Mariângela ayuda a Bryan con su higiene, como todo niño que tiene dos perros disponibles para jugar, el niño incluso jugó con Judit y Baltho, Judit ya estaba cansada del paseo y se acostó en su cama al lado de la cómoda, Baltho se fue saltando sobre la cama con Bryan, lo que hizo que Mariângela se preocupara y temiera que Bryan se cayera, pero el niño saltó dos veces y la última aprovechó para sentarse y Baltho, como todo buen cachorro, no perdió el tiempo y fue a lamer la cara de su dueño, quien comenzó a reír y a intentar ahuyentar al perro:
- Llega Baltho, amigo, necesitamos dormir.
-Mariangela ayúdame a buscar a Baltho.
Respondiendo al pedido del niño, la niñera levantó al perro para que el niño pudiera acostarse.
Bryan se acuesta y Mariângela pone a Baltho a su lado, el cachorro, ya acostumbrado a dormir con el niño, se acuesta y la niñera los cubre a ambos.
- Bryan, querido, yo también necesito cuidar mi higiene, voy a mi habitación a ducharme y cambiarme para la cama.
- Por supuesto, Mariângela, ve allí, te mereces este descanso.
- Nos vemos mañana sobre las ocho de la mañana para tomar un café, ¿vale?
- Está bien, Mariângela, dijo el niño cerrando ya los ojos.
- Te amo mamá
Mariângela se quedó sin palabras cuando escuchó a Bryan llamar a su mamá.
Muy emocionada, besa al niño en la frente y le devuelve las palabras de cariño:
- Yo también amo a Bryan, que duermas bien.
Sale de la habitación, apaga la luz y deja la puerta cerrada.
Fue a su habitación y agradeció al cielo que cada habitación de la casa tuviera su propio baño porque le daría vergüenza y vergüenza usar el baño incluso para ducharse.
Se ducha y recuerda que necesita ir a la granja el fin de semana, hay algo de comida que quiere llevar a una organización benéfica, para ayudar a la gente, como ella vive en el trabajo, esta comida se puede perder y es un pecado, además de que un juicio los tira a la basura con tanta gente que no tiene un plato de comida en la mesa.
- Buen sábado, lo arreglaré.
Ella se acuesta, la puerta de su habitación está justo apoyada en ella, la dejó así para que si Bryan necesitara algo, pudiera entrar y despertarla.
Recordó todas las locuras que pasaron ese día y la más loca y hermosa de ellas fue haber empezado a salir con Gilberto, un médico con alma de niño, que creció, pero siguió siendo el mismo.
"Al menos yo lo veo así."
Pensando en las cosas chidas que hicieron ese día, se durmió abrazada al osito de peluche que le regalará Gilberto.
En su habitación Gilberto mira los anillos que les compró, serán el regalo perfecto para San Valentín.
"Ese día te voy a pedir que te cases conmigo", guarda los anillos en un traje que no usa desde hace mucho tiempo.
"Aquí estarán bien guardados".
Va a mirar a su hijo a la habitación y le da un beso en la frente.
- La hija Mariângela será una gran esposa para mí y una madre para ti, tiene un gran corazón, un ángel que Dios me dio.
Sale de la habitación de su hijo y ve que la puerta de la habitación de Mariângela está entreabierta, pero no se atreve a entrar por motivos de respeto y cortesía, simplemente abre un poco la puerta y la ve durmiendo abrazada al osito que le regaló. .
Él se queda allí mirándola durante un rato:
- Buenas noches, amor. Esta era la cuarta vez que él la llamaba amor, pero ella no lo escuchó porque estaba durmiendo profundamente.
Al tener que levantarse temprano, Gilberto va a su habitación y se apoya en la puerta, se acuesta y como estaba muy cansado se queda dormido al instante.
Todos en el radar de arriba dormían con las puertas tocándose, si uno necesitaba al otro, simplemente entra y llama.
Los dos adultos no harían eso, pero Bryan tal vez quisiera llamar a su padre o madre sustituta en medio de la noche, pero esa noche no sucedió porque estaba agotado por la caminata, y el amanecer se fue sin interferencia o incluso miedo.
Un nuevo día está por comenzar y los tres duermen el sueño de los justos y este sueño pacífico fue provisto por Dios. Porque antes de conocerse, todos tuvieron una noche de sueño perturbado y se dieron vuelta en la cama.
La mitad de semana comenzó con el canto de un bien-te-vi y con ese canto Mariângela se despertó, se cuidó y fue a preparar el desayuno, y para su sorpresa estaba Gilberto con la mesa ya puesta con muchas delicias.
- Buenos días, Ángel.
- Buenos días, mi bella, me levanté como a las cinco de la mañana bien descansada y decidí preparar el desayuno, solo que no preparé el de Bryan, pero los tuyos y los míos esperan que puedas hacerme un poco de compañía antes de ir al hospital.
- No te preocupes por el café de Bryan, lo prepararé más tarde y él no se levantará hasta las ocho de la mañana, pero hagámonos compañía antes de que te vayas.
Gilberto le acerca una silla para sentarse y se sienta a su lado.
Como buen caballero le sirve café, leche y pan con queso blanco. Y para hacer el día más dulce, los dulces Romeo y Julieta.
- Puedes disfrutarlo, mi belleza.
Mientras hablan, él se ayuda y ella piensa que es un caballero al extremo y sus amabilidades terminarán incomodándola porque hace las cosas con tanto amor y cariño que ella siempre querrá.
"Eso nada, algún día tendré la oportunidad de pagarlo"
- El café está delicioso Gilberto, felicidades, nunca imaginé que tu café estaría tan delicioso, un poco más fuerte y más delicioso.
- No soy muy buena cocinando Mariângela, solo sé cuidar lo básico del proyecto ja, ja, ja, pero trato de aprender eso, puedes estar seguro.
Mariângela observa la sinceridad de su novio y se ríe por dentro.
- Si tanto quieres aprender, puedo enseñarte.
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