ADICTO.

Ya una vez dentro, no pierdo ni un segundo y me acerco a ella. No saben como agradezco que mis vidrios estén polarizados.

- ¿Qué tal te acabo de ir el día?.- digo, llevando una de mis manos a sus mejillas.

- Bien.- dice nerviosa, acompañado con el intenso brillo de sus ojos.

Tentado, paso mi mano detrás de su cabeza y la traigo a mi, para seguidamente atrapar sus labios entre los míos y saborear su indescriptible sabor, creo que me estoy volviendo adicto a ellos. Luego de saciar mi sed, me separo brevemente de ella, la cual solo se estremece y me mira con desconcierto. Aunque todo vaya muy rápido me alegra que no me aleje o aparte, eso me hace sentir que voy por buen camino.

- ¿A donde quiere que te lleve?.- le dirijo una mirada pícara.

- A mi casa.- sonríe, provocando que yo repita su acción.

Tiene una sonrisa tan linda que me cautiva.

- Lo que diga mi rojita.- afirmo

Feliz, tomo el volante entre mis manos para comenzar a conducir en su atenta mirada. Cosa que me excita y coloca nervioso, esos ojos me prenden. Al llegar a su recinto, estacionó el auto y me dirijo a ella de nuevo, siento que sino lo hago me perderé.

- Ya estamos aquí.- digo, lo obvio.

- Si.- murmura muy sutil, es como si quisiese que yo no lo escuchara.

- Quiero que sepas que todo lo que pasó no fue un malentendido o error, lo hice porque así lo siento y quise, no voy a pedir que me quieras o algo por el estilo, solo que me des la oportunidad de demostrarte esto.- hablo lo que estaba posponiendo.

Sé que nos es el mejor lugar, pero no quiero que sobre piense y crea que esto es una broma, quiero que esté segura de mis palabras.

- ¿Si?.- pregunto nerviosamente, siento que mis manos sudan.

Supongo que no soy tan bueno en esto.

- Si, aunque no se si tienes méritos, te portaste como un idiota conmigo los primeros días, días digo semanas, hiciste prácticamente un infierno mi primer mes de clases.- sigue sacando la espinita que tenía clavada, haciéndome lo imbécil que fui, pero no todo fue mi culpa.

- Pues si eso tenemos, tú también fuiste muy altanera, quien fue la que siempre me ignoraba y me mostraba desprecio, hasta tuvo el coraje de decir que si queria se metia en mi cama ¿Dime?.- contrataco, dejándola sin palabras y pálida.

Supongo que no se lo esperaba.

- ¿Qué dijiste?.- dice consternada, sin poder procesar lo que está saliendo de mi boca.

- Lo que acabas de escuchar, donde esta tu valor rojita, debes hacerte responsable de tus actos.- la molesto un poco más.

- Es mentira, lo estas inventando.- afirma entre risas nerviosas.

- No señorita, estoy muy seguro lo que escuche ese día o quieres que te recuerde palabra por palabra.- digo coquetamente.- Aunque para ser franco, me pareció una preposición de lo más genial e increíble, mis sábanas y todo mi ser estará abierto para lo que quieras dar.- murmuro, haciéndola sonrojar.

- ¿Me expiaste?.- pregunta un tanto risueña, pero ofendida a la vez.- ¿desde cuando?.

- Fue una mera coincidencia.- explico, sin querer revelar todos los detalles.- Pero que tal si cambiamos de tema y me besas, porque juro que sino lo haces lo haré yo, así que escoge.- digo con malicia y descaro.

- Y si me niego, no soy la típica chica que se besa con el primero que se le atraviesa.- dice, encogiéndose los hombros.

Molesto de que así fuera, desabrocho su cinturón y la traigo a mi, quedando sobre mis piernas y a mi merced.

- Más te vale que sea así, porque estos labios solo puede tocar los míos, no quieres verme en mi punto más tóxico Vivían.- le aclaro.

- Pero porque lo harías, no te estoy dando motivos.- sigue de inocente.

- Con solo respirar me das motivos, no ves lo hermosas que eres, enamoras a cualquiera, hasta a mi me llego tu hechizo, a un hombre de hielo que juro que jamás se iba a involucrar con una estudiante y mira como me tienes, rompiste todos mis paradigmas.- confieso, besándola..

- Entonces debo sentirme orgullosa.- dice, encima de mis labios.

- Muy orgullosa.- contestó, sellando estás simple, pero poderosa palabra en un apasionante y desenfrenado beso.

Luego de unos cuanto besos más y que las cosas se tornaron un poco candente nos separamos, es mejor apagar el fuego cuando aún esta bajo, aunque por mi, me gustase que se prendieron todo, solo que no quiero que ella piense o suponga ando detrás de lo carnal, porque se que esa cabecita piensa más de lo esperado.

- Tengo que irme.- dice, tratando de huir como siempre.

- Lo sé rojita, cuídate.- acaricio su mejilla mientras digo esto.

- Tu también.- se despide, dejándome su vacío.

Sabiendo que hoy di un paso muy importante, enciendo el auto y me dirijo a mi casa. se que probablemente esta fue la decisión más tonta que he tomado en toda mi existencia y que habrá muchas consecuencias, pero ya no hay vuelta atrás, tenerla entre mis brazos y besarla fue una sensación sin igual. no creo el amor a primera vista, pero si en la conexión y eso es lo que tengo con ella, no podría explicar lo que me hace sentir cuando la miro, es como si todo estuviera en su lugar, ella es como el color de una vida en blanco y negro.

Entusiasmado, guardo el auto y entro a mi dulce hogar, que pensándolo bien, fue el inicio de todo esto, aunque no recuerde todo con lucidez, se que ese día paso algo, ese fue el precedente para este día, supongo que en mi otra vida hice algo muy bueno para que Dios me premiará de esta manera.

Impulsado por mis emociones, le envió un pequeño pero contundente mensaje: "Me siento como la bella durmiente, no quieres venir y darme un beso para librarme del maléfico hechizo".

- No.- declara solemente

Sin poder evitarlo dejo escapar una sonrisa, es que sus respuestas son tan geniales y únicas, siempre son tan ella, no le da miedo decir lo que piensa, creo que eso hizo interesarme en ella. Sus hermosos defectos.

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