¿CELOS?

**** Thomas ****

Al abrir mis ojos, siento como el dolor ha desaparecido, es como si por arte de magia me hubiese curado, ahora entiendo porque no debo mojarme en invierno y menos con este clima, casi sufro una hipotermia.

Con intenciones de comenzar un día productivo y empezar mi rutina diaria, trato de levantarme, pero un brazo me lo impide, permitiéndome entender que no estoy solo y que mi salvadora esta a mi lado. Como si fuera una avalancha mis recuerdos llegan a mi, haciéndome consciente de todas las estupideces que hice el día anterior.

Sin saber que hacer, trato de alejarme, pero al ver su rostro relajado y tranquilo me hace querer pecar. Dejando a rienda suelta mis ganas de tocarla, acaricio su hermoso y angelical rostro, es tan preciosa. Cuando me dispongo a delinear su rostro, una mirada verde zafiro penetrante me atrapa, dejando al descubierto mis intenciones. Creyendo que recibiré una reprimienta por su parte, trato de quitar mi mano de su mejilla, pero esta me detiene.

- Ya no estás enfermo, me alegra mucho.-afirma calmadamente..

Al ver tales acciones la contemplo fijamente, me sorprende que esté tan amable conmigo.

- Hoy eres mudo, cre..- intena hablar pero al instante se calla, creo que algo sucedió.

Como la luz que recorre miles de kilómetros en un segundo, vivan se coloca sus zapatos y tomas sus cosas a una gran velocidad tratando de huir y dejarme. Sin embargo. no se lo permito, ya que la tomo del brazo y la obligo a mirarme. Quiero que me explique lo que sucedió anoche, necesito saber si fue un delirio de mi fiebre todo lo que recuerdo o si fue real que ella me permitió besarla, al menos necesito una respuesta.

- No te puedes marchar.- hablo fuertemente.

En este momento tengo la cabeza un lío, si quiero tener paz, debo echar algo de su boca para calmarme.

- Lo siento Thomas, pero tengo que irme, mi madre debe estar angustiada.- dice dejándome estupefacto.

Me acabo de llamar por mi nombre, se que se lo he pedido, pero me aterra saber que la llevo a decirlo, conllevándome a cuestionar: ¿que mierda ocurrió el día anterior?, creo que los recuerdos que poseo no son todos, me siento en el limbo.

- Espera, espera.- intento procesar mi sorpresa.

- Si me vas a dar las gracias por ayudarte, no hay de que, lo haría por cualquiera.- le resta importancia mientras se libera.

Debatiéndome por saber si debo molestarme o no, la encaro.

- Gracias por su ayuda señorita Sordi, aunque no lo recuerde, pero que le quede claro que cada uno de mis acciones estaba influenciada por mi delirio.- Mierda, no quería que sonará así.

Al finalizar estas palabras, visualizo como su energetica sonrisa y el brillo hermosos de sus ojos se apaga, es como si yo mismo hubiese extinguido el fuego que estaba iniciando. Maldita sea.

- Entiendo, lo tengo muy presente profesor, no lo molestaré más. En el escritorio están los documentos que le solicito al decano.- determina con voz altiva, acercándose a la puerta.

- T..Tu no..- me muerdo la boca, quizás este es el mejor resultado.- que te vaya bien.

A continuación de estas palabras visualizo como desaparece, al igual que cualquiera posibilidad que tuve de dejar de ser su enemigo. Que idiota soy, reparé con mis propias manos el muro que se está derrumbando.

Ahogándome en mi propia idiotez me dirijo a la habitación, donde me acomodo en el lugar donde durmió para contemplar su fragancia, la cual tiene pequeños toques a chocolate, es realmente deliciosa e única.

- La cague, ¿verdad?.- murmuro para mi mismo.

Con lo que hice hasta las ganas de hablarme se le van a quitar, no se porque actúe así. Como quisiera regresar el tiempo y suavizar mi tono, mi intención era hacerle saber que no quise faltarle el respeto, que eso es lo último que quiero. Cuando estoy por seguir compadeciéndome, un enorme criatura se me abalanza y me hace saber que soy una hipócrita, yo busque este resultado, entonces porque debo hacerme la víctima.

- Si, si. lo se, todo es mi culpa, lo siento Zeus.- me disculpo, el siempre me hecha en cara mis errores.

Ahora entiendo cuando dicen, con estos amigos para que enemigos. No obstante otro pensamiento aborda mi mente, ¿estos se conocieron?, agobiado y sin saber que hacer, me levanto y me dirijo a la sala, específicamente hacia el comedor, sitio donde esta la pequeña carpeta, la cual tomó en mis manos y empiezo a leerla, para comprobar que simplemente no es nada. El maldito la jugo muy bien.

- Tengo que arreglarlo verdad.- afirmo, cosa que es apoyada por su ladridos.- Supongo que no tengo de otra. Un problema a la vez

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Al día siguiente muy temprano me dirijo a la universidad, en todo el día de ayer no pude sacar su imagen de mi mente, fue un tortura y regalo a la vez. Un tanto nervioso me dirijo al salón, lugar donde la visualizo y ella imita, pero esta vez con un expresión helida y hasta glacial, puedo que era como el mismo hielo.

Con un sentimiento de penumbra empiezo a dar la lección, sin poder despegar mis ojos de ella, cosa que me hubiese gustado lograr, para no contemplar en primera fila como le coquetean y ella consciente, realmente quiero quitar a ese mocoso de su lado y mandarlo a la mierda. Porque de tantos lugares debió sentarse a su lado. Mientras el tiempo avanzan sus gestos y muestras aumentan, es claro que me están prestando cero interés, cosa que me hace enfurece, pero ¿porque me molesta?.

Sin poder ocultarlo más, llamo su atención y de su nuevo amigo, mees imposible tolerarlo más.

- Señorita Sordi y compañía, si tan aburrida esta mi clase se pueden retirar.- escupo con tono molesto.

Al ver que no dicen nada, prosigo, cosa que el mocoso también hace, a pesar de las persuasiónes de Vivían. Joder creo que me estoy volviendo loco. Como regalo de Dios la clase termina y este toma sus cosas para marcharse no si antes despedirme de ella, termianandome de volver loco. ¡Cuando mierda se volvieron tan cercanos!

- Fue un placer conocerte, Rojita. Espero que no te olvides de mi.- dice sonriendole y desapareciendo.

Como un tarro de vinagre que esta a punto de explotar decido tomar medidas, no puedo permitir que esto continúe.

- Señorita Sordí, la espero en mi oficina ya.- ordeno, tomando mis cosas y encaminando a dicho lugar.

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