Castigo

—Buenos días, Sra. Peters— se dieron un apretón de manos.

—Buenos días. Tanto tiempo sin verlo, Sr. Jasper. No pensé que vendría a nuestra cita, ya que la última vez tuvimos ese malentendido.

—No tenía pensado asistir, pero quería enseñarle a mi asistente cómo se hacen las cosas— su tono fue tan cortante e indiferente, que me sorprendió.

Keyla sonrió con las muelas de atrás. Este hombre le puede mencionar la madre a cualquiera como si nada y nadie le dice o hace nada.

—Ella es Nichole, mi nueva asistente.

—Un placer. Es extraño ver a alguien como usted por estos lugares— sonrió hipócritamente y pude notarlo a simple vista.

—¿Y cómo es ella? — preguntó Jasper esperando su respuesta.

—Diferente— miró a Jasper y él se mantuvo serio.

—Claro que es diferente, ni modo que se parezca a Karina.

—¿Por qué siempre tenemos que llegar a lo mismo, Sr. Jasper?

—Porque gracias a ti es que esa mujer intentó drogarme.

—Eso no es cierto.

—No me importa si es o no cierto, solo sé que no me interesa seguir mencionando a esa mujerzuela. Ahora te pido que sigamos con el tema del trabajo, está incomodando a mi asistente— ella me miró y volvió a sonreír.

—Lo siento, Srta. Nichole — se disculpó y claramente se notó forzado.

Me sentía fuera de sitio, y más con ese intercambio de palabras. Creo que se notaba lo incomoda que me estaba sintiendo. Caminamos a la pasarela y nos paramos a mirar a las mismas mujeres con las que habló Jasper hace unos minutos atrás. Él se les quedó mirando fijamente y Keyla también.

—Algo me dice que Norma está haciendo desarreglos. ¿Estás evaluando su dieta? — preguntó Jasper.

—Sí, todo está en orden con ella.

—Srta. Nichole, quiero que vayas atrás con las chicas cuando terminen para que las vaya pesando. Anotarás el peso de cada una de ellas y lo escribirás en la libreta de notas, luego me lo traerás.

—Sí, Sr. Jasper.

—No haga borrones en la libreta—no entendía la razón por la cual pedía eso, pero de igual manera estuve de acuerdo.

Mientras Jasper hablaba con Keyla, una señora alta, tez blanca, pelo ondulado y rubio, se acercó a Jasper.

—¡Qué sorpresa! No pensé que estarías por aquí, madre.

—Lo mismo digo. ¿Qué haces por aquí en un día como este? — preguntó su madre.

—Estoy aquí con la Srta. Nichole, mi nueva asistente— me miró para que me acercara y me detuve a su lado.

—Un gusto conocerla, señora— le dije amablemente.

Ella se quedó en silencio y me miró de arriba abajo. Por su expresión pude darme cuenta de que no fui de su agrado.

—Ella es Cindy, mi querida y amable madre —dijo Jasper.

Su tono sarcástico se pudo notar muy rápido. Yo me sentí tan incómoda, que no sabía dónde meter mi cara.

—Ve con las chicas, ya mismo la buscaré — me ordenó.

—Sí, Sr. Jasper.

Me fui por detrás de la pasarela y había dos chicas esperando.

—¿Y tú qué haces aquí? — preguntó la rubia de ojos azules.

—Vine por órdenes del Sr. Jasper. Debo pesarlas. ¿Podemos comenzar con ustedes?

—Es raro que dejen pasar a cualquiera para esta área.

Vi la báscula y me detuve al lado, claramente ignorando su comentario.

—Órdenes son órdenes. ¿Comenzamos? — ignoré la burla de ambas y continué.

 

 

Jasper

 

 

—Me puedes decir, ¿qué demonios te pasa, madre? ¿No te enseñaron a ser educada?

—Cuidado de cómo me hablas, Jasper.

—Si sigues molesta con lo que ocurrió con Karina, ese no es mi problema, pero al menos no te desquites con mi asistente.

—¿A eso le puedes llamar asistente? Karina era la mujer adecuada para ser tu asistente. Tenía las cualidades necesarias, tanto físicas como profesionales.

—Claro, y buscó drogarme quién sabe con qué motivo. ¡Bravo! ¡Qué asistente tan perfecta! No me hagas repetirlo dos veces, no me agrada que te desquites con los demás por tu estúpida forma de pensar — alzó la mano dispuesta a darme una bofetada y la sujeté en el aire —. Ese tiempo de pegarme llegó a su fin hace muchos años, así que baja esa mano y no vuelvas a intentarlo o no respondo.

—Estás muy altanera desde que te convertiste en esto que tengo en frente.

—Te guste o no te guste, esto soy.

—Quiero que consigas otra asistente. Si no quieres a Karina está bien, pero al menos no dejes mucho de qué hablar contratando a una mujer como esa.

—Esa mujer tiene nombre y creí habértelo dicho. Por otra parte, ese debe ser mi problema, no el tuyo. Lo diré una sola vez; no interfieras en mis asuntos, madre.

 

 

Nichole

 

 

—Eres muy torpe para ser asistente. ¿Realmente has hecho esto antes? — preguntó la rubia de ojos azules.

—Ni que fuera complicado anotar el peso.

—No creo que te peses a menudo, estarías arriesgándote a romper la báscula — las chicas rieron y no pude evitar sonreír.

—Gracias a Dios solo pesa la grasa, porque si pesara el bótox y la silicona, creo que estarías en sobrepeso también.

—¿Escuchaste eso, Raiza? — las chicas se burlaron de ella y furiosa me empujó.

—¿Y tú quién te crees que eres? ¿Piensas que porque eres la asistente de Jasper, puedes hacer lo que se te da la gana aquí? Estás en el lugar equivocado, ballena

No puedo perder la paciencia o puedo perder mi trabajo. Traté de ignorarla lo más que pude.

—Lo que digas, mujer. Ahora súbete para pesarte, no tengo todo el día.

Me miró mal y se subió a la báscula. Ignoré su actitud y continué en lo mío. Al terminar con todas ellas, me despedí y bajé las escaleras de la pasarela, cuando sentí que me empujaron fuertemente por la espalda y caí al suelo. Gracias a Dios que fue en el último escalón, o de lo contrario, me hubiera lastimado mucho más. Me lastimé un poco el tobillo, pero fue por los tacones. Solo a mí se me ocurre ponerme esto para trabajar. Miré en dirección a las escaleras y estaban tres de ellas cruzadas de brazo mirándome. Traté de alcanzar la libreta de notas y el bolígrafo, cuando Jasper lo recogió por mí.

—¿Qué está pasando aquí? ¿Qué haces en el suelo? — me fui a levantar y me extendió la mano para ayudarme.

—Me tropecé, Sr. Jasper. Siento mucho que me haya tenido que ver en este momento tan vergonzoso— no estoy para problemas ahora, será mejor dejar las cosas así.

—Y yo me chupo el dedo — comentó sarcástico, y fijó su mirada a las chicas que estaban en las escaleras —. Ven conmigo.

Recogí mi bolso y caminé detrás de Jasper para subir las escaleras de nuevo. Mi tobillo me estaba molestando para subirlas a la velocidad de él. Luego de alcanzarlo me paré a su lado y él las hizo poner a todas en fila.

—¿Quién lo hizo? — preguntó en un tono firme y molesto. Incluso a mí me dio escalofríos escucharlo hablar así.

Se miraron entre ellas y él caminó lentamente mirando a cada una.

—Parece que ninguna piensa hablar. Ya que quieren jugar, permítanme unirme también. Irán afuera y darán 50 vueltas al centro de convenciones en tacones y corriendo. ¡Muevan ese trasero todas ahora! — ordenó.

Eso es demasiado drástico y cruel. No encontraba qué decir porque, a pesar de haber visto a esas tres en las escaleras, no estaba segura de quién había sido, y no podía culpar a la tal Raiza, ya que ella no estaba entre esas tres.

—¿Yo también estoy incluida en ese castigo? — pregunté nerviosa.

—¿Desea correr también?

—No, pero si debo hacerlo, lo haré.

Sonrió, y sacudió la cabeza.

—No me oculte las cosas que le sucedan. No me gustan los secretos. Se lo pasaré solo por hoy, ¿de acuerdo?

—Lo siento, no volverá a suceder, Sr. Jasper.

—Vamos afuera. Tengo que asegurarme de que las den.

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Comments

♡☆💫Eve💫♣

♡☆💫Eve💫♣

Jaspe me cayo bien, no permita que abusen de nadie esos esqueletos cargados de silicona 😉😠😠

2024-04-26

3

Elizabeth Moreno

Elizabeth Moreno

bien por el castigo a las arpias

2024-02-23

5

Mildred Álvarez

Mildred Álvarez

Eso es un buen castigo por malas y perversas. Pero que con la mamá.?

2024-02-21

3

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