**** Thomas ****
"El diablo huele tus miedos y te reta con ellos, te coloca al frente tu pesadilla hecha realidad, recordándote lo miserable que eres y seguirás siendo, supongo que está es la manera de ser condenado y consumirte poco a poco en las llamas de la desesperación". Aún adormilado, me masajeo el rostro, es maldita frase aun se repite una y otra vez en mi cabeza, es como si fuera una promesa de mi futuro, no debe adentrarme tanto en ese maldito libro; aún con el cuerpo pesado y con poca energía, me levanto, aunque me sienta como una mierda fue uno de esos días, donde pude descansar casi sin interrupciones.
Sabiendo que me espera un ajetreado atiendo a mi hijo perruno y confidente 《Zeus》creo que sin él ya me hubiese vuelto loco en esta soledad, que envuelve mi ser como las oscuras aguas del mar. Luego de mimarlo un rato y comprobar que todo está en orden, me dirijo al baño y me meto en la regadera. Sentir como el agua recorre mi cuerpo e intenta borrar mis tatuajes es una sensación sin igual, es como si tuviera el poder de eliminar todo y regresarlo a la originalidad, pero es algo que jamas podra ser, el destino se encargo de forjar a esta persona, con cada golpe y obstaculos me volvió alguien fuerte, casi inmune al dolor y a las críticas de los demás, creo que después de tanto cambias, que llegas a un punto que ya no te reconoces.
Como si se tratase de un tipo malo, empiezo a vestirme contemplando mi anatomía, aunque tenga un físico bastante trabajado y con facciones muy marcadas, creo que siempre se puede elevarlo más. Obligándome a concentrar y que no me apremie el tiempo, me termino de colocar mi pantalón clásico negro acompañado con unos zapatos negros bajos tipo ejecutivo y una camisa blanca, la cual decido remangar hasta mis antebrazos, dejando así un look más juvenil y fresco.
Con todo preparado y asegurándome que no le faltase nada a mi fiel compañero lo llevo a su guardería, donde lo atenderán y mimaran, haría cualquiera cosa para que esté bien, una vez comprobado su estado me despido de él para después ir a la universidad, a veces ser profesor de lenguas no es tan fácil como piensas, no es sentarte en un escritorio y hablar como si nada, tengo que trasmitir de manera sencilla y coherente a mis estudiantes mis conocimientos y por lo general no es una tarea sencilla y más cuando tienes una diversidad cultural en tu salón.
Revisando el reloj y observando que en definitiva voy luchando contra el tiempo, conduzco rápidamente atravesando el infernal tráfico de mi ciudad Alemania. Todo acelerado, me estacionó rápidamente y tomo mis cosas mientras me reprendo, mi deber como tutor es organizar y adecuar todo ante la llegada de mis alumnos, cosa que logro hacer bien todos los semestres, excepto este, hoy el tiempo me devoro.
Un tanto estresado empiezo apresurar mi andar, el cual es interrumpido por una nube roja, que provoca que todas mis cosas caigan al suelo y se forme un desastre. Molesto fijo mi mirada en el culpable con la clara intención de reprenderlo, hay que ser muy estúpido en esta vida para andar por ahí sin fijarse, cuando de la nada me encuentro con la chica singular, es como si fuera una hada salida de un cuento de hadas, simplemente es hermosa y hasta irreal.
Forzándome a esconder mi rostro de embelesamiento, acepto sus disculpas y permito que se retire, no si antes repararla bien, definitivamente ese conjunto coral le queda de maravilla, pero lo que me tiene encantando son sus ojos y cabello. No creo poder ver otra belleza igual. Quizás algún día nos volvamos a encontrar.
Retomando mis antiguos pensamientos me encamino hacia el aula y empiezo a preparar la lección, observando como mis estudiantes entran y colocan un rostro de asombro, creo que deben sentirse confundido al ver un hombre no tan mayor siendo su tutor.
- Cof, cof.- carrasco mi garganta para atraer su atención.- Buenos días, me llamo Thomas Adams y seré su profesor de lenguas, de antemano les comunico que me gusta la puntualidad y la responsabilidad, que les queda claro que sin estudiar no lograrán pasar mi curso, ¿Entienden?.- doy las indicaciones como todo profesor estricto, no por ser joven, voy a ser un alcauta.
- Yo.- veo a una chica de cabellera negra muy bonita alza su mano, lo cual me hace desconfiar de sus intenciones.
Estos mocosos son maldadosos e inmaduros cuando se lo proponen, lo sabré yo que llevo tres años en la docencia y en esta universidad.
- Si, dígame Señorita?.- hago gesto con mis manos, para averiguar su nombre.
- Laura o Lau, como usted guste.- dice maliciosamente, a simple vista se puede ver lo que quiere.
- La escucho SEÑORITA Laura.- hago incapie en lo señorita, creando un muro, no quiero malinterpretaciones.
- ¿Está casado?, sé que la pregunta no tiene lugar, pero creo que más de una nos interesa saber.- sonríe, como si fuera un gran mérito.
No sé por qué, pero ya me lo esperaba. Cuando estoy por darle una respuesta contundente para calmar su curiosidad, la veo entrar, su rojizo abruma mis sentidos, no puedo creer que el mundo tenga tal coincidencia. En otras palabras, yo seré su profesor, que irónica es la vida.
Detallando cuidadosamente sus movimientos, la veo tomar su asiento y sumergirse en su mundo, creyendo que ha pasado por desapercibida. Con una sonrisa en mis labios hago como si nada hubiese pasado y empiezo mi discurso, dejando de lado cualquiera cosa trivial.
Entre palabras y palabras el tiempo pasa, llegando el momento de la salida. Donde observo a todos los presentes salir, menos a ella, lo cual me genera desconfianza y me hace creer que algo trama. Con intenciones de averiguar que hay detrás de su comportamiento, me acerco a ella y empiezo a hablarle.
- Señorita, ¿le ocurre algo?.- pregunto, para ser ignorado.
Aspecto que me esta llegando a ofender. Al ver que las palabras no bastarán, toco levemente su escritorio para hacer notar mi presencia, truco que funciona, ya que se vuelve consciente de mi presencia.
Al observar la resistencia que muestra para querer hablar conmigo, mi mente se nubla, no sé quién sea, pero esta acabando con mi paciencia, así que no lo pienso dos veces y le doy vía libre a mi molestia, diciéndole un par de verdades y aclarándole firmemente que ya comenzó mal conmigo, desde hoy tendré los ojos encima, al mínimo error habrá consecuencias graves. Nunca he sido el payaso o esclavo de nadie y esta no será la excepción.
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