Mi obsesión

Dante

Sigo el barco de carga hasta que desaparece en el horizonte. Guardo mis binoculares. El barco oficialmente entró a aguas internacionales, ya no es nuestro problema.

Acelero el motor de la lancha en dirección a la costa. Anulo las ganas que tengo de llamar a Gabriele. Decidí que no le diría nada hasta que este trato esté funcionando y cerrado. Mi amigo tiene suficiente con la preocupación de perder a su mujer en el parto, como ya le pasó antes con Kate.

A la segunda persona que quiero llamar es a Fran, pero me obligo a no hacerlo porque lo único que he hecho esta última semana es pensar en ella. Cada segundo, cada hora. He soñado con ella también, ni siquiera puedo escapar de su presencia durante las noches.

Y es así como la obsesión comienza.

Lo he padecido antes. La primera vez que me obsesioné con algo fue con conseguir mi primera arma. Papá no quiso regalarme una, ya que tenía ocho años, pero eso no impidió que la idea germinara en mi cerebro. Al principio me hice una AK-47 con madera, mi abuelo me ayudó. Luego hice distintos tipos de armas con legos. Cuando cumplí doce años obligué a uno de los guardias que me cuidaban a que me pasara una.

Respiro profundamente al recordar ese momento.

En cuánto tuve un arma en mi mano sentí que todo estaba bien. Sin preguntar disparé a la nada. La adrenalina recorrió mi cuerpo y me sentí extasiado.

Más tarde ese mismo día le robé dinero a mi papá y le pedí al mismo guardia que me comprara un arma, y lo hizo porque lo amenacé con decirles a mis padres que me había golpeado, cosa que no fue verdad, pero el miedo a perder su trabajo fue más grande. Compró una Glock 17, un arma común, pero para mí significó todo. Todavía la conservo y sigue siendo mi arma favorita.

Fue el arma con la que maté por primera vez.

Ni siquiera me importó cuando papá descubrió todo y me castigó sin salir de la casa por todo un mes.

La segunda vez que me obsesioné fue con Margaritha, una novicia joven que llegó a hacer clases a la escuela católica donde estudié. Tenía catorce años y ella veinte, pero eso no impidió que lograra seducirla hasta tal punto que fue la primera chica con la que me acosté. La descubrieron y tuvo que renunciar a sus hábitos y a mí me expulsaron, pero fue delicioso corromper sus creencias.

La enviaron de vuelta a Italia, pero por suerte para mí la obsesión ya había terminado. Había conseguido lo que quería de ella.

La tercera vez fue con ser el Capo de la 'Ndrangheta. Esperé pacientemente hasta que papá decidió tomarse un descanso. Mientras decidía quién lo reemplazaría me esforcé por ser el mejor capitán que ha tenido la ´Ndrangueta en su historia, y lo logré. Hice todo para empujar a papá a cederme el liderazgo. Y lo hizo.

Y ahora me estoy obsesionando con Fran. Puedo sentirlo.

He vigilado su casa para ver si su prometido ha parecido, por suerte no lo ha hecho. Ella no lo sabe, pero ese es un hombre muerto. Si no lo deja por su cuenta, lo mataré yo mismo.

Sonrío al imaginar qué sentiría si una de mis balas atravesara su puta cabeza. Estoy seguro que sería un subidón de aquellos.

Por ahora lo vigilaré y le demostraré que él no vale su tiempo y mucho menos su amor.

Fran será mía, no me detendré hasta lograrlo. Y esta vez no es solo algo sexual como me pasó con Margaritha. Quiero tenerla a toda ella. Su amor, su devoción, su pasión, sus miedos y sus sueños. Lo quiero todo, y lo conseguiré.

Siempre he conseguido lo que quiero y ella no va a ser la excepción.

*****

Los hermosos ojos marrones de Fran se abren al ver la cifra en mi IPad de las ganancias de la venta reciente. La luz del sol entra con fuerza y puedo ver pequeñas vetas verdes en sus ojos.

Vuelvo la vista a la pantalla y cambio la planilla.

–Para el siguiente pedido necesito quince toneladas.

–¿Quince? –pregunta en un susurro–. Me dijiste que serían veinte toneladas al mes, y ya llevamos veinticinco toneladas en menos de dos semanas.

–Soy bueno en mi trabajo. La mercadería que vendes es buena, Fran, podemos vender cientos de toneladas al año. ¿Puedes con esto?

–Puedo y lo haré –responde con fuerza–. Incrementaré la producción. Todavía me quedan suficientes toneladas en bodega.

–Estoy intentando cerrar un negocio con La Triada. Si lo logro venderemos mucho más de cincuenta toneladas al mes. El mercado chino es demandante en cantidad y calidad. Pero sé que cumpliremos con sus requisitos.

–Lo haremos. –Sonríe–. Si todo sigue así, debemos cerrar el trato entre nosotros, hacerlo más formal.

Tomo su mentón en mi mano. –No tan rápido, nena. Te vas a casar –le recuerdo–. No firmaré nada hasta que esté seguro que ese hombre no arruinará mi negocio.

–No lo hará.

–Lo siento, pero en esto tu palabra no me bastará, tengo que verlo. ¿Dónde está ahora? –pregunto aunque sé dónde está. Él imbécil está encerrado en su casa, aspirando cocaína como un enfermo.

No contesta nada.

–¿No vas a responder?

Sus ojos se clavan en los míos. –Está divirtiéndose antes de la boda.

–Puedo imaginar con qué está divirtiéndose.

–Hablaré con él.

–No te quiero cerca de él, no cuando esté en ese estado.

Se cruza de brazos. –No puedes ordenarme qué hacer. Es mi prometido, no me lastimará. Sé cómo defenderme.

Sonrío al recordar cuando la conocí. –Lo sé, pero no quiero que tengas que defenderte, no de él. Ni siquiera merece eso–. Me inclino sobre ella, acercando mi boca a la suya. Los ojos de Fran se oscurecen y su respiración se torna más pesada, su pecho sube y baja a gran velocidad–. ¿Averiguaste lo del anillo?

–No –susurra.

–¿No quieres un diez por ciento extra? –No responde. Sonrío satisfecho–. Sabes que tengo razón. El problema es que no quieres tener la certeza de que la tengo. Sé que puedo destruir la imagen que tienes de él, si solo me dieras la oportunidad.

–No quiero que lo hagas. Sé que Daniel no es perfecto, pero lo amo. Ha estado conmigo desde el principio. Ha sido él quien estuvo ahí cuando la enfermedad de mamá empeoró, y cuando papá enfermó… –Calla y se levanta de la silla, ganando espacio entre ambos–. Detente –pide.

–Tienes miedo de descubrir la verdad.

Su ceño se frunce. –No… yo… Detente, Dante –exige–. No necesito este tipo de confusión en este momento. En menos de dos meses me casaré con él, no puedo con esto. Dijiste que nuestra relación sería comercial.

–Lo es. Pero me duele ver cómo te ciegas respecto a ese hombre. Si no tienes cuidado él acabará con todo lo que amas.

–Tendré la mercadería lista mañana. Te llamaré para darte la ubicación –dice y se gira hacia el ventanal–. Hablaremos –agrega dando por terminada la reunión.

La trenza cae por su espalda hasta su pequeña cintura. Quiero acercarme y tomar su trenza con fuerza y obligarla a besarme, obligarla a aceptar que tiene dudas, pero eso sería demasiado fácil.

Me gusta ver caer a mis contrincantes poco a poco, y Daniel caerá frente a los ojos de Fran, y yo estaré ahí para deleitarme con esa imagen.

Y luego cobraré el premio. Mi nueva obsesión será mía para siempre.

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Comments

Anonymous

Anonymous

mmmmmm me gusta/Smile/

2024-04-18

1

Sael

Sael

buenísimo este capítulo /Shy/

2024-04-02

2

Sael

Sael

buenísimo este capítulo /Shy/

2024-04-02

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