Primer encuentro

Dante

Le doy más gas a mi nueva Harley y acelero. Apenas me bajé del avión lo primero en la lista era conseguirme una moto. Siempre las he preferido a cualquier otro medio de transporte. En un auto siempre me he sentido encerrado, pero en una moto me siento libre.

Lamentablemente, no tenían motos italianas, que las prefiero a las americanas, pero por lo menos esta Harley se está comportando hasta el momento.

Me detengo un momento y bebo agua. Que calor más desagradable. Todavía no son las tres de la tarde y ya hay treinta y cuatro grados Celsius.

Al parecer Culiacán, capital de Sinaloa, es el infierno en la tierra.

Guardo la botella y acelero por la carretera abandonada. Uno de mis soldados me dijo que la mayoría de los hombres de confianza de Francisca van al Bar Juancho, al que me estoy dirigiendo en este momento. Necesito información sobre la mujer que se ha negado a recibirme y a tener una reunión conmigo. Si esto continúa Gabriele me matará. Suerte para mí, en este momento, no tiene cabeza para nada más que no sean Sofía, Mía y su hijo que viene en camino.

Como cambian las personas.

Este trabajo es una piedra en el zapato y ha arruinado por completo mi gráfica de resultados. Todo lo que me propongo lo logro, siempre ha sido así. Papá dice que tengo un don para engatusar a hombres y mujeres por igual porque siempre consigo lo que quiero. O al menos lo hacía hasta encontrarme de frente con la mujer más desagradable del mundo.

Desagradable y terca.

Teníamos prácticamente cerrado el trato con su padre, pero cuando éste murió, hace varios meses, me dejó en claro que no respetaría nada de lo acordado y que las negociaciones volverían al estadio cero.

Pensé que bromeaba, pero después de seis meses sin lograr avanzar nada sé que la terca estaba hablando en serio.

Pero ella no me conoce, no pienso irme de aquí sin ese contrato firmado, con cláusulas muy favorecedoras para la 'Ndrangheta y La Camorra.

Espera y verás, Francisca Guzmán.

Cambio el rumbo al divisar el Bar a lo lejos. El dueño de la tienda donde compré la moto no me mintió respecto a la dirección del dichoso bar.

Bajo la velocidad cuando estoy a diez metros. Estaciono la moto y bajo de ella, no sin antes volver a beber agua.

Maldito calor.

Entro al bar y la docena de hombres armados me mira y comienzan a murmurar en español.

–Otro gringo perdido.

Escucho que dice uno de ellos. Sonrío, imagino que no saben que puedo entenderlos. Los idiomas es una de las tantas cosas que se me ha dado bien en la vida. Hablo italiano, la lengua materna de mis padres, inglés, nací en Estados Unidos, ruso, es bueno para negociar con la Bratva, chino, tengo algunos negocios con la Triada, y francés porque es bueno para conquistar mujeres cuando estoy de viaje y se me antoja follar.

Me acerco a la barra y pido un whiskey usando el inglés. Quiero que sigan hablando sin preocuparse porque pueda entenderlos. Es información lo que necesito de este lugar.

–Solo tequila –responde el barman y todos ríen.

Asiento y acepto el chupito que me entrega y lo bebo en un trago. Es fuerte, quema mi garganta, pero ese dolor no es nada a otros que he vivido a lo largo de los años.

–Otro más –pido.

–Pensé que el gringuito se ahogaría –dice uno de los hombre antes de hacerse una línea de cocaína sobre la mesa–. ¿Cuándo llegará?

–Dijo que a las tres.

–Ya son las tres. Si no llega con la chica mataré a ese cabrón –gruñe antes de esnifar la cocaína.

–Lo hará. Me dijo que Inés estaba interesada en él y que no dudaría en aceptar si la invitaba a una cita.

Todos los hombres ríen.

–Las mujeres son tan estúpidas algunas veces –dice el adicto–. Lo importante es tenerla y así poder negociar con Francisca.

Tomo mi chupito y me acerco a la mesa que está al lado de ellos. Mencionaron a una tal Francisca, quizá estén hablando de ella.

–Se meará en sus pantalones –dice otro–. Es una mujer y sé que nunca ha tenido que luchar por nada en la vida. El viejo le daba todo.

Todos asienten y chocan sus vasos de tequila como si estuvieran celebrando.

–Tenemos que desaparecer al gringo, sin testigos –dice uno mirando en mi dirección.

–Otro que se meará en sus pantalones –dice el más joven antes de reír a carcajadas–. Otro gringo desaparecido en México. Veremos cárteles con su cara en todos lados.

Todos le ríen el mal chiste.

–Hay que asegurarse de destrozarle el rostro y quitarle cualquier marca distintiva.

–Yo me encargo –agrega el adicto antes de esnifar otra línea–. Tengo ganas de ensuciarme las manos hoy.

Bebo el tequila en un trago y pido otro con voz arrastrada. Quiero que crean que no soy una amenaza.

–¿Qué hacemos aquí?

Me giro hacia la puerta y veo a una preciosa jovencita entrando con un joven.

–Me gusta este Bar.

–No quiero entrar –insiste.

El hombre la coge del brazo con fuerza y la entra. –No estoy preguntando, Inés –gruñe–. Quiero que conozcas a mis amigos.

–Al fin, cabrón, pensé que no lo lograrías.

–Les dije que estaba loca por mí. ¿Quién es ese? –pregunta mirando en mi dirección.

–Un problema que solucionaré –dice el adicto antes de ponerse de pie y acercarse a la asustada jovencita–. Mi preciosa Inés.

–¿Primo? ¿Qué hago aquí? –pregunta cruzándose de brazos y mirando a todos con desconfianza.

–Nos ayudarás, prima, eso es todo.

Me levanto y con la excusa de ir al baño me escondo de la vista de todos.

–Mi hermana lo sabrá.

–Tu hermana no tiene idea dónde estás.

La jovencita se ríe. –Hombres. Son unos verdaderos idiotas, ¿lo sabían?

El tipo le da una bofetada tan fuerte que la muchacha cae al suelo.

Se seca la sangre que sale de su labio y ríe. –Fran vendrá y los matará.

–Me encantaría ver eso.

–No sabe dónde estás, idiota –le recuerda el joven que entró con ella.

–Lo sabe. Somos hermanas. Y estoy segura que ya sabe que estoy en peligro –dice intentando ponerse de pie, pero uno de los hombres que hasta ahora no había hablado se levanta y le da una patada, que la hace chocar con una mesa.

Suficiente.

Saco mi arma y camino hacia ellos.

–Alto –les digo en español, sorprendiéndolos a todos–. Estaba tratando de ignorarlos, pero me lo han puesto muy difícil.

–Habla español –exclama uno.

–Ya ven, el gringo sabe español –digo con una sonrisa–. Camina hacia a mí –le indico a la chica, quien comienza a gatear en el suelo hacia dónde estoy yo.

–Eres hombre muerto, cabrón –gruñe el adicto sacando su arma.

–Ocúltate –le digo a la chica antes de dispararle en la cabeza al joven que la trajo a esta pocilga.

Pateo una mesa para ladearla y la uso como escudo para proteger a la chica mientras corre al baño.

–Francisca te mandó, ¿no, gringo? –pregunta uno de los hombres con rabia mientras se acerca al cuerpo–. Mátenlo, mató a mi hermano –ordena.

El lugar se transforma en un hermoso caos, al cual estoy acostumbrado. Mato a otros tres hombres rápidamente. El adicto se oculta tras una mesa antes de que pueda dispararle.

Maldito escurridizo.

La puerta del bar se abre y entra una de las mujeres más hermosas que he visto en mi puta vida. Va vestida con una especie de corsé de cuero que hace que sus pechos suban, y unos vaqueros negros con botas a juego. Su pelo color azabache cae sobre uno de sus hombros en una trenza que comienza a deshacerse. Trato de ver sus ojos, pero el sombrero negro oculta su mirada para mí.

–¿Con mi hermana, primo? ¿En serio? ¿Tan desesperado está mi tío?

–Queremos lo que nos corresponde –responde el adicto.

–Ay, Rodrigo, acabas de acabar con mi paciencia –dice antes de dispararle en una de sus manos.

La pistola cae lejos de su alcance.

En cinco disparos consecutivos aniquila a todos, incluyendo al barman.

–¿No vas a dispararme? –le pregunta el hombre sujetando su mano sangrante.

–Oh, no, primo, tengo algo mejor para ti –dice mientras se pone unos anillos en sus dedos.

–Te matarán –grita el idiota.

–Me encantará verlos intentarlo –devuelve antes de darle una bofetada.

Un chorro de sangre escapa del rostro del adicto. Cuando puedo verlo bien entiendo que los anillos tenían una especie de filo porque su rostro esta irreconocible. Tiene pedazos menos porque puedo ver claramente parte de su dentadura.

–Puta –masculla antes que la mujer vuelva a golpearlo.

Esta vez le arranca un ojo con el golpe. El tipo cae al suelo y comienza a gorjear mientras se ahoga en su propia sangre.

Salgo detrás de la mesa y camino hacia esa mujer, quien me tiene duro con solo verla atacar. Levanta su mirada y unos ojos color miel se clavan en los míos.

Maldita sea, estoy en el mismo cielo.

Saca su arma y me apunta a la cabeza. –Lo siento, amigo, día y lugar equivocado.

Me rio. –Creo que es el momento perfecto –digo.

–Fran, no.

Nos giramos y vemos a la jovencita caminar hacia nosotros, sosteniendo una toalla de papel mojada contra su cara.

–Él me defendió.

–Vio demasiado –devuelve.

Miro la curva de sus pechos y no podría estar más de acuerdo.

–Al fin nos conocemos, Francisca. Soy Dante Messina  –digo y levanto mi mano para saludarla.

Sus ojos vuelven a clavarse en los míos y no puedo evitar sonreír. Ya te encontré.

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Comments

Tatys Maramotti Silva

Tatys Maramotti Silva

Dante es un papasito ricooo 😍💞

2024-05-05

1

Patty Soto

Patty Soto

😋😋😋😋😋😋 muchiiiisisisimo gusto 💋DANTE ❣️ ALias el Moja chonez 🥵🥵🥵🥵🥵 mi nombre es empanada lista para el Relleno 🥛🍌🥕🍆🥒🌶🥜 😋😋😋

2024-05-01

2

Yailenis Fortun

Yailenis Fortun

él es un macho alfa 😜

2024-03-26

1

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