El padre va por la calle Frederico Ozanan y deja a Baltho e Juditen a casa de un amigo con excepción de los perros guía, la mayoría de los perros no están permitidos.
- Pablo, no te preocupes, Judit y Baltho están tranquilos.
- No te preocupes, yo me ocuparé de los dos.
- Pasaré sobre las siete y media a recogerlos.
- Belleza.
Gilberto continúa su recorrido y entra al Maxi Shopping de Jundiaí y se dirige al estacionamiento, luego de estacionar su auto, se dirigen a la entrada del centro comercial y el niño está eufórico:
- Papá, nos trajiste al centro comercial en el momento indicado.
Bryan ni siquiera espera a que su padre le pregunte, abre la bolsa y toma una segunda mascarilla para ponerse, sabe que los centros comerciales son lugares llenos de gente y la circulación de varios virus en el aire es enorme.
- Estoy protegido, podemos entrar.
Con manos de hada los tres entran al centro comercial, caminan y se dirigen al patio de comidas a un lugar que el niño había pedido en el pasado y el padre no lo llevó al Mc Donalds por miedo.
Cuando el niño vio hacia dónde lo llevaba su padre, sus ojos se llenaron de lágrimas:
- O papá, no puedo creer que me traigas aquí.
- Créeme, hijo mío, ahora estás mejorando y puedes disfrutarlo.
- Gracias Papá.
Mariângela quedó conmovida por lo sinceras que fueron las palabras de padre e hijo y respiró hondo para no llorar de emoción.
Una vez elegida la mesa, Mariângela se sienta al lado de Bryan mientras Gilberto se sienta frente a ellos:
- Hijo, ¿qué querrás?
- Yo iré con Big Mac.
- ¿No quieres que Mac tome un feliz refrigerio?
- No, papá, los snacks felices son para los débiles y yo quiero un Big Mac.
Gilberto y Mariângela se rieron, el niño tiene una sinceridad hilarante, incluso cuando pide una merienda.
- ¿Qué más quieres?
- Una tarta de manzana y zumo de naranja, no tomaré refresco porque ya me voy a merendar, el zumo de naranja es para intentar equilibrarlo, ¿puedo pedir un sundae?
- Correcto hijo, buena elección.
- ¿Tú amas?
Mariângela pensó en lo que iba a pedir y decidió pedir lo mismo que Bryan para animarlo a comer.
- Quiero lo mismo que Bryan angel
- Bueno, yo también voy a querer lo mismo que mi hijo, pero con una diferencia, voy a conseguir una coca cola.
- ¡Muy bien papá, eso es todo!
Gilberto se acerca al mostrador para hacer pedidos.
- Por favor, quiero tres kits de Big Mac, tres sundaes, tres tartas de manzana, en el caso de las bebidas, dos zumos de naranja y una coca cola.
- Muy bien, señor, haré el pedido.
Unos veinticinco minutos después, las bajezas están listas y Mariângela ayuda a Gilberto a recogerlas y el camarero toma la otra bandeja y la coloca sobre la mesa.
- Gracias por tu ayuda, niña.
La niña sonríe y regresa a su puesto.
Mariângela se sienta al lado de Bryan y Gilberto se sienta al lado de él.
- Papá, no puedo creer que me hayas traído aquí a Mcdonalds, dice el niño, comiendo una fritura, ¿estoy soñando?
- Los sueños se hacen realidad hijo y yo estoy muy feliz de hacer realidad el tuyo.
Mariângela también se siente como en un sueño, no esperaba que el inicio del año 2000 le traería tantas cosas buenas, un trabajo porque la pensión que le dejó su marido apenas le alcanzaba para pagar las cuentas y vivir dignamente, un amor que ya tenía. Una vez que se dio por vencida, los hombres se le acercaron porque pensaban que al ser pensionada tendría dinero para permitirse lujos para ellos, y sobre todo una familia a la que llegaba para sumar, pues debido a la muerte de Roberto ni siquiera tuvo tiempo de formar su propia familia. El año 2000 trajo una completa bendición, y Gilberto y Bryan son mucho más de lo que ella pidió al final del año.
Comieron y hablaron y con cada palabra, Gilberto Mariângela decía sentirse más caricaturizada por él, en esa mesa de comida rápida en la que contaba parte de su vida.
Y Mariângela quedó más encantada con su novio que estudió medicina, se especializó en oncología pediátrica y empezó a trabajar en el área, también habló un poco de Bruna, que era una mujer maravillosa, un ángel que Dios quería que volviera a su lado, pero después de un tiempo para que no estuviera solo le presentó otro ángel.
Gilberto mira a Mariângela con amor en los ojos, Bryan, que no deja pasar nada, habla con naturalidad:
- Démosle un besito, no es delito.
- Mariângela se sonrojó y Gilberto respondió al pedido de su hijo y le dio un beso a su novia.
El niño sonríe satisfecho y vuelve a atacar su helado.
Cuando todos terminan de comer, Gilberto limpia las bandejas y las deja en su lugar encima de las demás.
Alrededor de las siete y media deja a Mariângela en una juguetería con Bryan y va a una joyería y compra un par de anillos.
"Estos anillos serán un regalo de San Valentín para mí y para Mariângela, él paga los anillos que tienen grabados sus nombres y son de la tienda".
Va a la juguetería y pregunta si a su hijo le gustó algo.
- Un coche con control remoto para padres.
- Está bien, muéstramelo.
A Gilberto le gustó tanto el cochecito que le compró uno a Bryan y otro para él cuando salieron de la tienda.
- Compré dos niños para jugar juntos.
- Gracias Papá.
Gilberto quiere darle un regalo a Mariângela, pero ella no lo aceptó, pero como Gilberto es terco, vuelve a la tienda y le compra un osito de peluche.
- Por favor acepta Mariângela, si no aceptas me enojaré.
Ella sonrió, aceptó al osito y le agradeció con un tierno beso en los labios de su novio.
El trío incluso caminó por el interior del centro comercial antes de irse.
Ese martes en el centro comercial fue muy agradable, de hecho ese mismo día trajo muchas buenas sorpresas y Mariângela se sintió más que feliz al ver la alegría de Bryan y Gilberto.
- Bueno, ya son las ocho menos cuarto, tenemos que salir a recoger a Judit y a Baltho en casa de Pablo.
- Vamos, papá, ya los extraño.
Una vez en el estacionamiento, Gilberto mete las maletas en la cajuela y se pone a conducir.
Partieron y fueron a la casa de Pablo y tocaron el timbre.
Pablo abre la puerta con los perros a cada lado de su cuerpo.
- Amigo, han sido dulces desde que llegaron, durmieron mucho, solo se despertaron como diez minutos antes de que llegaras, bebieron agua, vale.
- Ok amigo, gracias por cuidar de nuestros perros.
- Siempre que me necesites, estoy disponible.
- Hasta luego, Pablo.
- Vete con Dios Gilberto.
Gilberto sube a los perros al auto y se pone a conducir.
Sobre las ocho y media de la noche ya está guardando el coche en el garaje.
Abre el maletero y toma las maletas.
- No voy a mentir, ahora estoy cansado, mañana me voy a duchar y acostarme, iré temprano al hospital.
- Yo también estoy un poco cansada, pero valió la pena.
Gilberto acaricia el rostro de Mariângela con el dorso de la mano:
-Eres el mejor regalo que Dios me dio.
Besa sus labios y Bryan se emociona al ver la felicidad de su padre.
- Buen amor, me voy a duchar hasta mañana.
Gilberto sube a su habitación y Mariângela con Bryan van a la habitación de Bryan para que él se ocupe de su higiene, por dentro ella saltaba de felicidad, ese día él la llamó amor tres veces y ser amada es lo único que ella realmente quiere Buscado
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Elizabeth Sánchez Herrera
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2023-10-17
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