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—Tiene buenos gustos entonces — añadí. 

—Sí, los tengo.

Tiene tanta suerte de que estoy en hora de trabajo, de lo contrario, ya le hubiera contestado con una de las mías. Que no crea que no me he dado cuenta de sus indirectas muy directas. Ahora es el momento en que deseo que no fuera mi jefe y fuera alguien de afuera. Me lo hubiera comido hasta con pan. Suspiré al imaginarlo y Jasper carraspeó.

—¿Se está enfermando? — pregunté por su carraspeo, y él sonrió.

—¿Qué estuvo imaginando hace unos instantes, que incluso cerró los ojos?

Que me lo comería si no fuera mi jefe.

—Estaba pensando en mi gato.

—¿Su gato?— arqueó una ceja.

—Sí, usted me recuerda mucho a él.

—¿Me está llamando gato?

Entre más hablo, más meto la pata sin darme cuenta. Me pasa por tener que mentir.

—No, no quise decir eso. Olvide lo que dije, por favor.

—Me gustaría conocer a ese gato entonces.

Si supiera que no tengo ningún gato. No sé cómo pude sacar ese tema.

—Solo falta un álbum más. Continuemos para que pueda ir a descansar— sonrió, y se giró a seguir viendo el álbum.

Al terminar todo, volvimos a la agencia y nos despedimos. Luego de esa conversación incómoda, al menos, no sacó el tema de nuevo.

Me dirigí a mi casa y ahí estaba Claudia tendida en el suelo.

—Lo único que haces es ***** aire, mujer — me senté en el sofá.

—Estoy cansada.

—Levanta ese trasero del piso.

—Mi trasero está descansando.

—Eres una vaga.

—Necesito pedirte un favor, Nico.

—¿Qué necesitas?

—Mañana tendré una cita y mi amigo llevará a otro amigo, ¿Podrías acompañarme?

—¿No te cansas de estar cueriando? Tendrá que ser tarde, porque estoy saliendo tarde del trabajo.

—Esta bien. Vamos a ver si consigues a alguien.

—No estoy interesada en nada de eso, lo haré porque me lo pides.

—Eres la mejor.

—Cuando te pones en modo hipócrita, me dan ganas de caerte encima.

Claudia rio.

—Ya me iré a bañar.

Subí a la habitación y me metí a bañar.

Ese hombre me va a volver loca. Es muy directo y me pone muy nerviosa. Jamás había pasado tanta vergüenza en mi vida. Normalmente respondo a cada provocación que me hagan, pero al ser mi jefe, busco contenerme. No me puedo dejar tentar por ese tipo de demonios.

A la mañana siguiente:

Me dirigí a la agencia como de costumbre. Subí a la oficina, ya que Jasper no estaba en su auto. Toqué la puerta para avisarle de mi llegada, y él la abrió enseguida. Salió una de las empleadas y se arregló el pelo al salir. Creo que interrumpí en un mal momento.

—Buenos días, Sr. Jasper.

—Buenos días, Srta. Nichole. Adelante.

Me hizo entrar a su oficina y me detuve frente a su escritorio.

—Más tarde iremos al Centro de convenciones, pero ahora haremos el discurso que debo hacer en dos días.

—¿Un discurso?  

—Sí, tenemos una actividad en dos días. Será en Los Ángeles y usted deberá acompañarme. Las modelos irán también. Tienen que asistir a sesiones escénicas cada mes. Normalmente escogemos distintos lugares, pero esta vez decidimos que fuera en los Ángeles, ya que teníamos que ir de igual manera.

—¿Cuánto tiempo estaremos allá?

—Tres días.

—¿Qué?

—¿Por qué pone esa cara?

—Es que no sabía que iba a ser tres días.

—¿Su mamá la va a regañar por estar fuera de la casa?

—Claro que no.

—¿O su pareja? — la mirada que me dedicó, me hizo dar cuenta que la respuesta le interesa.

—No tengo eso. En realidad, no me está malo, es solo que me tomó por sorpresa.

—Tome asiento, lo necesitará.

Jasper salió de la oficina, y al rato regresó con una computadora.

—Haremos un borrador e iremos compartiendo ideas.

Pensé que se sentaría en la silla de su escritorio, pero no, se sentó al lado mío. Cuando comenzamos, se puso serio y se concentró en lo que estaba escribiendo. No podía evitar en ocasiones mirarlo. Se supone que este concentrada en el trabajo, pero de alguna forma, verlo tan cerca, llamaba más mi atención. Vi que sonrió y giró su rostro hacia mí.

—¿Ahora negará que me estaba mirando?

Al ser descubierta, me puse nerviosa y traté de ocultarlo.

—Sí, porque no podía ver la pantalla.

Llevó su mano a mi pecho y la sujeté.

—¿Qué cree que hace?

—Ponerle los espejuelos para que pueda verme mejor, digo, ver la pantalla mejor. ¿Pensó que haría otra cosa? — arqueó una ceja, y esbozó una sonrisa.

—Que engaño. No debería jugar con los sentimientos de una persona así, Sr. Jasper. ¿Acostumbra hacerlo a menudo? — tuve que soltar el comentario, ya que sus indirectas me estaban tentando demás.

—No lo hago a menudo, pero ¿Quién puede resistirse a un encanto?

—¿Así que de eso se trata? Es como todos… — murmuré y sonreí—. Soy su asistente, así que le pido que me trate como tal.

—¿Le incomoda que la trate así?

—No, lo que me incomoda es que diga esas indirectas, y no se haga cargo luego de ilusionarme.

Me miró sorprendido y sonrió.

—Y si me hago cargo, ¿No le molestará?

¿En qué momento crucé la línea de asistente a esto? El tema se puso serio y todo por seguirle la corriente. ¿Ahora cómo salgo de este lío?

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