Leo le cerró los ojos, y la dejó ahí. De no ser porque sus cabellos rubios se manchaban por el charco de sangre que se formó en el suelo, parecía dormida.
Leo se levantó y encendió las luces, divisando que estaban en su habitación de hotel. Le resultó extraño que Alessandra hiciera todo ese escándalo y que nadie se diese cuenta.
Cojeando decidió cambiarse la ropa llena de sangre y salir a investigar, aprovechó también para tratar la herida en su muslo e imploraba no tener que correr de ahora en adelante.
Mientras lo hacía escuchó como el teléfono de Alessandra sonó y Leo miró curioso el celular. Un mensaje de un número desconocido acababa de llegar.
"La recompensa ha sido publicada."
...✖...
Leo salió de la habitación y se sorprendió de ver todo completamente oscuro. Como si fuese un lugar abandonado o embrujado, tuvo que encender la linterna del teléfono para guiarse por los pasillos. Llegó hasta las puertas del ascensor, las cuales también estaban apagadas, presionó los botones de este pero como se sospechaba, no respondió.
Siguió caminando, incluso intentó entrar a las otras habitaciones del piso, y todas estaban cerradas, y no entendía la mayoría de los letreros al estar en ruso. Esto le causó mala espina, ahora entendía porque Alessandra insistió tanto en quedarse en este lugar. Sabía que no era seguro.
Finalmente divisó un cartel con el símbolo de unas escaleras y la palabra EXIT sobre una puerta de metal. Leo trató abrirla y por suerte estaba abierta. Bajó escaleras abajo a toda prisa, no recordaba en que piso estaba, por lo que bajó al último piso, donde si había una que otra luz encendida y pasó por otra puerta de metal esperando que esa fuese la salida. Pero no fue así.
Al pasar por esa puerta se encontró con unas escaleras que al subirlas se encontró con otra puerta que abrió, esta vez cubierta por una cortina que daba la entrada a un bar repleto de maleantes y criminales.
Sin quererlo, llamó la atención de todos en el lugar. Leo maldijo internamente para si mismo. ¿Por qué tuvo que haber confiado en Alessandra y dejarse traer a ese lugar?
Un hombre sentado en una mesa se levantó y le lanzó una botella de vidrio al DJ para que detuviera la música.
-Well, well, well... pero si es Leonardo Vindobi... "The Devil" -Pronunció el hombre hablando en inglés británico, mientras aplaudía lentamente.
-I know you? (¿Te conozco?) -Cuestionó Leo alzando una ceja, también en inglés.
-Tú a mi no, pero yo a ti si. De hecho, todos los presentes te conocemos, y al mismo tiempo... -Apenas el inglés chasqueó los dedos, todos en el bar se levantaron y desenvainaron sus armas en dirección al recién llegado. -We love you...
Leo se tensó sin demostrar rastros de temor. Todos seguían apuntándole y amenazandolo con las armas, no obstante en vez de verlo como un peligro, lo vió como una oportunidad de buscar información.
-¿Por qué todos buscan matarme de repente? ¿Qué ganarán enfrentándose a mí?
-Lord Lindroich acaba de poner una recompensa por tu cabeza, y vaya que es LA recompensa. Una muy jugosa. ¡Y que coincidencia! ¡Tú estas aquí! ¡Con el money! -El inglés sacó su arma. Se le notaba la emoción en sus palabras.
-¿Lindroich? ¿Una recompensa? -Analizaba Leo.
De repente el mensaje de texto que recibió Alessandra vino a su mente... ¡Ese número desconocido debía ser de Lindroich! Que idiota, debió tomarlo. Aunque aún estaba a tiempo si volvía a la habitación, pero fue detenido por una pistola apuntando directamente detrás de su cabeza.
-¡Ah, ah! Todavía es temprano, Devil. -Comentó otro inglés detrás de él. - You don't stop this party. No pienses en escapar.
-¿Y tú quién eres? ¿Acaso piensas quedarte con todo sólo por ordenar mi muerte? ¿Y ya? ¿Qué los demás hagan el trabajo sucio? -Soltó Leo sin pensar al inglés detrás de el, buscando distraerlo.
-Excuse me? -Exclamó El Inglés, sin relajar el agarre de su pistola. -No intentes extender tus tiempos de vida, Devil. This is your End.
-En realidad no sería la primera vez que lo haces.
El bar se quedó en silencio, todos miraron al hombre que había dicho lo último, la mayoría dándole la razón. El Inglés al notar las miradas de sus aliados se ofendió.
-What the fuck, man? ¡Les está lavando el cerebro! ¿Alguna vez hemos hecho una misión y no les he pagado? -Reprendió El Inglés a todos.
-Lo más que nos has pagado han sido 160 euros, en trabajos que se ganan millones. -Argumentó uno de los peones.
-¿Arriesgamos la vida por 160€?
-¿Qué mierda compras con 160 euros? -Comentó otro. Los demás estuvieron de acuerdo.
-¡¡Shut up!! (Cállense) -Gritó El Inglés disparando al techo, callandolos a todos. Leo quiso escapar nuevamente, pero fue detenido por el. -¡I am the boss! Yo mando aquí, es obvio que debo recibir más money que ustedes, no serían nada sin mi.
-¡Entonces yo debería ser el boss! ¡Es mi turno, soy el segundo en la línea! -Exclamó el primero que le habló.
-¡Tu eres igual o más tacaño que el! -Recriminó otro.
-¡You stupid!
-¡Dímelo en la cara si te atreves!
Los hombres se empezaron a pelear y por accidente golpearon a otro hombre de ahí, este no se quedó de brazos cruzados. Todos se comenzaron a empujar y golpear manifestando una gran pelea entre todos.
-Son unos imbéciles... ¡Dejen de pelear! -No obstante, El Inglés seguía regio apuntándole a Leo. El Inglés era atento, lo cacho en todos los chances que intentó escapar. -¡Quieto, Devil! ¡Come here! Vienes conmigo...
-Serás tú el qué vendrá conmigo? -Pronunció Leo. El Inglés frunció el ceño confundido, antes de que Leo lo intimidara hablándole en su idioma. -You are alone, my friend...
Leo le dió un golpe en el estómago ocasionando que la pistola cayese en un lugar alternativo. El Inglés se tambaleó, aunque se estabilizó de inmediato. Leo estaba herido de una pierna, pero no tuvo otra opción. Peleará, así le duela todo el cuerpo.
Leo y El Inglés se agarraron a golpes, entrando en ambiente con el panorama. Al inglés le irritaba que Leo siempre esquivara sus ataques, y no fue hasta después de un rato que noto que estaba herido de una pierna. El Inglés lo tomó como una gran ventaja, sin embargo Leo lo seguía esquivando con la ayuda de las mesas del bar. A veces se armaba de valor y tenía deseos de golpearlo, hasta que el dolor le hacia recobrar la cordura.
Leo decidió esconderse en el bar, era el último que se le ocurría pero no era muy seguro. Ya veía las botellas de vidrio cayendo sobre el. Pero no todo estaba perdido, pues detrás de la barra encontró la pistola del inglés. Este hombre ciego de la euforia al localizar a Leo se acercó a el sin piedad, y antes de que Leo pudiese quitarle el seguro a la pistola, el inglés de abalanzó sobre el, chocando contra la puerta de la cocina que al ser de vidrio se rompió en miles de pedazos que se clavaron en ambos cuerpos.
La rabia entró en Leo, y de inmediato se quitó a El Inglés de encima. Leo se cansó, y sin importarle el dolor, comenzó a golpearlo con sus puños. El Inglés parecía estar sumergido en un viaje astral por la caída, y quizá unas drogas que consumió antes estaban haciendo efecto. Leo lo agarró de la camisa, lo arrastró a una pared donde lo tiró bruscamente y lo siguió golpeando.
-¡Dimelo ya! ¡¿Dónde esta Lindroich?! -Leo volvió a golpearlo para que recapacitara. -¿¡Where is Lindroich?!
-¡N-No lo sé! ¡Te juro que no lo sé! -El Inglés reaccionó después de tantos golpes.
-¡Dimelo sí no quieres ser comida para perros! ¡YA!
-¡No sé dónde está! Pero... po-podemos descubrirlo.
Leo quedó con su puño al aire, y con su mirada intimidante le exigió a El Inglés que siguiese hablando.
-Pu-Puedo decirle que tengo tu cabeza, que te maté ¡Pe-Pero no va a ser verdad! Lo vamos a engañar, y para reclamar la recompensa debería decirme un punto de reunión... ¿No?
Leo se puso a pensar. Y en realidad, el plan tenía buenas bases.
-Bien, te tengo un trato, my friend. -A partir de aquí, Leo comenzó a hablar en inglés. -Tu me ayudas a capturar a Lindroich, y yo te pagaré con una alta suma de dinero. Y además, dejaré que te quedes con la recompensa de Lindroich.
-Con mi vida será más que suficiente, Devil. -El Inglés tragó saliva nervioso. Leo se relajó y le extendió la mano al inglés, tratando de matar el ambiente tenso. -Pero el money no está de más.
Entre los dos ingeniaron un plan más estratégico, antes de eso se fueron a otro sitio lejos de la pelea en el bar.
Al tener el plan definido, ambos se curaron heridas y se ocasionaron otras, pues necesitaban la mayor cantidad de sangre posible. Cuando lo consiguieron, Leo se acostó sobre el charco de sangre y se manchó la camisa en ciertos puntos simulando que recibió disparos en el pecho. Se hizo el muerto, y El Inglés le tomó una fotografía para después enviársela al número de Lindroich dando por cumplida la misión y reclamando la recompensa.
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