...ROSTOV DEL DON - RUSIA....
Leo durmió toda la noche en la habitación de su enamorada hasta que el sol se alzó anunciando la llegada de un nuevo día, y lo que Leo tomaría como el momento de retirarse.
Tras despertar quitó su mano lentamente del agarre de Alessia para no despertarla, un agarre que no se había soltado en toda la noche. Se levantó de la cama sin hacer ningún ruido, le escribió una carta para luego tomar sus cosas y finalmente salir para continuar su búsqueda.
Minutos después Alessia despertó con la felicidad desbordando en su interior, a decir verdad hacia mucho que no dormía tan plácidamente junto a alguien hasta hoy. No obstante, su felicidad diminuyó cuando notó de inmediato la ausencia del chico, pero aún sentía la calidez de su mano sobre la suya, sin saber si era cosa suya o si se había retirado recién.
Al levantarse todavía guardaba la esperanza de que Leo estuviese en el baño o en la cocina, hasta que vio una carta sobre la mesa de noche que no dudó en abrirla.
"Buenos días, Ale.
Tuve que irme, no te preocupes por mí, amanecí mucho mejor gracias a tus cuidados. Igual tomaré tu consejo y estaré pasando por el médico.
Aun así, no quita el hecho de que mi vida corra peligro. Pero tranquila, me sé cuidar.
Gracias nuevamente, te quiero.
-Leo"
Alessia leyó más de una vez el corto mensaje, y al terminar de leerla la abrazó contra su pecho con regocijo. De repente su teléfono sonó e ilusionada pensó que podría tratarse de Leo, cuando vió que en realidad era otra persona carraspeó ocultando su emoción, guardó la carta con precaución y atendió...
...❌...
Por otro lado, Leo conducía una moto que velozmente lo llevaba a seguir las indicaciones que le fueron dadas sobre la ubicación de El Búho. Era el único camino que tenía, el único rumbo que podía tomar, y sin negar que tenía curiosidad de lo que podría saber ese tipo de nombre curioso.
Siguió la carretera que le indicó el fallecido Inglés, repentinamente comenzó a alejarse de la civilización que a pesar de ser extraño Leo no estaba nervioso, no iba desprotegido. Se adentró en una especie de bosque que no parecía ser una reserva forestal, ya que no había ni vallas o letreros, solo unos a lo lejos que prohibían la caza en la zona.
Estacionó la moto cerca de la carretera y buscó en el bosque algún camino o indicio de vida con su pistola en mano. Caminar por un bosque solitario en Rusia no le hacia mucha gracia, sobre todo si se le aparecía un oso, si es que eso era posible.
Después de caminar por varios minutos buscando seguía sin encontrar nada, incluso consideró que la existencia del tal Búho era una especie de broma de mal gusto que le hicieron. Desvió la vista al escuchar el sonido de una ramas ser pisadas, fue al lugar donde se originó el ruido y pudo divisar un pequeño camino oculto que decidió seguir.
Caminó otro gran tramo y no parecía llegar a ningún lado, la paciencia se le estaba agotando. Pensó en rendirse más de una vez, pero si se iba quizá nunca descubriría nada de su madre biológica. Rendirse no estaba en sus planes.
-Tu mirada dice que has visto al Diablo a los ojos más de una vez...
Leonardo se sobresaltó al escuchar una voz detrás de él, giró y apuntó su pistola observando sus alrededores, pero no había ni rastros de alguien.
-Bienvenido a mi bosque Leonardo Vindobi, alias "El Diablo" -Esa voz con un remarcado acento ruso se volvió a escuchar, pero el dueño de ésta no daba señales de su ubicación. -No hay nombre que sobrepase el tuyo en este infierno que se hace llamar mafia...
-Eso está por verse. -Susurró Leo, mientras seguía buscando. -¿Quién eres? ¿Dónde estás?
-Yo soy el misterioso Búho. Soy parte de la noche y la oscuridad, por lo tanto ni tu ni nadie puede verme, pero si oír mis palabras...
-Ah, con que ahí estas.
Leo sin pensarlo le disparó a las hojas de un árbol, del cual cayó un hombre con un grito sorprendentemente agudo.
El mafioso napolitano se acercó al hombre para identificar su aspecto, tenía la piel pálida y el pelo rubio, el cual rápidamente cubrió con un gorro. Cuando se levantó pudo ver sus ojos de un marrón oscuro y su larga vestimenta oscura que le tapaba gran parte de su cuerpo, le recordaba al de un sacerdote.
Leo al verlo con detalle no pudo aguantar la risa, haciendo que El Búho se ofendiera debido a su falta de seriedad.
-¿Mi dolor te da gracia?
-¡Jaja! No, tu aspecto si. -Decía Leo entre risas burlonas, cubriendo su boca con la mano. -Como sea... ¿Tú eres el "Maravilloso" Búho?
-¡Ese soy yo! El que todo lo sabe, y todo lo ve. -Pronunció en tono místico. -Por eso puedo iniciar diciendo que... tu nunca sueles reír.
Leo abrió los ojos de la impresión, y no podía negarlo, en ese sentido El Búho tenía toda la razón. Llevaba tiempo expresando sentimientos, y no sabía si eso era bueno o todo lo contrario.
-¿Sorprendente, no es así? -Intervino el hombre de negro.
-Ja, ja, que gracioso. -Comentó Leo sarcástico, tratando de cambiar su actitud. -¿Entonces tu eres el Maravilloso Búho? Esperaba más la verdad.
-Pues si, ya lo habías dicho. Y en respuesta a lo último, no se debe juzgar a un libro por su portada.
-¿Así que un hombre como tú se queda todo el día en el bosque esperando visitas? -Cuestionó Leo alzando una ceja.
-¡No, no! Estoy aquí porque sabía que ibas a venir. -Aclaró El Búho, acercándose un poco al italiano y hacer un gesto con sus manos. -¡Yo lo veo todo!
Leo rodó los ojos incrédulo.
-Vale, si no eres un maniático que vive solo en el bosque, ¿Entonces dónde vives?
-Sígueme, te llevaré al lugar donde nace la información.
El Búho lo guió a seguir lo que faltaba de camino, Leo caminaba a sus espaldas con desconfianza, no era de confiar en lunáticos precisamente.
Aunque tal vez ese lunático estaba más cuerdo que cualquier civil, todavía no podía creer que El Búho supiese que su comportamiento no es parte de su personalidad y que ha manifestado grandes cambios desde que toda esta novela empezó. Leo era consciente de que ese cambio se debía a Alessia, pues ella era la única que realmente demostraba sentir estima por el sin ningún interés o intención de maldad de por medio.
O al menos eso era lo que Leo percibía.
Y si...
¿Tal vez estaba equivocado?
¿Y si Alessia era como sus tíos? Que lo veían como algo que se usaba y se desechaba.
Tal vez Alessia ni lo quería.
-Bienvenido a mi nido, joven Vindobi. -Habló El Búho parando su caminar.
Habían llegado a una especie de almacén que por fuera lucía abandonado, más no obstante El Búho entró sin problemas. Leo decidió entrar después de él y una vez adentro se fijó en el lugar tan inmenso y moderno a comparación de su fachada. El almacén estaba repleto de un largo pasillo rodeado de gabinetes metálicos con un sistema de seguridad de clave, Leo miraba con impresión cada detalle y no podía evitar pensar que dentro de esos gabinetes estaba la información de todas las personas del mundo.
El Búho decidió llevarlo a otro lugar, más especificamente a su oficina donde se la pasaba la mayor parte del tiempo recolectando información y vigilando todos los movimientos de su presa a través de varias pantallas que mostraban el punto de vista de cámaras de seguridad. Frente a las pantallas había un escritorio donde ambos se sentaron a entablar una conversación.
-Korosho, joven Vindobi... -Suspiró El Búho en ruso. -Si finalmente has venido a mi es porque estás perdido. Dime, ¿Qué te gustaría saber?
-Honestamente hay muchas cosas que quiero saber. -Leo se puso a pensar por unos momentos. -Mm... empecemos con una sencilla: ¿Qué sabes de mi familia?
-¿Sencilla? Creo que esa es una de las preguntas más difíciles de responder. -Protestó El Búho. -Escucha, el origen de tu familia es incierto, ya que no hay registros tan preciosos. Ellos siempre fueron muy reservados, nadie sabe su historia y quienes sabían ya están muertos. Lo único que sé es que tus abuelos fueron los pioneros en poner en el mapa a los Vindobi en la mafia napolitana con su organización de sicariato.
-Sé todo eso, y creo que un sicario cualquiera podría decirme lo mismo. -Expresó Leo con desdén. -Seamos específicos entonces, ¿Qué sabes de mi madre?
-¿La falsa o la real?
-La real, supongo. Pero si no tienes nada relevante que decirme no me hagas desperdiciar mi tiempo...
-Jeje, tranquilo niño. Estás de suerte, yo sé toda la historia de Mellea Vindobi, incluso sé como fue que llegaste a este mundo. -Al decir esas palabras Leo le puso atención. -Escucha, todo inició hace años...
Mellea era alguien que nació para ejercer el cargo de asesina profesional, y como no, lo llevaba en sus genes y en su vivir de cada día. Tus abuelos estaban orgullosos de ella, se notaba el favoritismo.
Pero enfrentaban un problema, y ese era tu tía.
Mellea se destacaba por su destreza y fuerza en las misiones. En cambio Alessandra era distinta, por alguna razón desconocida era muy débil, y esta debilidad nunca se desvanecía. Tus abuelos hicieron todo lo posible, la entrenaban sin descanso, pero siempre terminaban tumbandola como una pluma. Inclusive la llevaron con doctores y cirujanos que fuesen capaces de "reparar" a tu tía, pero nunca hubo cura. Alessandra era así y siempre sería así, para desgracia de tus abuelos.
Por esta razón, durante años Alessandra sintió celos y rencor por su hermana Mellea. No porque ella fuera la chica prodigio de sus padres o la sicaria perfecta, no, no...
Ambas tenían una lucha interminable, y era nada más ni menos que por los chicos.
Novio que Alessandra tenía, novio que Mellea robaba. Aunque Mellea llegó a hacerlo para sentir el gusto de molestar a su hermana, y tus abuelos nunca hicieron nada, pues pensaban que esa ira haría despertar a Alessandra de una vez por todas.
Pero todo se fue al demonio cuando unos enemigos de los Vindobi secuestraron a tu tía y la tomaron como rehén. En ese momento tus abuelos enfrentaron muchas pérdidas en su rescate, y luego de eso exiliaron a tu tía de la familia...
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 44 Episodes
Comments