él no le contaba muchas cosas, quería que Emanuele le hablará de sus conflictos, al menos así podía aconsejarlo o escucharlo. No pensó que fuera del tipo que se escondía hasta que todo hubiese pasado.
Dio un suspiro y miró celular nuevamente, prendió la pantalla y puso la contraseña, el mensaje que había enviado hacía casi una hora, seguía sin ser visto. Intentó llamarlo, pero no hubo respuesta alguna.
«¿Estás bien?, quiero saber si puedo ayudarte en algo. Te sigo esperando, y me quedaré aquí hasta la media noche, pero… Pero si no vienes… lo comprenderé.»
Envió el mensaje y apagó el celular.
Tal como dijo, estuvo sentado ahí hasta medianoche, incluso se quedó media hora más de lo que había planeado, sin embargo, Emanuele nunca apareció.
Agarró el celular y volvió a entrar al chat, pero los mensajes habían sido leídos, más no había respuesta alguna.
«No sé qué pasó, y pensaba que podíamos hablar de ello. De lo que fuera que estuviera ocurriendo contigo, pero, al parecer, tú no quieres saber de mí. Y, aunque me hubiese gustado una explicación, intentaré comprenderte.»
Envió el mensaje.
Después, dejando salir el aire de sus pulmones y respirando profundamente, grabó un mensaje de audio.
—Ey, Emanuele, si hice algo mal, me hubiese gustado saberlo. Si algo anda mal contigo, sabes que puedes contar con mi ayuda. No entiendo tu distanciamiento, y no pretendo hacerte sentir mal, pero somos amigos… O, al menos eso pensé yo. De cualquier manera, me alegro mucho haberte conocido y… no sé, si en cualquier momento, cuando estés mejor, hablamos, no te guardaré rencor, puedes venir cuando quieras… Y nada, cuídate. Te… te quiero. —Susurró las últimas palabras, sintiendo un nudo en la garganta.
Después de eso, cerró el chat, apagó el celular, y se fue.
Desde la distancia, Emanuele, que estaba observando, quiso correr hacia él, y abrazarlo, sin embargo, Leandro no era de las personas que alardeaban y, muy seguramente, iba a enterarse si él se reunían con Luka.
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En una bodega en Estados Unidos, una reunión entre hombres de alto poder se llevaba a cabo. Todos con máscaras en color negra, cubriendo sus ojos y nariz, o su rostro completo, reunidos al rededor de una mesa rectangular y viendo la pantalla enorme que proyectaba imágenes e información de hombres hermosos y únicos.
—Señores, saben que únicamente hay dos mil de estas personas por todo el mundo, y, cuántos más raros y hermoso sean, son de mayor valor. La subasta del primer chico será en Rusia, por favor, no olviden llevar su mejor oferta. —Concluyó el chico con una máscara blanca. Él era el que dirigía esas reuniones con los jefes.
Miró hacía arriba, a la cámara de seguridad, y asintió. El hombre que veía atentamente la pantalla sonrió con malicia y bebió el vino en su copa. Cuando el plan funcionara, su esfuerzo sería recompensado.
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Updated 51 Episodes
Comments
Misdalia Canchila Ortega
Que pacaito, pobre Luka, pero, es que con ese loco suelto a cualquiera le es miedo
2024-11-06
7
Salome 💗
cobarde emanuel por favor que no se quede con el
2024-10-07
0
Elizabeth Moreno
luka piensa porque el distanciamiento de emmanuel solo puede ser por leandro jamas as sido tonto
2024-08-24
4