Capítulo 20

Andrew

Me quite la camisa y se la pase sobre el cuerpo a Tammy. Su ropa era un desastre. La blusa que llevaba estaba rasgada y reposaba sobre su cintura y la falda estaba toda abierta por un costado. Mi ropa la cubriría toda. La ayude a ponerse de pie y la tome en brazos como un bebé. Escondió su cara en mi cuello llorando y me abrazo con fuerza. Camine con ella fuera del baño. Casi todo el mundo estaba afuera. Así que aproveche la oportunidad.

–Si alguien se atreve a ponerte un solo dedo encima a Tammy, !Lo acabaré! –Gire a ver al maldito trío de víboras que le hicieron esto. –De ustedes me encargo luego.

Mi prioridad era Tammy en ese momento. Pero haría que esas tres paguen cada una de las lágrimas que Tammy estaba derramando. Camine hasta la salida y antes de cruzar la puerta el director iba corriendo hacia mi.

–¿Qué es este espectáculo señor Storm?

Lo miré con rabia. Este maldito imbécil siempre permitió que hicieran con Tammy lo que les diera la gana.

–Dígame usted. Usted es el que permitió que este espectáculo se diera en sus narices. ¿Acaso esta ciego? ¿No ve como llevo a Tammy llena de heridas? Esto no se va a quedar así Señor Lenox.

El hombre no dijo una sola palabra más y se quito de mi camino. Mi familia era la mayor benefactora de esta preparatoria y por supuesto el no permitiría que la familia Storm retirase sus fondos.

Deje a Tammy en el asiento del copiloto y abroche su cinturón. Cuando iba a subirme al auto, Cristopher me alcanzo y me entregó el maletin de Tammy.

Durante el corto camino a su casa, ella sólo miraba por la ventana y limpiaba con él dorso de su mano, una que otra lagrima que aún se le escapaba. Sus brazos y piernas tenían razguños que a simple vista se veían leves. Pero seguro que los golpes que recibió no tardarán en salir y cubrir su hermosa piel.

Al llegar a su casa, ella sola se bajo del auto, entró a su casa y cuando creí que iba a decirme que me largara, dejo la puerta abierta para mi. Entre detrás de ella y cerré.

–Date un baño, mientras preparo las cosas para curarte las heridas.

Asintio, pero sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas, más sin embargo no mencionó palabra alguna. Su silencio me estaba agobiando. Pero no le dije nada. Bastante había hecho con permitirme estar aún a su lado.

Se perdió en la puerta de su habitación y yo saqué lo que necesitaba para limpiar y desinfectar sus heridas. Poco después, abrió la puerta de su habitación y con su mirada dejó claro que no quería salir de allí. Así que recogí todo y camine hacia ella.

–Se que me odias en este momento, pero te juro que nunca más te volverá a pasar esto. No lo voy a permitir, tendrán que pasar primero sobre mi. –Sostuve su mano entre las mías y agache la cabeza. Quería borrar ese recuerdo, borrar ese sufrimiento de ella para siempre. Apretó mi mano gentilmente y levante la mirada hacia ella.

–Estoy bien Andrew. –Estire mi mano para acariciar su mejilla.

–No lo estas Tammy. No me mientas. –Sonrió débilmente y me acerque más a ella. –Déjame curar tus heridas.

Y no solo hablaba de las físicas. Quería curarla de todo lo que la lastimaba. Quería protegerla y hacerla feliz.

Le di una bolsa de hielo para que se pusiera en la mejilla y comencé a desinfectar los arañazos. Cuando termine, se acostó y me dio la espalda. Quite todo de la cama y me acosté abrazándola por la espalda. Ella no se movió, contrario a eso se relajo más, hasta que nos quedamos profundamente dormidos.

Cuando desperté, Tammy estaba sobre mi brazo y con este yo la abrazaba. Pero se había girado y me estaba abrazando con una mano y una pierna. Ya había entrado la noche, me fije en el reloj que tenia en su mesita de noche y eran pasadas las 11. Habíamos dormido varias horas y Tammy no tenía cara de que se despertaría pronto. Me preocupaba que no hubiera comido nada, pero no iba a perturbar la tranquilidad con la que dormía, así que le envié un mensaje a Francesca para que supiera que me iba a quedar fuera de casa y abrace a mi sapito para volver a dormirme.

La alarma de mi teléfono sonó como todos los días a las 6:00 am, lo tome rápidamente para apagar el fastidioso ruido y no despertar a Tammy, pero en el intento, falle. Mi pequeño sapito se estiraba como un gato entre mis brazos. Cuando terminó, abrazo mi torso con fuerza y dejó su cabeza en mi pecho. Reí un poco y ella se sobresalto y se sentó.

–¿Qué haces todavía aquí?

–Nos quedamos dormidos, acabo de despertar también. ¿Te molesta?

–No. ¡Digo! Si... bueno, es que... no se, ¿tu casa? –Comenzó a balbucear incoherencias y yo solo miraba como se había despertado con sus ojitos hinchados por llorar y el primer hematoma visible en su hombro. Respire lentamente para controlar en enojo.

–¿Quieres Pancakes para desayunar? –Su cara se descompuso en un santiamén y me preocupe. –¿Te duele mucho? ¿Te llevo al hospital? Mierda, debí llevarte ayer, no se que mierda estaba pensando.

Me levante de la cama buscando mis llaves. Tenía que llevarla a que la revisaran. Pero una mano se posa sobre la mía pidiéndome calma.

–Nunca como Pancakes.

–¿Tanto los odias y por eso pusiste esa cara? Me asuste Tammy, pero de verdad debería llevarte a un hospital.

–No te preocupes. No fue tan grave, solo son morados, pronto se irán. Y sobre los Pancakes, en realidad los amo.

–Entonces ¿por qué no me dejas prepararte algunos?

–La última vez que comí Pancakes fue cuando tenía 6 años y ese día mi padre murió. –Y ahí pude entender un poco más de ella.

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