Profesional (+21)

Dante

En cuanto sus labios tocan los míos pierdo el puto control de mí y de lo que me rodea. Devoro su boca como lo he soñado cada maldita noche desde que la conozco. Su sabor a miel y café empapa mis papilas gustativas y gruño satisfecho.

Me giro con ella y la apoyo en la pared con más brusquedad de la que pretendía porque uno de los cuadros que decoraban el pasillo cae al suelo.

Fran ríe, pero se detiene cuando subo su pierna a mi cadera y acaricio su muslo.

–¿Impaciente?

–No puedes ni siquiera imaginarlo –digo antes de morder su labio inferior y luego succionarlo–. ¿No llevas bragas? – pregunto cuando toco su piel desnuda.

Niega con la cabeza y luego me sonríe. –Se marcan –dice y luego acaricia mi mejilla y mi barba de dos días.

–Creo que cada día me gustas más –murmuro antes de besar su largo y precioso cuello.

Comienza a gemir cuando paso mis dientes por su sensible piel. Con impaciencia tira de mí hacia su habitación, pero la detengo.

–No creo que quieras estar cerca de la habitación de tu hermana esta noche. Vamos a hacer mucho ruido.

Sus ojos color miel se oscurecen. –¿Vas a hacer que esto sea inolvidable?

Muerdo su mentón. –Puedes apostarlo, nena –digo y tiro de ella hacia el principio del pasillo, a mi habitación.

Fran se tropieza con sus tacones. Impaciente la tomo en mis brazos y corro con ella. La mujer en mis brazos ríe con abandono, viéndose tan hermosa que mi respiración se detiene por unos segundos.

Abro la puerta de mi habitación y en cuanto estoy dentro la apoyo contra la pared. No puedo esperar a llegar a la cama. No me importa que esté a menos de dos metros.

–Creo que estaba revisando algo –digo y levanto su pierna.

Fran de inmediato me abraza con su pierna, abriéndose más para mí.

Acaricio su pierna y voy subiendo lentamente, logrando que su cabeza se mueva impaciente. Sonrío antes de acariciar la piel vulnerable y suave que encuentro.

–Maldita sea –mascullo al encontrarla cálida y lista–. Me deseas, puedo sentirlo.

–Lo hago –dice y golpea su cabeza contra la muralla cuando paso mi pulgar por su montículo inflamado y duro.

–Por favor –ruega–. Quiero tus dedos en mí. Ya.

Sonrío antes de besarla con brusquedad, mordiendo sus labios y succionando su lengua. Tengo la necesidad imperiosa de devorar cada centímetro de su bello cuerpo.

Fran comienza a mover su cadera, impaciente. La acaricio con mis dedos, bordeando su centro de calor, pero sin penetrarla.

–Maldita sea –se queja y da manotazos sin mirar, logrando que algunos libros que estaban sobre la tarima a su lado caigan al suelo.

Quiero verla, pero su vestido es demasiado largo y cubre lo que quiero observar hasta hastiarme.

Llevo mi mano a su espalda para buscar la forma de abrir el vestido, pero no encuentro nada. Tiro de un pedazo de tela, pero esta se desprende.

–Tiene un cierre en mi lado izquierdo –susurra con desesperación.

Busco el cierre y lo abro, jugando con ella, demorándome mientras sigo acariciando su montículo despacio, sin dejarla saltar por el borde. No aún, no cuando estoy pasándomelo tan bien.

El vestido finalmente cae, dejándola desnuda.

Aprecio cada milímetro de su cuerpo. Su piel trigueña, sus pechos altos y ansiosos por mi toque. Su estrecha cintura y su hermoso ombligo con el que me entretendré más tarde. Su centro precioso y sus largas piernas.

Realmente es el puto paquete completo.

–Tienes un cuerpo de sirena –susurro antes de volver a besarla, ansioso por meterme cualquier parte de su cuerpo en mi boca.

Sin darle un aviso penetro su cuerpo con tres de mis dedos, con fuerza, sin miramientos.

Fran grita y vuelve a golpear su cabeza contra la pared.

–Mírame –le exijo cuando cierras los ojos–. No tienes permitido cerrar los ojos.

–¿Vas a castigarme, americano? –pregunta entre jadeos.

–No me tientes, mexicana –mascullo antes de meterme el lóbulo de su oreja en mi boca.

Acelero los movimientos de mis dedos, haciendo que Fran se mueva como si estuviera quemándose con mi toque. Estamos haciendo un desastre en el piso, Fran está muy excitada.

Maldita sea, como me encanta verla así, pérdida por mi.

Saboreo mis labios, juro que casi puedo sentir su sabor en ellos.

–Lleva tus pechos a mi boca –ordeno–. Ofrécemelos.

Gime suavecito antes de levantar sus pechos hacia mí.

Paso mi nariz por sus puntas excitadas y un gruñido suave sale de mi garganta.

–Buena chica –susurro antes de meterme una de sus puntas en mi boca y succionar con fuerza, sin una pizca de piedad.

Acelero los movimientos de mis dedos y me deleito en los gritos y palabrotas que salen de la boca de Fran.

Cuando está a punto me alejo y la giro contra la pared.

–Maldita sea, ¿qué haces? –pregunta enfadada.

Tomo su cintura y acerco su trasero a mi polla enhiesta, lista para ella.

–Afírmate en la pared –ordeno antes de arrodillarme y abrirle las piernas.

Respiro su maravilloso olor antes de abrirla para mí. Succiono su montículo y luego meto mi lengua donde luego meteré a mi amigo, que en este momento está sufriendo.

Fran golpea la pared con su puño y comienza a sollozar.

Sigo besando su centro y golpeando con mi lengua los lugares que la hacen gritar cada vez más alto.

–Por lo que más quieras no te detengas –pide a gritos–. Si lo haces soy capaz de matarte.

Le doy una palmada en su trasero por su amenaza y luego vuelvo a disfrutar de su maravilloso sabor.

Podría estar horas dándole placer con mi boca. Es deliciosa.

El cuerpo de Fran comienza a convulsionar y luego grita entregándose al placer. Sostengo su cintura con fuerza para evitar que caiga y sido lamiéndola. No dejo lugar sin probar, sin besar y sin morder. No puedo apartarme de su calor, de su sabor. No puedo apartarme de ella.

–Sí, sí, sí –grita y menea su precioso trasero contra mi rostro, tentándome–. Estoy a punto de llegar de nuevo.

Sigo con mis caricias húmedas y a los pocos segundos vuelve a derretirse contra mí.

Esta vez su cuerpo flaquea y comienza a deslizarse hacia el suelo. La sostengo para que no golpee con fuerza el duro piso de mármol.

La subo a mi regazo y acaricio su cuello con mi nariz antes de besar su piel. Su pulso late deprisa contra mis labios.

Sus labios buscan los míos y sonrío antes de besarla y perderme en su sabor. Acaricia mi mejilla y luego mi cuero cabelludo. Suspiro, sus caricias se sienten demasiado bien.

–Ponte de pie –ordena.

Frunzo el ceño. –Pensé que las órdenes las estaba dando yo.

–Te va a gustar –insiste antes de morder mi labio inferior–. Yo también quiero tenerte en mi boca.

Con esas palabras me levanto de inmediato, haciendo reír a Fran. Se incorpora de rodillas y acaricia mis muslos antes de abrir la cremallera de mi pantalón.

Baja mi bóxer sin dejar de mirarme y luego toma en su mano la parte favorita de mi cuerpo y sonríe.

–Voy a disfrutar con esto –susurra antes de pasar su lengua y hacer que mis ojos se cierren–. Ojos abiertos –ordena sin dejar de sonreír–. Quiero que me veas.

Comienzo a pensar en mi tía Lucía y su gigante lunar para no terminar antes de empezar y arruinar esto.

Fran me toma en su boca completamente y sé que es una profesional. Luego de cuatro intentos llego hasta el final de su garganta. Sostengo su cabello y la retengo unos segundos. Sus ojos se llenan de lágrimas, pero no tiene arcadas. Es maravillosa.

Luego comienzo a moverme con fuerza, a follar como me gusta, sin dejar de mirar sus ojos dilatados por el deseo.

Su mano toca sus pechos y luego baja por su cuerpo y comienza a acariciar su centro.

–No –ordeno–. No te toques. Es mi turno ahora.

Se queja, pero hace caso.

Me muevo sin piedad, sin pensar en si la estoy lastimando, sin pensar en nada que no sea mi propio placer.

–Si sigues así voy a terminar en tu boca –le advierto cuando comienza a succionarme con sus mejillas–. Fran –la llamo, pero continúa mirándome con insolencia.

El calor en mi espalda baja me dice que ya no podré soportar mucho más. Acelero mis movimientos y termino en su boca con un grito que nace desde mi garganta.

Fran se porta como la profesional que es y lame hasta la última gota, mientras yo respiro con dificultad y afirmo mi espalda en la pared.

Se levanta en un movimiento ágil, como una bailarina, y me sonríe con suficiencia.

Pasa su lengua por sus labios amoratados por mis mordiscos y embestidas.

Acuno su rostro y la beso con impaciencia y con agradecimiento. Nunca nadie me había dado tanto placer con su boca. Francisca Guzmán no me ha decepcionado.

Espero no decepcionarla yo esta noche.

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Comments

silvia

silvia

Wow autora como te aceptaron esto en esta app por q son tan inquicidores 👌👍

2023-11-22

56

katius

katius

ese mismo pensé..../Facepalm/

2024-05-06

1

Tatys Maramotti Silva

Tatys Maramotti Silva

Puraaa 🔥🔥🔥🔥🔥🔥

2024-05-05

1

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