Episodio 10: Petición

^^^Naenia Relish.^^^

—Ya no importa.—Le interrumpo.—Lo importante es que hemos logrado aclarar el malentendido.

Le entregué una sonrisa tranquilizadora porque ahora ya no puedo estar molesta con él. No cuando ha salido de nuestro dormitorio y ha venido en mi búsqueda.

Pocos maridos se preocupan de sus esposas en nuestra sociedad. Afortunadamente, Draven entra en esa categoría de los pocos porque hasta ahora nunca me he sentido insatisfecha con respecto a él.

—¿Significa que ya no estás molesta, esposa?

Niego con la cabeza.—Ya no. Estamos bien.—Le aseguro con una sonrisa.

—Entonces volvamos a nuestra habitación.—Su mano se encuentra con la mía, pero no hace ningún otro movimiento para llevarme hacia nuestro dormitorio.

Tal vez debe estar esperando mi permiso.

—Vamos.—Acepto.

Cuando volvimos a mi habitación me quite la bata que cubría mi desnudez. Ahora que estábamos de regreso a nuestro espacio privado bien y podríamos continuar lo que dejamos a medias.

Draven se sentó en nuestra cama y sus ojos recorrieron mi cuerpo con lujuria.

Cuando su mirada se volvió a encontrar con la mía, mi respiración había aumentado su aceleración y mi cuerpo estaba ardiendo de necesidad por él.

—Acércate, esposa.—Pidió.

Lamí mis labios y obedecí, quedando entre sus piernas en medio de ambas. A pesar de estar sentado, la altura de nuestros rostros estaban casi al mismo nivel.

No lo pensé demasiado cuando puse mis manos sobre el firme y musculoso pecho de mi marido, inclinando mi rostro hacia adelante con mis labios rozando los suyos.

—Quédate.—Pedí entre sus labios sin romper la mínima distancia que nos separaba.

Estoy siendo insistente con el tema porque no quiero tener a mi esposo lejos de casa por los próximos 5 años en una guerra que le podría costar la vida. Sin mencionar que lo necesito aquí por nuestros pequeños.

Los gemelos necesitan a su padre y quiero que puedan reforzar los lazos que no han podido unir desde su nacimiento.

—De acuerdo.—Aceptó.

—¿En serio?.—Mis ojos se abrieron por la sorpresa e inevitablemente una sonrisa se extendió por mi rostro.

Draven asintió con la cabeza.

Ni siquiera note cuando sus manos estaban en mi cintura y su mirada se había vuelto más hambrienta.

—Nuestro gobernante debe estar loco si cree que dejaré a mi esposa sola y sin ser atendida como merece.—Habla para sí mismo.—Mañana hablaré con él y rechazaré cualquier viaje que tenga planeado para mí. Tendrá que aceptarlo.

—¿Es posible rechazar una orden del emperador?

No quiero que se vaya por nada del mundo, pero necesito saber si habrá consecuencias por un rechazo a una orden directa de nuestro gobernante.

—Lo superará.—Asegura.—No se arriesgaría a perder el apoyo incondicional de nuestra casa.

Me quedo más tranquila ahora porque mi esposo tiene razón. Nuestra casa es una de las más poderosas en poder político, poseyendo los hombres más fuertes del imperio en nuestras tropas, con el mayor poder militar que hay entre las demás casas de la nobleza.

—Ahora, Nae. Podríamos recuperar el tiempo perdido.—Siento su mano caer de mi cintura hacia mi pierna.—Hay tantas cosas que quiero hacerte ahora.

—Ahora tenemos tiempo de sobra para cumplir con cada una de ellas.—Le digo con una sonrisa coqueta.

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