DICIASETTE - Querido yo: te amo y te odio

"—¡Ven acá, mocoso!

Cuando tenía 8 años, rondaba el recuerdo de Alonso molesto la mayor parte del tiempo. Y el, llorando y tratando de escapar de un destino que de todos modos recibiría.

—¡Te dije que vengas acá! ¿Sabes cuánto costó eso? ¡¿Lo sabes?!

—Pe-Perdon papá, yo no quería...

—Arrodillate. —Ordenó, quitándose el cinturón. —¿Que no entiendes italiano? ¡Arrodillate ya!

—No, ¡No!

Mientras Alonso lo golpeaba, Alessandra llevaba rato viéndolo todo desde la escaleras. Se sobresaltada con cada golpe y alarido del niño.

—Mamá... —Su corazón se oprimio al escuchar la voz de Leo, quien pareció notar su presencia. —A-Ayúdame, por favor...

—¡¿Tú qué haces ahí, mujer?! ¡Lárgate o serás tú la que suplique por ayuda!

Alessandra bajo la mirada. Ante tanta presion solo se dirigió a la puerta principal y cerro la puerta a sus espaldas."

—Simplemente... no hay palabras para describir a esa mujer...

—Lo lamento, debió ser duro. —Hubo unos minutos de silencio entre Leo y Alessia. —Pero nunca es tarde para... espera aquí, ya vuelvo. —Dijo tratando de cambiar la situación. Leo accedió.

Luego de unos minutos Alessia le trajo a Leo un gelato de chocolate. Leo vió el postre con confusión, fue gracias a la mirada insistente de Alessia que se animó a darle una probada.

Y... la boca de Leo tuvo una explosión de sabor.

Anteriormente había probado chocolate, pero no estaba en todos sus sentidos aquella vez. Esta vez, ahora que lo probaba en un lugar calido y acogedor saboreo con mas detalle el divino sabor del chocolate.

—¿Todo bien, Leo? ¿Te gustó?

Leo no respondió, al menos no con palabras. Comenzó a comer del gelato a toda velocidad, Alessia solto una leve risilla y esperó el momento en que Leo se quejara por algun cerebro congelado, cosa que raramente no pasó. Leo se terminó todo el bote, de forma que parecía que hasta lo lamió. La mirada de Leo le dió ternura, pues miraba el bote con la tristeza de un niño.

Alessia fue a la cocina y sacó lo último que quedaba del gelato y se lo sirvió.

—No te lo comas tan rápido o te dará algo. —Dijo con una risilla.

—Lo siento, es que nunca probé algo tan sabroso. —Comentó liberando una pequeña sonrisa.

Alessia se dedicó a mirarlo mientras comía el gelato. Lo estudiaba con la mirada y cada vez se convencía más de que Leo era una persona adorable, que sin embargo ocultaba algo oscuro.

—Esto quedará marcado en la historia como uno de los pocos momentos en que Leo actúa tan cariñoso. —Bromeó Alessia.

Leo terminó el gelato y se quedó pensando en ese comentario. ¿Cariñoso, el? ¿Ahora que le estaba pasando?

Maldito gelato, ahora comprendía porque nunca le dieron.

—Hey, estoy aburrida ¿Y sí jugamos a hacernos preguntas? Yo empiezo, ¿Por qué te comportas así de repente?

Leo se sorprendió, aunque ni se atrevió a mirarla. Un poco de sutileza no estaba de más. Ahora Leo tenía que pensar una respuesta, en estos casos siempre decía la verdad, pero esa ni siquiera el la sabía.

¿Y mentir? Que va, no era capaz de mentirle a ella.

—Bueno, yo... e-estoy algo ¿Nervioso?

—¿Tanto rato para solo decir que estas nervioso? Mmm... no me convence.

—Oye, técnicamente es mi turno. Así que te pregunto: ¿Qué haces en este hotel?

—Es el hotel que trivago me recomendó. —Bromeó nuevamente. —Nah, no es cierto. Mis padres hicieron la reservación, pero decidí venir sola.

—¿Pero no me habías dicho en la llamada que vendrías con tus padres?

—Tu lo has dicho, pero ellos... tuvimos un conflicto personal, y para no perder el viaje me vine yo sólita. —Dijo eso con cierta melancolía, pero intrigando a Leo. —Mi turno... ¿Cómo te hiciste esos moretones?

—No es el único. —Leo levantó su camisa mostrando que tenia muchos más, dejando a Alessia en estado de shock.

—¡Por Dios Leo! ¿Qué te pasó? —Exclamó Alessia muy preocupada mientras examinaba el cuerpo de Leo, nunca había visto un abdomen tan lastimado. —¡Y me lo dices con una normalidad que aterra! ¿Cómo es posible que estés tan tranquilo?

—Pues... —Leo no supo que decir, apartando la mirada. —Para mí es normal.

"—Es increíble, ¿Eso es todo lo que tienes? Eres una verdadera basura. —Vociferó Alonso notablemente decepcionado. Aquel día había retado al niño Leo, esperando que se desempeñará independientemente siguiendo su propio instinto. Pero al parecer Leo no hacía nada bien si no había alguien detrás dándole órdenes. —Primero te quedas dormido, y ahora haces las maniobras más mediocres que he visto en mi vida.

—Pe-perdón papá... e-es que me duele el cuerpo y... —Sollozó el pequeño de 7 años.

—¿Dolor? ¡Jaja! No, no... todavía no sabes lo que es el dolor, pero ahora... —Alonso se dirigió a una de las paredes, donde empuñó un fierro y lo alzó frente al niño. —Lo sabrás, porque te falta y mucho."

—Varios días después, ese hombre me hizo está cicatriz en el ojo. —Dijo Leo decaído, acariciendo aquella marca debajo de su ojo.

—¿Y quién es ese hombre? ¿Qué le hacia pensar que tenía el derecho...? —Preguntó Alessia con miedo a la respuesta.

—Digamos que en ese entonces era mi misma sangre. Pero prefiero no dar detalles, él ya pagó todo lo que debe. —dijo Leo en un tono frío.

—Lo siento, lamento si te incomodé o algo...

—Tranquila, no es tu culpa. —Trató de decir un poco mas tranquilo. —¿Sabes que? Me toca....

Y así siguieron haciéndose preguntas que hicieran del ambiente tenso un poco más acogedor mientras Alessia masajeaba con ayuda de una pomada los moretones de Leo. Ambos se sentían cómodos y bien, hasta que Alessia preguntó...

—Bueno, me toca a mi... ¡Ah, ya sé! ¿Cúal es el mejor recuerdo que tienes de tu infancia? —Preguntó Alessia sonriente.

Alessia pensaba que por lo menos, un momento bueno tuvo que tener Leo en su infancia. Error, Leo antes de esa pregunta tenia una agradable sonrisa que desapareció mientras recordaba la infancia que lo llevo a ser el mounstro que era.

Lo que lo hizo convertirse en "El Diablo".

...

Había escuchado que las personas decían tener una vida difícil solo porque sus padres no les prestaron atención, porque eran muy sobreprotectores, o los hacían sentir como basura. A veces Leo lo escuchaba, y no tienen ni idea de cuanto deseaba tener la oportunidad de saber como se sentiría que tus padres te quisieran. Pero eso no le importaba ahora, porque su vida se basaba en como convirtieron un alma inocente en algo horrible.

—Mis padres me enseñaron una cosa, la primera regla en este mundo era que la gente con sentimientos eran los primeros en caer. Son los más débiles, los que menos sirven y por eso me convirtieron en una máquina incapaz de sentir. ¿Cómo? Lo recuerdo perfectamente. Cada maldito momento del día me mantuvieron entrenando...

"—Los Vindobi no ríen, no sufren, no lloran, ¡No aman!"

Era lo que decía mi padre cuando me lastimaba o cuando mostraba algún sentimiento de humanidad. Si mostraba un poco de humanidad, hasta la más minima parte, mi padre se disgustaba. Cuando estaba de buenas lo más que hacía era gritarme e insultarme, pero cuando estaba de malas era un monstruo. Me golpeaba con cualquier cosa que estuviera a su alcance, me daba hasta que se cansaba y con la fuerza precisa para no matarme, pero si para "aprender".

Además de la regla principal que era que "Los Vindobi no podían sentir" también estaba una regla importante que sólo la rompí una vez sin querer, y esa era "No hables con ningún otro miembro de la organización que no seamos tu madre y yo."

Eso significaba que tenía totalmente prohibido socializar con alguien más. Hasta que un día cuando tenía 12 años estaba en el jardín y un hombre se me acercó.

—¡Hey, pequeñajo! —Escuché el grito de un hombre, y mi primer instinto fue huir. —Espera, no te asustes. ¿Esta es la casa de los Vindobi?

Al escuchar la palabra Vindobi me apacigué un poco, pues en ese entonces conocer a un sicario que no fuese mi padre me causaba curiosidad.

—Si, es aquí. ¿Trabajas en la organización?

—Pues... no, todavía no. En realidad es lo que vengo a averiguar. —Comentó el desconocido. —Oye, ¿Y tu no eres el...?

—¡LEO!

Cuando escuché el grito de mi padre supe que mi sentencia de muerte había sido firmada. No hizo falta que me regañara, corrí al interior de la casa lleno de angustia.

—¡Leo, ven acá! —La voz de su padre se escuchó, y no sonaba para nada contento.

—L-Lo siento papá, no quise hablar con él, te juro que fue el que se acercó y...

—¡CÁLLATE! —Exclamó Alonso, intimidando al niño con cada paso que daba. —Cierra la boca, no te atrevas a llorar. Te lo he dicho más de una vez, no puedes confiar en nadie más que no seamos tu madre y yo. Todos van a traicionarte. Todos son tus enemigos.

Siempre había tenido una duda, yo sabia que era el único heredero de mis padres, por lo que algún día tendría que llevar el mando de la organización. Lo que no sabía era cómo, no tenía ni idea de cuántas personas trabajaban ahí.

—Pe-pero padre...

—¡Pero nada! —En ese momento, Alonso miró a su alrededor y agarró un candelabro que estaba en una mesa de la sala de estar.—Ven acá, necesito darte un castigo.

—N-No padre, te juro que no lo vuelvo a hacer, ¡Pero no me golpees!

Apenas Alonso se acercó, Leo huyó despavorido y se encerró en una de las habitaciones de limpieza. Alonso lo siguió y comenzó a golpear la puerta con sus puños y con el candelabro.

—¡Abre la puerta Leo, o la derrumbo a golpes!

Temblaba del terror, me agaché en una esquina sin saber que hacer. No podía quedarme encerrado ahí para siempre, y aunque no lo quisiera sabía más que nadie que tarde o temprano recibiría esa paliza. Fue ese el primer momento en que encerré mis sentimientos y actúe en base a mis instintos.

Me levanté y con todo el coraje de mi ser abrí la puerta, sin esperar que por accidente mi padre me golpeara con el candelabro pensando que golpearia la puerta en su lugar. Caí al suelo y casi quedó incosciente, de no ser porque mi padre me sujetó, me di cuenta que uno de sus ojos sangraba gravemente, en el sitio donde había recibido el golpe.

—¿Por qué...? —Habló Leo en un hilo de voz, con su mano presionando la herida bajo su ojo. —¿Por qué, padre?

—¿Por qué? Porque detesto a los niños chillones como tu. —Respondió, dejando al niño en el suelo para luego susurrar. —Menos mal no eres mi hijo...

Desde esa noche tengo la cicatriz en el ojo Por cada vez que lloraba, por cada vez que rompiera una regla solo empeoraba las cosas. Por mucho tiempo tuve que contenerme, pues a según los golpes me harían más fuerte mentalmente.

Todas las noches me quedaba en el suelo frío, esperando que por lo menos mi madre hiciera algo...

Pero no, ella nunca hizo nada, me dejó ahi como un cadaver para que me pudriera entre mi propia sangre y lágrimas. Estaba tan seco, tan asustado, tan... tan...no sé...

Debido a eso perdí todo sentimiento humano, pensando que ellos sólo traerían problemas o una perdida de tiempo y me quede con ese pensamiento por mucho tiempo y yo soporte eso...

Hasta el día en el que me volvi un sicario.

Ese día Alonso me dejó en "paz", pero a pesar de eso seguía entrenandome a veces, por lo menos no me golpeaba hasta el punto de dejarme casi muerto. Nunca fui a un doctor, lo más cercano a eso era mi madre que tenía estudios, aunque fue en muy pocas ocasiones ya que Alonso me decía: "Acostúmbrate, las heridas sanan solas. Nunca debes esperar nada de nadie."

Eso era con las heridas, en cambio si me enfermaba era todavía peor. Me entrenaban con más brutalidad con la excusa de que "Los Vindobi son más fuertes que cualquier enfermedad."

Si yo moría les importaba un bledo, por eso siempre que podía escapaba a la cafetería donde bebía su café negro y Lía contaba chistes malos. Era el único lugar donde disfrutaba de paz y tranquilidad...

Pero eso no me hacía olvidar lo que viví, las palabras con las que crecí.

"Un Vindobi no tiene sentimientos."

"Eres una deshonra para la familia."

"¿Dolor?"

"Los Vindobi somos más fuerte que cualquier cosa."

"Si no te conviertes en el mejor sicario haré de tu vida un infierno, más de lo que ya es."

"Todos van a traicionarte. Todos son tus enemigos."

Yo no quise ser esto.

Nunca nadie me preguntó... ¿Qué quiero yo realmente?

...

—Yo... solo era un niño...

Su voz se quebró, se mordio el labio tratando de impedir que lagrimas salieran, pero fue en vano. Alessia se preocupó al verlo llorar.

—¿Leo?

Leo no respondió, Alessia se asusto demasiado al ver como sangre comenzó a salir de sus labios mordidos y caian en la cama junto a las lágrimas. Ella fue a buscae apresuradamente el botiquin al baño otra vez. Cuando salió notó que Leo no estaba en la cama, sino en el balcón.

Alessia pensó lo peor, corrió hasta el y lo abrazo por la espalda pensando en que tenía intenciones de lanzarse e impedir una desgracia.

Pero no fue así, cuando lo abrazó escuchó como Leo soltó algo y resonó contra el suelo: una navaja ensangrentada. Alessia giró a Leo notando que se había cortado la muñeca, lo miró a los ojos intentando buscarlo, pero no lo encontró. Su mirada estaba perdida, vacía, triste y llena de desdicha.

Alessia comenzó a llorar y llevó a Leo dentro de la habitación, pero ni bien cuando entró Leo cayó al suelo debilitado. Sin sangre y sin fuerzas, Leo no escuchaba los gemidos asustados de Alessia y su vista se tornaba borrosa. Lo último que escucho por mera casualidad fue...

—¡No dejaré que la muerte te lleve, Leo!

^^^.^^^

^^^.^^^

^^^.^^^

^^^.^^^

^^^.^^^

^^^.^^^

^^^.^^^

^^^.^^^

^^^.^^^

^^^.^^^

^^^.^^^

^^^.^^^

^^^.^^^

^^^.^^^

^^^.^^^

^^^.^^^

^^^.^^^

Leo despertó una vez más en la cama de Alessia, como si se tratase de una pesadilla venían recuerdos vagos de lo que pasó. En el proceso notó que su muñeca estaba cuidadosamene vendada.

De alguna manera Alessia logró salvarle la mano, y la vida.

Mientras observaba su vendaje pensaba lo peor.

《La gente como tu solo sirve muerta, le arruinamos la vida a los demás. Ahora entiendo porque me criaron para no sentir, al más mínimo sentimiento me da por matarme.

Aceptalo, no haces nada bueno en ningún sitio. No mereces recibir amor, ni de tus padres, ni de tu familia, ni de nadie. Nadie podrá quererte.》

De repente, sintió un apretón en su otra mano. Volteó a esa dirección, viendo como Alessia dormía sobre una silla sin soltar la mano de Leo. Inconscientemente sonrió de manera leve, y sin hacer un movimiento brusco capaz de despertarla, beso su mano.

—Tal vez no pude tener el amor de una familia, pero no significa que no pueda amar. —Dijo Leo en voz baja, intentado callar de una vez por todas esa voz maliciosa que lo debilitaba mentalmente. Miró a Alessia y sonrió. —Al final, hasta el diablo puede amar... ¿No?

Más populares

Comments

Natividad Robles

Natividad Robles

al principio no me gustaba tu novela, pero de pronto empecé a sentir nostalgia, tristeza y empecé a llorar no sé por que, y me empezó a gustar gracias

2023-11-18

2

Carmen Morris

Carmen Morris

así es xq no han tenido la oportunidad de amar

2023-11-16

1

Total
Capítulos
Capítulos

Updated 44 Episodes

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play