Bipolar

Después de salir del restaurante, fuimos a su próxima reunión y, por suerte, no tardó mucho. Al salir de la misma, regresamos a la agencia.

—A la siguiente diligencia iré yo solo, puede irse a su casa por hoy. Mañana recuerde usar zapatos cómodos, porque tendremos bastante trabajo.

—De acuerdo, Sr. Jasper. Gracias por haberme dado una oportunidad en su agencia, y por haberme ayudado mucho hoy.

—De nada. La espero mañana a las 9. Recuerde llevar la carta de renuncia a su antiguo trabajo. Linda tarde— bajó la cabeza y siguió caminando.

Caminé a mi auto y me quité los tacones. Maldición, lo que es quitarse los tacones y el sostén luego de todo el día usarlo, es un placer multiorgásmico. Al llegar a la casa, vi que mi amiga Claudia estaba tomando.

—Eres una sucia. Tú aquí pasándola bonito y ni siquiera esperaste por mí.

—Tardaste demasiado. ¿Te tuvieron secuestrada hasta ahora en el trabajo?

—Vienen días peores. Deberé acostumbrarme a esto.

Le robé una cerveza y me senté en el sofá.

—¿Qué tal el trabajo? ¿Te gusta?

—Sí, es bueno. Lo único malo son las modelos plásticas esas. Son peor que patada en los ovarios.

—¿Ya te dieron problema?

—Sí, parece que mi sobre encanto les afectó— agarré mi barriga y reí.

—Cuéntame sobre Jasper Cooper, ¿es un buen jefe?

—Es más amargado que mi abuela; sarcástico, exigente y burlón. Se toma el trabajo muy en serio. No puedo negar que me ayudó mucho hoy. Les dio su merecido a esas modelos que me estaban molestando. Tres de ellas me empujaron haciéndome caer en las escaleras, y él las hizo dar 50 vueltas corriendo en tacones alrededor del centro de convenciones. Es muy extremo, y alguna veces me causa miedo. No quiero imaginar un castigo así. Es como estar al lado de un demonio. Incluso, siento que puede leer la mente o es que soy muy obvia.

—Qué hombre tan interesante. Se ve que vas a divertirte en tu nuevo trabajo. ¿Es guapo en persona?

—Es atractivo, eso no se lo puedo quitar. Es una lástima que sea tan serio.

Me tomé la cerveza y me estiré.

—Ahí te dejé comida preparada, Nico.

—No puedo comer más, comí como cerda y me siento más llena que de costumbre.

—Hablando de llena, yo me tengo que vaciar— se levantó y corrió por el pasillo.

—¿Vas para el trono?

—¡Sí! — gritó desde el baño.

—Date prisa que me tengo que dar un baño. No olvides encender un fósforo, no quiero salir perfumada después de bañarme.

Luego de terminar, me fui a bañar. Me quedé un rato debajo del agua y luego me fui a recostar.

—¿Hablaste con tu ex? — preguntó Clau repentinamente.

—De ese ni me hables.

—Ha estado escribiendo indirectas en su Facebook, parece que quiere que vuelvas con él.

—Que se suba en este—le enseñé el dedo del medio—, dé 30 vueltas y se vaya a la mierda. Deberías borrarlo, Clau.

—¿Ya no lo quieres?

—Lo que no sirve, se tira a la basura.

—Todos son iguales. Richard también está en los mismos pasos que tu ex, ahora se pasan juntos como uña y mugre.

—Mándalo a la mierda y problema resuelto. Somos demasiado para ellos. Que le siga pegando los cuernos, pero a la madre que lo pujó, porque a mí con esas lágrimas de cocodrilo estreñido no me va a convencer.

Claudia rio.

—Pienso aceptar tu consejo. Creo que me buscaré un sugar daddy para que me haga olvidar y, de paso, me saque de esta miseria.

—Eres una perra, ingrata y una malagradecida. ¿Qué miseria ni que ocho cuartos? En donde vivías con ese tipo, eso sí era una un nido de ratas, hasta tu suegra parecía una.

—Mira quien habla. Tu suegra era la rata mayor.

—No, esa era una víbora; es más, lucifer se quedaba corto al lado de ella. Para más decir, la llama para que le dé consejos.

Claudia soltó una carcajada.

—Tienes tan mala suerte con las suegras. Esas cosas solo te suceden a ti.

—Soy un ángel caído del cielo, pero no sé por qué nadie me quiere.

—Eso solo te lo crees tú, mamita. Acuéstate a dormir que mañana tienes trabajo.

—Solo espero que no sea un día tan pesado. Descansa— apagué la luz y me acomodé en la cama.

A la mañana siguiente fui directamente a la oficina donde estaba trabajando y llevé mi carta de renuncia. Me gustaba ese lugar, pero la paga era muy floja y tengo muchos gastos. Al menos quedé en buenos términos con la doctora. Jasper me estaba esperando en su auto frente a la agencia.

—Buenos días, Sr. Jasper.

—Buenos días. ¿Qué tal su mañana? — miró mis tenis y sonrió—. Veo que se preparó muy bien.

—Claro, debo prevenir.

—Creo que añadiré un uniforme nuevo, que sea estilo sudadera. ¿Qué le parece? Así tiene el set completo, por si acaso.

—¿Está de buen humor desde temprano, Sr. Jasper? — traté de sonar lo menos sarcástica posible—. Parece que ya está pensando en los castigos que me dará hoy.

—¿La debo poner a correr para que caliente desde temprano?

—¿Rodar se vale? — respondí automáticamente, y sonrió.

—Entonces no sería un castigo — me entregó las llaves de su auto—. Maneje, Srta. Nichole.

Me parece que es bipolar este hombre.

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